En los recientes años mucho hemos leído y escuchado sobre la crisis migratoria en el mundo causada por los conflictos armados o los problemas económicos. Debemos ser conscientes que estamos hablando de movimientos humanos forzados que ponen en riesgo la integridad de los desplazados ya que siempre se producen en la ilegalidad lo que significa atravesar fronteras naturales complejas y en las peores condiciones.
Esta misma semana me puse a revisar la tienda digital de Nintendo Switch en busca de algo que no hubiera visto antes, que haya pasado por alto, con la firme intención de jugar una propuesta nueva. Fue así como me encontré con un logotipo particular. El juego NORTH. La miniatura sólo tenía el nombre en un fondo simple de un degradado como un atardecer, me llamó la atención por su simplicidad que me recordó a mis esfuerzos por hacer arte para las entradas que han podido leer y que el equipo de Atomix ha tenido a bien ayudarme para que sean más decentes.
North es un juego desarrollado por Outlands y su creación tiene como fin el crear conciencia sobre la crisis humanitaria de la inmigración masiva. Esta es la premisa que sirve como resumen para el título en la tienda… así que partiendo de lo que podía darme para reflexión el tema y por el precio tan bajo no lo pensé ni un momento para bajarlo.
El inicio es bastante fuerte. Una declaración explicita de los desarrolladores en los que ponen las reglas de lo que viene, a saber, el juego es más una experiencia y no hay puntos de guardado, lo que no es de preocupar porque tiene una duración máxima de una hora. Con lo anterior sentí que había encontrado una joya y que su condición de viva una vez la experiencia, al no haber guardado, sería uno de los mejores puntos. Esto lo digo porque rompe una de las mecánicas básicas del videojuego, que es el poder salvar la partida, y lo acerca más a la experiencia humana en la que no hay forma de volver el tiempo poder partir de un punto estático.
Según la definición más básica de la palabra alienígena es aquella que se otorga a un ente que proviene de otro planeta, empero, como anglicismo también puede ser usada para una persona que procede de una región diferente, es decir, un extranjero. En North eres una extraña combinación de las definiciones anteriores ya que el lugar donde estás parece un lugar cyberpunk con extraterrestres incluidos, esto sin duda es para dar la sensación de estar en un lugar donde uno no encaja… de estar en un país en el que no eres esperado.
Después el juego pretende ser confuso y busca la alegoría con símbolos muy precisos que hacen alusión a la religión y la política, pero eso… ¡Pretende! Se queda en una pretensión ya que más bien se convierte en una experiencia sin sentido más que en un intento de crear un afecto entre el jugador y la situación. Es cierto que la soledad y el sentimiento de estar extraviado sí se hacen presentes pero se ven opacos por la baja calidad de la producción y la pobreza de significantes y relaciones para los símbolos que aparecen.
Después de más de 30 minutos de caminar y conocer lo poco que se puede, me di cuenta de la mecánica que funciona como una cadena de producción, (punto a su favor si esto es por una metáfora del modelo de manufactura actual), en la que una acción debe ir cuidadosamente enlazada a la siguiente para llegar al final. Pero esto le resta fuerza al argumento porque al final me preocupaba más no saltarme un solo paso que realmente el problema humano que se supone retrata.
Ahora daremos un salto abrupto a una relación con el arte contemporáneo. Sé que de momento parece que sin argumentos quiero ligar una cosa con otra pero hay una conexión.
El cuestionamiento por el arte contemporáneo no es algo nuevo sino que los mortales como yo siempre lo hacemos cuando vamos a lugares como el MUAC y vemos una silla pintada de un color uniforme o cuando algunos de ustedes ven que en Zona MACO se venden bolsas de mandado por millonadas. Se supone que estas manifestaciones “artísticas” lo son por un argumento fuera de la obra misma, lo mismo que pasa con North. De no haber leído la introducción podría pasar como un juego de exploración que retrata la opresión social a algún sector.
Entonces el propósito del juego sólo es visible por el discurso explícito que hay detrás de él y no en sí mismo como debería ser. Esto es un enorme problema ya que nos estamos enfrentando al mismo movimiento que otras formas de arte como la escultura y la pintura. Lo cual es natural ya que al pertenecer al mismo ramo de la experiencia humana pasa por los mismos vicios. Para entender cómo este mal entendimiento del arte ha arrebatado los espacios al verdadero arte les recomiendo buscar a la crítica Avelina Lésper quien ha evidenciado en muchas ocasiones como ahora todo se trata del mercado y la figura del curador como el ente que define que va y que no. En sus palabras
“La carencia de rigor (en las obras) ha permitido que el vacío de creación, la ocurrencia, la falta de inteligencia sean los valores de este falso arte” -Avelina Lésper, para Vanguardia MX–
Cuando vemos un foco roto en un museo asumimos que es arte porque está ahí en ese espacio que la sociedad ha creado para guardar y exhibir las obras de arte; sin embargo, ahora encontramos cosas comunes como sillas, mesas o lámparas que han sido intervenidas bajo un marco argumentativo que es lo que le da sentido más allá de su cotidianidad.
Aquí el problema es que North también carece de cualquier maestría: no hay diseño de niveles, ni desarrollo de un personaje… incluso como experiencia se siente vacía ya que no logra conectar nunca para una empatía real, y esto es grave ya que su eje es un tema muy severo y el tomarlo a la ligera y hacerlo mal es igual a hacerlo invisible. Se supone que es un videojuego porque está en un espacio destinado a estos pero carece de la técnica mínima para lograr algo más allá que ser la aplicación del espejo en los celulares, -ésa que sólo enciende la cámara frontal y se vende como un espejo real.
Ahora veo que haber pagado por este “juego” fue un grave error ya que al dar dinero a estos productos estamos permitiendo que las corrientes más detestables del arte actual permeen en una forma de expresión relativamente nueva.