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Vlambeer
Vlambeer
05/12/2015
Decir que un juego es divertido cuando va a llegar al mercado es muy fácil, cumplir realmente con esa promesa no lo es. De forma muy modesta el estudio Vlambeer nos demostró con juegos como Super Crate Box y Luftrausers que sus juegos pueden parecer excesivamente simples, pero ya cuando estás frente a su gameplay te das cuenta que en realidad no necesitas nada más para pasar realmente un muy buen rato lleno de diversión.
Con la sencillez que los caracteriza además de un diseño fino y bien calculado, es precisamente este estudio independiente holandés quien nos da una de las mejores sorpresas de fin de año con un título que pocos esperaban pero muchos hemos disfrutado: Nuclear Throne.
Al igual que todos los juegos roguelike Nuclear Throne tiene ese sabor frustrante, impredecible y altamente difícil, con partidas en las que puedes terminar el juego por completo en menos de una hora o fracasar una y otra vez hasta querer arrojar el control. Respecto a juegos que he probado en los últimos años me pareció como meter en una licuadora lo que más me gusta de Spelunky y Hotline Miami para dar como resultado un título que he jugado por más de dos horas seguidas sin parar o en partidas rápidas de menos de 15 minutos con la misma diversión e intensidad.
Aquí les platico un poco de qué va esta gran sorpresa de fin de año.
Nuclear Throne es un dual stick shooter roguelike lo que quiere decir que aunque hay zonas definidas con cierto tipo de enemigos y ambientes, cada una de las partidas que juegas es completamente diferente en el diseño de sus mapas que se generan de forma aleatoria; a favor este tipo de diseño nos deja ante un juego siempre fresco, por otro lado puede resultar en algunas combinaciones que lejos de ser placenteras pueden ser caóticas y hasta frustrantes; imagínate que llevas una partida prácticamente perfecta ya casi por llegar al final y de repente se juntan todas las variables en contra para matarte acabando así con todos tus esfuerzos y progresos en un par de segundos.
Lo advertimos, al igual que muchos juegos de su género y que otras propuestas de Vlambeer estamos ante un juego con dificultad realmente elevada, en cada partida tienes una sola vida para intentar acabar el juego o quedarte muerto para sumar un punto negativo más a tus estadísticas; quizá el 99% de las veces que lo juegues sean fracasos hasta que ya tus habilidades con los pulgares sean superiores a las de los comunes mortales.
Inicias tu partida en un nivel relativamente sencillo, en los primeros minutos tú mismo buscas calentar los pulgares como tutorial al dispararle a criaturas relativamente fáciles de eliminar, pero no pasará mucho para que la pantalla ya se convierta en un festival de balas en contra que buscan impactarte para acabar con tu vida. Inicialmente sólo estás armado con una sencilla pistola pero abundantes cofres del tesoro te darán además de municiones la oportunidad e acceder a más y mejores armas que puedes equipar, sólo dos de ellas a la vez.
La variedad de armas es uno de los elementos mejor planeados dentro del juego, desde una llave de tuercas para golpear a los enemigos sin gastar balas hasta ametralladoras, ballestas, rifles, lanzagranadas, lanzacohetes, pistolas láser o escopetas, pasarán una gran cantidad de horas y partidas para que conozcas todas las opciones disponibles y cuáles se adaptan mejor a tu manera de jugar. Siempre que encuentres un arma nueva en el campo de batalla será tu decisión dejar atrás el arma que estás usando por una nueva opción o continuar con lo que ya has conocido.
Toda la variabilidad que proviene del arsenal tan positivo que incluye el juego se combina de forma muy adecuada con una buena cantidad de personajes jugables, todos ellos simpáticos monstruos y criaturas sobrenaturales que poseen habilidades únicas. A mi me gusta mucho un pez humanoide cuya habilidad es dar un giro rápido que puede ser el último recurso cuando los enemigos están por alcanzarte, también una planta que arroja una semilla que a su impacto deja una red de ramas que enredan e inmovilizan a los rivales. Así como ellos hay personajes con habilidades muy locas y útiles tanto de forma defensiva como ofensiva, de ti depende elegir sabiamente al iniciar la partida o hacerlo aleatorio para que haya más diversión.
Con todos sus principios básicos, lo que más nos queda de Nuclear Throne es que se trata de un título excesivamente frenético en el que sólo la práctica te puede llevar a triunfar, y nunca puedes encariñarte con el personaje de alguna de las partidas, en lugar de ello debes pensar muy rápido pues en un segundo puede acabar el juego y tendrás que comenzar una vez más desde cero.
El sistema de progresión en Nuclear Throne va por niveles como en la mayoría de los juegos, para lograr subir de nivel a tu personaje tendrás que obtener pequeños fragmentos verdes que salen de cualquier enemigo que hayas eliminado. Cada que subes un nivel en lugar de mejorar tus estadísticas básicas de forma rígida tienes la oportunidad de optar entre tres habilidades distintas que pueden hacerte más defensivo u ofensivo; una vez más pensar rápido y elegir bien qué se adapta más a tu estilo de juego puede ser la diferencia entre vivir o morir.
Obtener munición extra de enemigos caídos, recuperar un poco de salud que hayas perdido, aumentar tu velocidad básica, lograr más daño con cierto tipo de armas y muchas otras habilidades son las que desbloqueas cada vez que escalas un nivel, y sentirás mucho la diferencia entre un personaje que ya ha sobrevivido varios niveles respecto a uno que apenas vaya comenzando.
Aunque los niveles son generados aleatoriamente, hay un diseño bastante decente detrás de cada una de las zonas en las que se divide el juego, mismas que cambian no sólo en su apariencia, sino también en la distribución y el tipo de objetos que puedes encontrar en ellas.
Quizá lo que le da indentidad a cada una de las zonas son los tipos de enemigos con los que te topas y que van incrementando en resistencia y poder conforme avanzas en el juego. La experiencia se corona con los jefes que con una animación especial salen al ruedo entre explosiones para hacerte temblar ante su poder, tendrás que ser muy astuto para esquivarlos y mantenerte muy a la defensiva pensando cada uno de tus ataques para poderlos vencer.
Los enemigos cumplen al hacerte sufrir con su variedad y sus ataques, aunque no te perseguirán para darte muerte su distribución abundante y poder ofensivo te hará pensar cada uno de los pasos que des en cada partida.
El género de los roguelike puede estar muy viciado entre los indie contemporáneos, pero lo que hace la diferencia entre un buen título de este tipo y genéricas aventuras sin sabor es el diseño general de las mecánicas más esenciales del juego, y nos queda claro que los aciertos en el diseño por parte de Vlambeer fueron la clave para que Nuclear Throne se pudiera distinguir entre ellos.
Gran variedad de personajes, habilidades y armas combinado con rivales fuertes en escenarios peligrosos derivan en un juego que si bien no se libera de lo repetitivo e injusto que pueden llegar a ser los juegos aleatorios y que derivarían en una experiencia frustante, nos dan abundantes horas de diversión y reto para los que buscan un juego difícil y muy frenético.
Un acierto más para Vlambeer, seguimos a la espera de más buenos juegos de este estudio que el autor que escribe esta reseña ya coloca entre favoritos dentro del escenario independiente.
Si pueden juéguenlo en PS Vita, disfruté mucho de su versión portátil que corre sin ningún problema y con todo el frenesí del título.