Desde hace 18 años la Electronic Entertainment Expo es La Meca de la industria de los videojuegos. No es un evento importante sólo en cuestión un gremio específico, sino de las industrias tecnológicas y del entretenimiento. Cada año durante la fechas de E3, los ojos del mundo se posan sobre Los Angeles Convention Center porque será ahí donde comience a escribirse la historia de los meses venideros. Este 2013 es un año clave por muchas razones ya que nos encontramos en un periodo de transición tecnológica, y lo que las grandes compañías decidan ahora tendrá un impacto a largo plazo.
El sonado cambio que se avecina se debe a la nueva generación de consolas, que ya están a la vuelta de la esquina. Entre los grandes de la industria, el primero en dar el paso con nuevo hardware había sido Nintendo, que para el lanzamiento del Wii U, en noviembre del año pasado, no tuvo que luchar con la competencia como lo hacen ahora Microsoft y Sony. Durante los últimos meses se había dado una infinidad de especulaciones sobre lo que serían los nuevos Xbox y PlayStation, y este E3 era el momento de la verdad. Encima, hay que considerar que en este momento comienza a introducirse la resolución 4K en pantallas de consumo, lo que significa que también nos encontramos frente a una transición en formatos de video, y la expectativa mundial era que las consolas estuvieran a la altura de la situación.
Como siempre, Nintendo hace las cosas distintas. No es de extrañarse que, en lugar de una presentación aparatosa, en un escenario enorme, a lo americano, con bombo y platillo, optaran por el formato Nintendo Direct, con una videoconferencia desde sus cuarteles principales en Kioto. Nintendo fue a lo concreto, sin interrupciones, directo a su carta más fuerte: el software. Mientras que el mundo llevaba tiempo hablando sin cesar de las consolas por salir, ellos apostaron hacia sus marcas más fuertes. Ninguna compañía se puede jactar de tener un número de franquicias tan exitosas, en términos comerciales y críticos, como Nintendo, por eso es que se dan la libertad de hacer lo que quieren, como quieren y ésta no fue excepción. En generaciones anteriores, al GameCube y al Wii se les consideró como juguetes al lado de la competencia. A pesar del creciente mercado del público adulto, Nintendo se mantuvo en la línea familiar, lo cual no se puede esperar que cambie de golpe. Cuando las demás compañías se esfuerzan por traer juegos con mayor realismo y temas maduros, Nintendo hace juegos caricaturescos y de mundos coloridos, y en este E3 demostraron que la fórmula sigue funcionando. Comenzando por una franquicia como Pokémon, que tiene capturado desde hace muchos años a un público que hoy es adulto, demostraron que no sólo se pueden dar el lujo de otro título más sino de dos títulos más. Como era de esperarse, mostraron su arsenal completo con nuevas entregas de Mario, Mario Kart, Donkey Kong, Zelda, Super Smash Bros. y Pikim, que son apuestas seguras no sólo por la indiscutible calidad de sus juegos, sino por la penetración tan profunda que tienen en la cultura popular. En otras palabra, nadie tiene tantos fans como Nintendo. Además de sus personajes emblema, presentaron novedades del Wii Party U, y Wii Fit, que evidencian aún su marcado interés en el juego grupal. A esto se agregan títulos de terceros desarrolladores, como Bayonetta 2 que se anunció como un exclusivo de la plataforma, y que al ser un juego para otro nicho de mercado, deja ver que los planes de Nintendo a futuro son seguir expandiéndose más allá de lo que tienen asegurado.
Por su parte, Sony tenía que hacer algo sorprendente para así llenar las expectativas tan altas sobre su PlayStation 4. Dieron a conocer cómo lucía y cuáles eran sus capacidades; en cuanto a diseño, optaron por algo más bien conservador, que denota pertenencia a la familia de consolas y en cuanto a su uso, mostraron agresividad: dejaron en claro que no pondrán restricción al uso y venta de juegos usados, lo cual fue golpe bastante fuerte contra Microsoft, pues previamente a E3 había recibido muchas críticas debido a que Xbox One sí impondrá esa limitación. Desde el nacimiento del PlayStation, éste ha buscado dar un plus al mero hecho de correr juegos, el PS3 apuntó a posicionarse como el centro de entretenimiento digital en el hogar con la capacidad de reproducir Blu-Ray, hecho lógico pues Sony fabrica muchas cosas más que sólo consolas. El PS4 promete igualmente convertirse en un centro de entretenimiento, sin embargo ése es ahora el standard de cualquier consola que quiera llegar al mercado, de hecho, en este aspecto salen perdiendo pues aunque la consola puede reproducir video en 4K, los juegos corren en 1080p, a diferencia del Xbox One que sí soporta juegos en 4K. Ésta es una de las razones por la cual necesitaban un remate más efusivo, otro ataque a la competencia.
Microsoft estaba en el ojo del huracán con su nueva consola, que tradicionalmente se ha caracterizado por un interés en el mercado especializado, el tipo de usuarios que juegan en PC, acostumbrados a gráficos potentes y juegos de temática adulta. Desde el Xbox 360, ya apuntaban a un mercado más social y familiar, por lo cual la nueva consola continua en esa línea, dando seguimiento con el Kinect para Xbox One. Sin embargo, no había salido bien librado por las restricciones sobre los juegos usados y los requerimientos forzosos de conexión a internet de su consola; en lugar de enmendar esa situación Microsoft dejó claro que su confianza está en las capacidades de su producto, ya ni siquiera en el software. Aunque mostraron juegos muy atractivos, como la exclusividad Dead Rising 3, el resucitado Killer Instinct, Forza 5 y TitanFall, no presentaron un nuevo Halo para el lanzamiento del Xbox One, sino hasta para el próximo año. Aunque es comprensible que Halo 4 apenas salió en 2012, ésa pudo ser una carta fuerte para defenderse.
Quizá el golpe más fuerte de Sony, que a la hora de anunciarlo en conferencia les generó ovación, fue el precio de su futura consola, $399 USD, que es considerablemente más barato que los $499 USD del Xbox One. Incluso, después de haber acabado E3, Don Mattrick, presidente de Xbox, defendió el alto precio de la consola, argumentando que las capacidades extra que ésta ofrece (como su integración con redes sociales y servicios de video on demand) y su poder gráfico no sólo justifican el precio, sino que entregan un dispositivo con valor de miles de dólares; y por eso nadie debería tener problemas para adquirir su consola. Esto denota una actitud ensimismada en el público norteamericano, pues las condiciones a las que apuestan el éxito del Xbox One no se dan en todo el mundo. Sólo le faltó decir que los consumidores les terminarán debiendo dinero por comprar una consola que no será compatible con los accesorios Kinect del 360.
Por su lado, las razones que dio Sony para ofrecer un precio más bajo y la libertad de reproducir juegos usados y revenderlos fue hasta conmovedora: “Estamos preocupados por los consumidores”. Obviamente sabemos que, como compañía, nunca podrán tener ese tipo de interés por sus clientes, pero ésa actitud es precisamente una estrategia de negocio. Después del buen recibimiento que tuvo el PlayStation 4 durante E3, anunciaron que sus estimaciones de venta para fin de año subieron considerablemente.
Aunque en este momento la guerra de las consolas haya consumido gran parte de la atención, esto no hace a un lado que hubo juegos muy destacados que hicieron presencia; al final, las consolas son sólo un medio y no un fin en sí. Los títulos que más sorprendieron tiene varios elementos en común como lo espectacular de sus gráficos, modos de juego propositivos e historias irresistibles. Por ejemplo, Watch Dogs de Ubisoft ha dado mucho de qué hablar desde hace tiempo, y en este E3 estuvo disponible al público para confirmar todo lo bueno que se esperaba de esta nueva franquicia. Aunque la mayor atención sobre el software se la llevaron las grandes producciones como las nuevas entregas de Call of Duty, Assassin’s Creed, y The Witcher, también hubo espacio para juegos que apuestan a fórmulas más difíciles de vender, como Killer is Dead, Transistor y Ninja Gaiden Yaiba. Esto es bastante alentador porque significa que en una industria que cada día prefiere más los hits seguros, todavía hay nicho para los juegos de autor e independientes.
Es inevitable considerar que se avecinan cambios en la industria, en la manera en que jugamos, el tipo de juegos que jugamos, pero sobre todo en los esquemas de distribución de software, por lo que es probable que se fortalezcan ciertos bloques de consumidores, con preferencias regionales marcadas, donde las compañías que saben escuchar se llevarán la mejor porción del premio.