No es la primera vez que Disney se inspira en las atracciones de sus parques de diversiones para crear películas, mismas que no siempre han corrido con la mejor de las suertes. Mientras que algunas de ellas se convirtieron en grandes éxitos bien recibidos por los espectadores y por la crítica como la serie Pirates of the Caribbean (2003) –cuya primera cinta retomó de manera muy adecuada las propuestas del ride de los parques de diversiones y se encuentra por llevar a la pantalla grande la quinta entrega– están otras aproximaciones bastante lamentables como The Haunted Mansion (2003) que dejaron mucho qué desear al lado de lo que representaron.
Estamos una vez más ante una de estas películas, aunque me parece que tiene a su favor el hecho de que más que esforzarse por tratar de contarnos una historia que ya nos contó una atracción de un parque de diversiones, retoma todo un concepto que marcaría los ideales del hombre detrás de toda la magia: Walt Disney. La razón por la que todos los parques de diversiones de Disney llevan una zona llamada Tomorrowland que funciona como sede de varias de sus atracciones es por la visión de Walt Disney que imaginaba un futuro utópico en el que los avances de la tecnología conducirían a un futuro armonioso donde sólo el espacio exterior fuera la próxima conquista de la humanidad, una idea muy progresista que iba de acuerdo con el auge de la carrera espacial que vivía la sociedad en la segunda mitad del siglo XX.
En este sentido, Tomorrowland no es una aproximación a retratar una atracción de un parque de diversiones sino que es en sí un mensaje, un regreso a ese pensamiento progresista y a esa impresión atemporal del futuro que se proyectaba en la sociedad del siglo pasado y que se traducía en un mensaje de pensamientos positivos respecto a lo que nos esperaba en el mañana.
El concepto anterior se nos plantea mediante una historia que sigue las aventuras de Casey (Britt Robertson) –una curiosa adolescente– cuyo destino la lleva al lado de Frank (George Clooney) –quien fuera niño prodigio y ahora se encuentra lleno de desilusión– en una aventura que busca desentrañar los secretos de un misterioso lugar perdido en el tiempo y el espacio conocido como Tomorrowland y que desembocará en eventos que cambiarán sus vida y al mundo.
Aunque la trama llega a ser poco clara respecto a la importancia que toman sus personajes en un intento constante de Casey por recobrar el pensamiento que tenía Frank durante su niñez y tiene algunos hilos que no terminan por atarse firmemente a su nudo argumental, la película cumple al transmitirnos un mensaje de fuerte crítica a la visión apocalíptica del mañana, impulsándonos a que en lugar de deprimirnos ante una percepción negativa, trabajemos por construir un mejor destino para nosotros y las futuras generaciones.
Una vez que Walt Disney se convirtió en un magnate del entretenimiento en los Estados Unidos y una figura muy influyente en la cultura norteamericana, tuvo un sueño que iba mucho más allá de su Disneyland y su pasión por la animación. En la década de los sesenta, ya no sólo veía por sus intereses, sino que pensaba en qué sucedería con las futuras generaciones, queriendo que parte de su legado fuera ya no sólo un parque que idealizara todo el mensaje positivo y progresista de sus ideales, sino una completa ciudad que realmente revolucionara la forma en que vive la gente.
El espacio para desarrollar ese proyecto era una gran extensión de tierras que adquirió en el estado de Florida y bajo el nombre de EPCOT (Experimental Prototype Community of Tomorrow) quería que el Tomorrowland de Disneyland ya no fuera sólo esa contemplación lejana e imaginación de un futuro armonioso utópico, sino que verdaderamente se materializaran esas ideas en una ciudad autosuficiente en la que estuvieran presentes las empresas más importantes de su país desarrollando tecnología para la misma comunidad que progresaría de forma armoniosa lejos de muchos vicios de un futuro que cada vez pintaba más difícil. En lugar de dejarse vencer ante una ideología derrotista de un mundo en guerra y una sociedad corrompida, el creador de Mickey Mouse siempre se aferró a la idea de que su ciudad del futuro completamente armoniosa podía ser real, desafortunadamente perdió la batalla contra el cáncer de pulmón en 1966 y todavía en su lecho de muerte seguía con la planeación de este proyecto que jamás se vería materializado.
¿Qué hubiera pasado si esa idea de Walt Disney se hubiera materializado? ¿Qué pasa si hubiera existido ese lugar donde prácticamente cualquier cosa que se pensara pudiera ser posible? La cinta Tomorrowland propone que ciertamente hubo un grupo de pensadores que desde principios del siglo XX fueron fieles a sus ideales y comenzaron a desarrollar tecnologías para crear esa ciudad perfecta en un futuro; el mismo Walt Disney pertenecería a dicho grupo y contribuiría a que ese Tomorrowland se materializara pero lejos de una sociedad que quizá pudiera corromperlo.
En las notas de producción de Tomorrowland se señala que el guionista de esta historia, Damon Lindelof –a quien seguramente recuerden por la serie Lost–, se inspiró en una caja supuestamente encontrada de forma accidental en uno de los archivos de Walt Disney, que rotulada con el número “1952”, contenía maquetas, planos, fotos y otras curiosidades relacionadas con la creación de Tomorrowland y los proyectos que Walt Disney presentaría en la Feria Mundial de Nueva York de 1964. Tanto Lindelof como el director Brad Bird (The Incredibles, Mission Impossible: Ghost Protocol) imaginaron qué hubiera pasado si esos objetos contaran la historia de un lugar que realmente existió pero estuvo oculto en otra dimensión o algo similar; combinando lo anterior con la visión del futuro de la época y una historia llena de acción al más puro estilo de Disney tenemos la cinta que se estrena el próximo 22 de mayo en los cines.
Aunque la película está dirigida a un público extenso y familiar que busca una cinta de acción, ficción y aventura los fans más entusiastas de los Disney Parks y la cultura de Walt Disney encontrarán algunas referencias que los complacerán ampliamente. Sin hacer spoilers sobre la trama, puedo comentarles que la cinta hace referencia a eventos como la presencia de Walt Disney en la Feria Mundial de Nueva York de 1964 con atracciones como Carousel of Progress, It’s a Small World y Great Moments With Mr. Lincoln que posteriormente se migrarían a los parques y se conservarían hasta el día de hoy. También tiene una fuerte carga de referencias a tecnologías como los audio animatronics que hasta la fecha siguen evolucionando con las nuevas tecnologías para dar vida a las atracciones más recientes de los parques.
La recreación de Tomorrowland que nos presenta la cinta se ve claramente inspirada en documentos, ilustraciones, artes conceptuales, maquetas, descripciones y otros materiales originales de los parques y del proyecto EPCOT, por lo que los fans seguramente estarán cazando las referencias al ver la película mientras disfrutan del deleite visual de la acertada reconstrucción de este lugar imaginario.
Hablando de la reconstrucción de espacios y atención a los detalles debemos reconocer el buen cuidado que tuvo la producción al ambientar varios escenarios construidos para esta historia y que no se quedan únicamente en la versión que nos presentan de la utópica Tomorrowland, sino a otros espacios que muestra la película que también están llenos de referencias a la cultura de Disney.
En el presente es difícil ver al futuro como esa época llena de autos voladores, edificios con arquitectura completamente diferente, ciudades asistidas por robots, hologramas, mochilas propulsoras y muchas otras fantasías. Desde inicios del siglo pasado obras de ficción con las que crecieron generaciones pasadas e incluso nos alcanzarían a quienes crecimos en los ochenta y los noventa –como los libros de Julio Verne o el cine clásico de ciencia ficción– nos mostraban que quizá estaba más cerca de lo que nos imaginábamos ese futuro en el que nuestras vidas serían completamente distintas en aspectos que van desde la moda a la manera en que nos transportamos. Las fechas que muchas de esas obras proponían para esos cambios radicales ya nos han alcanzado y aunque tenemos avances tecnológicos tan grandes como un mundo conectado por internet o los potentes dispositivos móviles que no hubiéramos imaginado, seguimos lejos de ese cambio radical que incluya autos voladores, moda extravagante e inteligencias artificiales por todos lados. Quizá es por ello que gradualmente esa visión del futuro fantástico se ha ido degradando y la ciencia ficción contemporánea sigue más bien otros rumbos.
Al estar empapada de los conceptos que hemos descrito en los párrafos anteriores, Tomorrowland tenía que retomar ese futurismo fantástico que la gente se imaginaba en la época de la carrera espacial a mediados del siglo XX, por lo que eventos tan fantásticos como un cohete que despega de la Torre Eiffel de París –con un estilo muy steampunk por cierto– o la presencia de tecnologías como pistolas láser de alto poder, monorieles flotantes y robots inteligentes hacen todo el sentido al asumir que la cinta sigue ese tono.
Dicho lo anterior me parecería que más que considerarse como una película de ciencia ficción donde el espectador piensa que todo lo que ve podría ser posible en algún momento, Tomorrowland sería más bien un relato de fantasía que hace tributo a la manera en que la gente veía un mañana lleno de maravillas que actualmente podrían parecer irreales.
La historia que nos plantea Tomorrowland es completamente fantástica, no esperen una trama completamente seria, y vayan con la mentalidad de que se trata de una historia de aventuras muy similar a lo que Disney ya ha hecho con series como National Treasure con muchas posibilidades de tener una secuela.
Un secreto bien guardado no puede ser descubierto tan fácilmente por lo que en Tomorrowland no faltarán las secuencias de acción que hemos visto ya en varios de sus tráilers. Persecuciones, peleas, explosiones, vuelos y mucho más nos espera en esta cinta, sin perder nunca el toque familiar que reducirá en gran medida la violencia de forma muy sutil.
Es muy difícil explicar cuál es el problema de Tomorrowland sin hacer spoilers, pues es algo completamente relacionado con la manera en que se nos cuenta la historia. Algunas decisiones en la manera en que se desenvuelven los personajes y que no terminan por sentirse de forma completamente clara podría causar confusión. En cuanto se estrene la cinta el próximo viernes 22 de mayo podremos discutir con precisión a lo que nos referimos con esta ambigüedad que aleja a la película de la perfección.
Tomorrowland no es la mejor película de Brad Bird, prestigioso director que brilló en películas animadas como The Incredibles y Ratatouille además de ofrecer un tono fresco a series como Mission Impossible con Ghost Protocol, aun así cumple con varios objetivos de forma adecuada. Muy en el tono de las películas de Disney se encarga no sólo de ser un comercial más para sus productos, sino de transmitir un mensaje muy esperanzador respecto a la visión que tenemos del futuro.
Tomorrowland nos ofrece una buena cantidad de fan service para todos los amantes de los Disney Parks y la cultura de Walt Disney mientras retoma los ideales del genio detrás de toda la magia. Es entretenida, divertida y fantasiosa –con todo y sus fallas respecto a la manera en que nos cuenta la historia y nos presenta a sus personajes. Es una película que muy probablemente te provoque varias sonrisas y un buen rato en las salas de cine.
Como fan de Disney disfruté la película en gran medida sobre todo por el mensaje final de la misma y la recomendaría a quienes compartan estos gustos, no tanto a los que busquen una trama seria o mucho más madura. Definitivamente no es película del año y quizá no brille a la hora de ofrecer galardones, pero tiene propuestas interesantes que se podrían seguir abordando en futuras entregas de manera adecuada.