Pobre Sonic, a falta de un responsable que dé la cara en cada una de sus entregas, la mala imagen que tenía no ha podido ser borrada ni con tres juegazos seguidos.
Pobres ideáticos que se han perdido de Sonic Colors y Sonic Generations, su necedad por festejar su ilusión de madurez los ha llevado a perderse de increíbles entregas del género de plataformas. No los culpo: Sonic tampoco ha sido el personaje más confiable a la hora de abordar la tercera dimensión.
Sonic se ha mantenido en una constante reinvención, cada una manejada por un equipo distinto, Yuji Naka ya no trabaja en Sega, ni Oshima, ni tampoco Mark Cerny. Sonic ha sido un nómada a lo largo de toda su vida, y aunque su casa sigue siendo Sega, pareciera que le va mejor cuando visita a su amigo Mario.
De hecho para este entrega, sobran las comparaciones con Mario Galaxy, por lo que no se les puede culpar. ¿Qué juego de plataformas no aspiraría con replicar la grandeza de los juegos más importantes del género en 3D? Sin embargo, aunque las comparaciones no son del todo injustas, la mayor parte de la inspiración (aunque el director lo niegue) viene de Sonic X-treme, un título que algún trajeado de Sega canceló por ver un build que ni si quiera a él le tocaba juzgar, ya que mientras lo desarrollaban, el buen Yuji Naka se robaba el show con su nueva “franquicia” NiGHTS para el Sega Saturn.
Años después, tenemos a Sonic vendiendo más que nunca —a un lado de su ahora amigo Mario— y compitiendo en las olimpiadas. Es clara la influencia que estas amistades han tenido sobre el tratamiento actual Sonic; no me sorprendería en lo absoluto que estas entregas exclusivas para consolas de Nintendo estuvieran siendo financiadas por ellos mismos (no se asusten, Sony y Microsoft también lo hacen pero no con Sonic).
Sonic Lost World es la más reciente entrega de Sonic, exclusiva para el Wii U, una consola en la que Sega no podría darse el lujo de publicar de manera exclusiva si no fuera un proyecto en el que Nintendo estuviera involucrado directamente. Si no me creen, pregúntenle a Rayman y sus leyendas; este mundo perdido es un valiente intento por resaltar todo aquello que hace especial y único al puercoespín: sus formas geométricas, su espontánea velocidad (constantemente confundida como su única característica), sus colores y su música. El resultado es un interesante acercamiento a un subgénero que parece estar en el borde de un segundo aire.
Esta nueva entrega triunfa cuando no se confía en que el éxito de Sonic está en la velocidad, ya que aunque ésta es una de sus características desde el genesis del personaje, bastaba con ver la segunda zona del primer juego, para darnos cuenta de Sonic tenía mucho más que ofrecernos que simplemente correr rápidamente. Sonic Lost World cuenta con un sinfín de saltos que requieren de precisión, paciencia y experiencia. Definitivamente ésta no es una experiencia para aquellos que buscan que los videojuegos actuales sean condescendientes, fáciles ni amigables. Sonic Lost World nos cuenta su propia versión de las plataformas en 3D, una que ignora casi por completo que algún día existió Adventure.
En Sonic Lost World, se requiere de un botón para correr, lo cual es un mensaje claro de que ir a toda velocidad no lo es todo en la vida del puercoespín. La magia de esta nueva entrega cobra sentido cuando el jugador entiende esto. Podrá ser un requerimiento para tercos pero el juego recompensa a todo aquel que lo comprenda.
Nuestro héroe puede correr por las paredes, siguiendo verticalmente al toparse con una; también puede brincar más alto después de tres saltos seguidos (hola, Mario), hacerse esfera para rodar a toda velocidad, también hacer su clásico homing attack, con la variación de que este ataque no bastará para algunos enemigos que requieren de una patada alternativa, que es una mecánica que añade dificultad y al no garantizar una victoria automática.
Sonic cuenta con algunos power-ups que seguramente no conocen (porque desgraciadamente nadie jugó Sonic Colors), una serie de alienígenas que dan variedad momentánea a las posibilidades tradicionales del erizo. Son algo así como los trajes de Mario, y te permitirán llegar a zonas donde de otra manera no podrías llegar, abriendo caminos alternos y dando acceso a recompensas por tu esfuerzo.
El diseño de niveles en Lost World es fantástico, en su mayoría con dos o más caminos para llegar a la meta, al igual que el primer juego de Sonic. Siempre hay un camino inexplorado para los apresurados que simplemente se dedican a correr, y un premio para aquellos que se tomen el tiempo de explorar.
La música, elemento importantísimo de la serie, se hace presente con excelentes melodías; la única que —a mi parecer— no está al nivel es la primera, aunque acá en Atomix, varios del staff me dijeron que estaba loco. Me gustaría mencionar el alegre Drum N Bass de la Tropical Coast Zone 3, un nivel de agua, que le hace justicia a todos los temas increíbles de los mundos acuáticos en los videojuegos.
Algo malo tenía que tener Sonic Lost World, y nos queda claro que es su historia. Aunque jamás le exigiría mucho a Sonic (ni a Mario) en este departamento, hubiera preferido que al igual que el primer título de la serie, se hubieran limitado a poner nivel tras nivel sin explicación, realmente en este tipo de juegos, la historia es algo que tradicionalmente sale sobrando.
Las batallas contra los “jefes” que ahora no son únicamente Robotnik (o Eggman para los compas) están repartidas a lo largo de los distintos mundos, es interesante esta mecánica pero desgraciadamente al tener encuentros constantes, Sonic Team optó por hacer peleas fáciles y constantes, en lugar de hacer una sóla batalla con un buen reto.
Cada una de las zonas (que son lo mismo que niveles) tiene su propio tema. No me refiero a que la zona del desierto tiene niveles desérticos, sino que cada nivel tiene su propia “mecánica novedosa” en lugar de hacer remezclas del mismo nivel con el mismo tema. Si bien algunos patrones se repiten y remezclan, en algunos estarás corriendo en el interior de un cilindro mientras en otros estarás corriendo en el exterior.
A Sonic Lost World le cuesta muchísimo ser una experiencia constante, pero en su mayoría triunfa, aportando lo suficiente como para darle a Sonic un nuevo vuelo en esta difícil y caprichosa industria. Es cuestión de que su plataforma salga del bache y se ponga en manos de los fans de Nintendo, quienes son probablemente lo más parecido (aunque no lo crean) a un fan del viejo Sega.