Nadie dijo que sería sencillo. De hecho, ¿por qué tendría que serlo? Durante las últimas semanas Nintendo ha recibido fuertes críticas en cuanto a la situación del Wii U, al compararlo con el lanzamiento de las nuevas consolas de Microsoft y Sony. Sin embargo, la gente parece olvidar algunos puntos importantes. Empecemos con que Nintendo ya estaba allí cuando el PlayStation y el Xbox llegaron. Por supuesto, fue tarea de todos marcar una diferencia en el mercado y ganar –cada uno a su manera– un público que estuviera al pendiente de los lanzamientos, y dispuesto a comprar una consola para jugar lo que sólo esa marca era capaz de ofrecer. Quizá me consideren ilusa cuando lean este pequeño artículo, sin embargo no creo que el éxito deba medirse en dinero, o en consolas vendidas en las primeras horas. Eso devaluaría mucho el concepto que tengo sobre la industria de los videojuegos, y espero –en verdad– no ser la única en pensarlo. Decir que el mundo se puede medir en ventas es reducirlo a un limitado abanico de posibilidades: éxito o fracaso. De ser así, ¿dónde quedan la experiencia, las historias, el gameplay, y el tiempo que le inviertes disfrutándolo?, ¿en qué punto decidimos olvidar el enorme trabajo que hay detrás de cada título, de cada consola?, ¿dónde quedará el trabajo de todos los que están involucrados: los que dan ideas para hardware y software y quienes lo hacen realidad? La pregunta sería si pasa lo mismo con el disco nuevo de tu grupo favorito, con el libro que pasó desapercibido durante años, con las películas que en su tiempo fueron censuradas y que ahora son obligatorias. Esto es muy común en las artes: no siempre la calidad se refleja en ventas. Asumamos que sí, que el dinero debe ser un parámetro importante, pero entonces, ¿por qué hay juegos excelentes que no se venden como pan?, ¿por qué tenemos géneros tan específicos? Esto es difícil de contestar porque nos resulta mucho más sencillo ver números y medir cuantitativamente y no en calidad.
Creo que los videojuegos son una experiencia que viene en diferentes presentaciones. Considero que hay para todos los gustos, precios y edades; entonces, ¿por qué criticar si simplemente puede tratarse de públicos distintos? ¿No podemos convivir en el mismo espacio? ¿Las preferencias de juegos son tan excluyentes? Decir que una consola es, rotundamente, la mejor del mercado es negarse a ver todos los puntos positivos de los demás. Lo importante es que cada persona pueda encontrar su manera de divertirse, sus juegos preferidos, su entretenimiento ideal. Hace más de año y medio, teníamos un panorama distinto: todo el mundo estaba angustiado por las bajas ventas del PS Vita y no se cansaban de dar argumentos sobre por qué era una mejor opción que comprarle a Nintendo. Hoy en día, la Gran N tiene muchísimo éxito con su consola portátil, tanto como para sacar una versión más económica y que, al mismo tiempo, está pensada en el mercado infantil. ¿La diferencia? Actualmente el catálogo que ofrece esta consola es vasto, tiene de todo: cualquier género, exclusivas, variedad de precios, juegos para descargar. En pocas palabras, el Nintendo 3DS tiene una fórmula que le funciona muy bien y es, sin duda,un gran producto. Éste es un gran éxito que, por ejemplo, no ha alcanzado Sony con su portátil. Aunque el Vita tiene un hardware más sofisticado y un catálogo con grandes títulos, las ventas no le han favorecido, lo cual tampoco debería significar que es una consola fallida.
En lo personal, no me ofende que Nintendo no venda tantos bundles de Wii U como quizá lo hará Sony con PlayStation 4 o Microsoft con Xbox One. Es más, estoy segura de que bastará con pararse en las tiendas unas horas para ver la preferencia de los consumidores. Las tres son excelentes consolas, por lo cual es inútil pensar en una guerra de plataformas, ello sería asumir que todas están buscando lo mismo. Podrán buscar dinero pero ¿todas quieren al mismo jugador? Para muchos, el aspecto visual es importantísimo: entre mayor definición puedan ofrecer la consola y el juego, más feliz estará con el supuesto realismo con el que disfruta su título. Otros piensan en su consola como un centro de entretenimiento que debe ser capaz de cumplir varios requisitos. Hay quienes apuestan a las franquicias de cada compañía, y piden a los desarrolladores de los títulos third party no olvidar que es posible explotar las capacidades de las distintas consolas, y esperan que los desarrolladores independientes puedan aparecer con sus interesantes propuestas en su consola preferida. Wii tuvo la ventaja de haber sido vendido como la consola para todos: cualquier edad, con o sin experiencia, variedad de títulos, mercadotecnia efectiva, títulos de sus franquicias que llevaban a otro nivel, por ejemplo, el gameplay gracias a los controles, diferentes precios, tienda virtual. Es decir, fue una suma de factores la que llevó al Wii a tener tantos millones de consolas vendidas. Ahora, ¿por qué exigir al Wii U que sea lo mismo? ¿No puede ser especial a su manera y ofrecer la mejor experiencia a un público que disfruta la convivencia en la misma habitación? Wii U tiene el respaldo de que Nintendo tiene juegos para todas las edades, uno de los argumentos fuertes para ser la consola ideal para los pequeños y jugadores casuales; sin embargo, ahora también comparte títulos con la competencia, esto es sólo un extra. ¿Entonces por qué no gana la carrera? Fácil: no está en el mismo camino. Nintendo tiene otro objetivo. No creo que el Wii U sea una consola de nicho, eso sería limitarlo y pensar que sus juegos first party tienen un público específico. El verdadero problema, y el más grande que enfrenta la gran N es la desinformación (sí, suena tonto, pero es la verdad). Wii U tal vez no fue el mejor nombre (aunque sea bonito el concepto “nosotros-tú”) o al menos no uno tan evidente como poner un número como sufijo al nombre. Las personas siguen sin saber que es una consola de casa, la que le sigue al Wii y que el GamePad no es una consola portátil, sino un control. Si Nintendo hiciera campañas mejor dirigidas, por ejemplo, a los papás, ellos entenderían que sus hijos no les están pidiendo otro Wii y que tampoco quieren un control tan caro. No creo que sea tarde para dar la información adecuada, aunque debieron hacerlo antes. Es un hecho que perdieron tiempo valioso, tiempo que intentaron ganar con un lanzamiento previo al de las demás. Salir un año antes que el Xbox One y el PlayStation 4 tal vez no fue una estrategia temporal favorable para el Wii U. Luego, competir contra cinco consolas es un reto diferente: superar a su antecesor, tener puntos superiores al PlayStation 3 o al Xbox 360, presentar contenidos en alta definición. Al mismo tiempo está el lidiar con la ausencia de títulos first party en los primeros meses y el “ése ya lo tengo en PS3; si es el mismo que para todas las demás, entonces ¿para qué lo compro?” Creo que así como hay gente muy bien informada sobre el enorme poder de las consolas de nueva generación, también hay un enorme porcentaje de consumidores que llegarán a la tienda pidiendo “la nueva consola” y no verá ni siquiera el catálogo de juegos; es un enorme sector que se impresionará por lo visual y no por otros factores, un gran número de personas que comprarán consolas para la lista de regalos sin saber para qué sirven el Xbox One o el PlayStation 4; sólo los comprarán porque son los regalos de moda. No es que Nintendo quiera nadar contra corriente sólo porque sí. Al menos, yo no lo creo. Considero que es un error (casi imperdonable) exigir que se siga un molde popular en estos tiempos. ¿Qué tiene de malo pensar fuera de la caja? Se tiene el riesgo de no ser aceptado por un canon, por la crítica, y hasta por el público, pero ser diferente no está mal. Quizá Nintendo no comparta el público que apuesta por los FPS, o la física cada vez más realista de los juegos deportivos. Quizá tampoco apuesta por la conectividad en línea o por ser la consola con los mejores gráficos. Lo que tendríamos que discutir es si todo esto le importa, o si juzgamos al Wii U de acuerdo a parámetros que ni siquiera está buscando.