Todos amamos a las chicas de los juegos de pelea. No sólo son terriblemente hermosas, con curvas que harían intransitable el camino para un camión de carga. También son rudísimas, y tienen una actitud que va de lo encantador a lo letal en tres centésimas de segundo. El punto es que cada una tiene su espacio: Girl Fight, el juego que nos ocupa, busca estacionarse en el espacio reservado para las hijas de Tomonobi Itagaki.
Una organización conocida como La Fundación está reclutando a las damas más letales del mundo en cuanto a combate se refiere. Ya sea un miembro de alto rango en el ejército de Estados Unidos en busca de su padre, una asesina en serie adolescente, una ninja rubia del norte de Europa, y hasta una digna representante de la tradición samurai. Cada una es rebautizada con un nombre clave y dotada con poderes psíquicos. Los motivos no quedan claros —de hecho—no importan. Lo que realmente interesa es que la organización experimenta con ellas a través de combates cuerpazo a cuerpazo en un universo virtual.
Así se nos presenta un título que llegó a las tiendas virtuales de las consolas sin ningún ruido ni promesa. Sin embargo, ha generado cierto ruido en los circuitos underground, meramente por su concepto de tener únicamente a chicas atractivas, lo cual ya no es un concepto original.
Kung Fu Labs está lejos de ser un estudio novato en los títulos de pelea: su experiencia va desde la colaboración en UFC Undisputed 2009 hasta recibir críticas terribles con proyectos como Supremacy MMA o Spartacus Legends. Para Girl Fight se aliaron con Majesco, compañìa que no està viendo sus mejores momentos en cuestiones financieras. Y, seamos honestos, ofrecer sòlo para descarga un tìtulo que desde el nombre suena a Dead or Alive no parece una buena apuesta a priori. Sólo a priori.
Si estás acostumbrado a los juegos de pelea en tres dimensiones, el juego no propone grandes cambios. Las bases están presentes, tal y como las dejó el Team Ninja: un botón para patear, uno para dar puñetazos, uno para bloquear y, en esta ocasión, uno para ejecutar agarres.
Dado que en la premisa queda claro que estamos en escenarios virtuales, las arenas están limitadas por barreras invisibles de las cuales te puedes servir para continuar los combos. La base para ejecutarlos es lo suficientemente intuitiva para que no tardes en aplicar algunas cadenas sencillas de golpes y patadas desde el primer combate. De hecho, si tu rival no pone resistencia, tendrás algunos hits presionando repetidamente un botón. Claro, con la práctica podrás aumentar esta efectividad.
También tenemos golpes de poder que —en caso de conectar— derribarán a tu enemigo, provocándole gran daño, así como counters que servirán para evitar el embate del rival y darle un buen castigo. Sí, me queda claro que hasta ahora he recitado casi tal cual detalles de Dead or Alive, pero hay un interesante giro de tuerca: el Psi.
Al principio de una batalla, o del modo Arcade, deberás elegir dos habilidades psíquicas, las cuales son limitadas y podrás activar en batalla con los gatillos. Éstas van desde envolverte completamente de acero, reduciendo el daño, hasta limitar el poder psíquico de tu rival. Claro, tienes bajo tu línea de vida una barra de energía mental que determinará qué tan poderosas son dichas habilidades.
Este detalle es lo que el título promueve como su principal aporte, el cual debería ser aprovechado como una característica estratégica. El punto es que puedes terminar el modo Arcade sin haber usado estas habilidades ni una sola vez: muchas veces las usarás más por lo bien que lucen, y no por su efectividad real.
Ahora, esto no evita que el combate fluya lo suficientemente bien como para no ser divertido, aunque no alcanza a ser sobradamente espectacular. Los combos son ágiles y los combates están llenos de acción. ¿Balanceo? Fuera del estilo en que se ejecutan movimientos —así como de la manera de efectuar los agarres— los golpes y el timing son tremendamente similares.
No hay, per se, un modo historia. Ciertos relatos son contados por una voz computarizada que le narra a la peleadora que elegiste en la modalidad Arcade las razones por las cuales fue reclutada para estos experimentos. Un detalle a considerar es que en este modo sólo puedes jugar con una chica de inicio, Warchild, de manera que debes terminarlo varias veces para desbloquear a las demás.
Esto quiere decir que, en su jugabilidad principal, tiene el ritmo clásico del género. Debes eliminar al resto de los personajes para llegar a una jefa final. Cabe decir que el último rival que te toparás parece —para colmo— sacado de Dead or Alive, y su reto se reduce a bloquear todo lo que le tires, mientras aprovecha ventajas como curación automática o recibir poco daño. De esta manera, es quizá la villana más aburrida que uno de estos títulos haya brindado en años, con una imagen sugerente y un video genérico muy breve como recompensa.
Conforme disfrutes del modo Arcade, o realices batallas en el modo multijugador, podrás desbloquear artículos en la tienda. Además, hay trajes adicionales, aunque éstos se reducen a un par de diseño. Pero —lo creas o no— también puedes pagar por rastrear el pasado de las peleadoras a través de reportes médicos, informes judiciales, entre otros. De igual forma, también están disponibles algunas ilustraciones especiales. Todo a cambio de puntos conocidos como combits.
No estamos precisamente ante un diseño de personajes ejemplar, y mucho menos en un género que ha explotado este apartado de manera excesiva. Sin embargo, las chicas tienen un toque que las distancia del clonar a otras protagonistas (eso ya hubiera sido descarado).
No sólo tienen curvas, sino además detalles que derraman actitud. Más que muñecas de porcelana con medidas perfectas, y vestuarios fetichistas, las dotan de un encanto poco visto en otros títulos que explotan el cuerpo femenino.
Este encanto en el vestuario tiene una razón de ser: es tremendamente similar a disfraces o conjuntos de lencería creados por marcas como Leg Avenue o Lip Service. Quizá por eso su diseño se mira tan plausible y atestado de fetichismo a la vez.
Gráficamente está al nivel de otros juegos arcade, pero para los títulos con los que compite no está al nivel. Escenarios carentes de detalles que los hagan sobresalir de simples fondos, o peleadoras que a veces se ven en un límite, sin definir entre la segunda o tercera dimensiones. Añadamos a eso que se cae el frame rate muy seguido (sin poder excusarse por el hardware) y la animación durante los combates se entrecorta.
Mención aparte merece el soundtrack: si bien se trata de música electrónica con buena manufactura —que bien podrías poner en el auto— para un juego de peleas así apenas queda bien. Se entiende la necesidad de recalcar que estamos en un sensual ambiente virtual, pero la falta de matices y de variedad en los ritmos lo hace oírse repetitivo. Aunque como piezas individuales seguramente les agarras cariño.
No es un título automáticamente descartable. Su jugabilidad es lo suficientemente sencilla de entender para poder compartirlo y armar buenas retas. Sus personajes tienen chispa y un encanto muy peculiar, toda vez que sí logras engancharte genera cierto valor de rejugabilidad.
El punto que lo sepulta entre otras opciones es el peso de las comparaciones con Dead or Alive, que el mismo juego se impuso. No cuenta con una historia que lo haga sobresalir, ni mucho menos con aspectos originales en su gameplay.
Los títulos de pelea están en la cúspide de su popularidad entre los jugadores profesionales pero, a nivel comercial, el género se hunde. Abundan juegos en el horizonte, pero sólo un muy cuestionado “demo generoso” se prevé que alcance las masas. Girl Fight es divertido pese a sus detalles. Lo que está claro es que, si juegos mejor hechos no logran mantener el interés fuera del círculo de fanáticos, estas chicas no irán muy lejos, aun menos si te detienes a pensar en el uso descarado del encanto femenino para alcanzar audiencia. En caso de mantener tu interés, no te pierdas la oportunidad de escarbar en el pasado de estas guerreras. Hay detalles sin desperdicio.