Por: Iván Román (@YvannR_olvera)
Hace un par de semanas trascendió una noticia, sobre una entrevista realizada a Miyamoto hace más de una década, y es que cuando eres el creador de uno de los personajes más icónicos de la cultura popular a nivel mundial la gente se pregunta muchas cosas a cerca de tu creación. La cuestión se centra en la edad que tiene su personaje… y es que la verdad, del plomero italiano sabemos muy poco a pesar de su inmensa popularidad.
Es por eso que surge otra pregunta: ¿Es necesario saber la edad de Mario?
Pensemos por un momento en el tipo de juegos en los que el simpático plomero es protagonista. Primero tenemos una línea en la que el italiano debe salvar a la princesa y cada viaje para esta misión nos lleva a niveles y mundos fantásticos donde debe sortear distintos peligros y complicaciones para lograr su meta. Después tenemos las series que son spin-offs, tal es el caso del maravilloso Mario Kart (en todas sus secuelas) o Mario Party, por mencionar algunos en los que Mario no debe salvar a la princesa, sino debe cumplir otro tipo de metas.
Los juegos en los que él es protagonista son sin duda verdaderas joyas de mecánicas de juego y diseño de niveles donde Nintendo muestra todo su potencial para innovar una y otra vez, y a veces marcar el ritmo de la industria. Si bien hace varios años que esto no se ve tan claro, muchas de sus mecánicas son repensadas por otros diseñadores para sus títulos.
En el personaje de Mario existe una atemporalidad, es decir, no importa si lo conocimos desde su primera aparición cuando no tenía nombre, tenía que vencer a Kong y rescatar a la princesa; incluso cuando ya tuvo una identidad en su propia serie que cautivó y sigue cautivando a generaciones enteras que lo reconocen con el más mínimo detalle.
Sin embargo, su personaje no necesita tener capas, es decir, no necesita tener un trasfondo de distintas profundidades que nos hagan llegar a comprender las razones por las que el plomero más querido del mundo hace lo que hace.
Mario obedece al “deber ser”, es decir, sólo obedece una orden más grande que él y más grande que su misión. Y esa orden es llegar a salvar a la princesa y se la damos nosotros mismo porque en ello radica todo.
Mario nos ha regalado muchos de los momentos más memorables de la historia de los videojuegos, pero no por su historia o por su personaje sino por el perfecto diseño de niveles y mecánicas de juego que a lo largo de los años se han pulido tanto que casi rayan en la perfección, aun cuando digan que la serie New Super Mario Bros. ha hecho que la curva de aprendizaje de las mecánicas sea simple y lo haga parecer llegar de punto A al punto B. El mismo Miyamoto ha dicho que el juego es tan fácil o tan difícil como el jugador desee; para aquellos jugadores experimentados y que se perfeccionaron en The Lost Levels , el reto es completar todos los retos “secundarios” que tiene el título.
Pero Mario no necesita tener preferencias o inclinaciones hacia algo en concreto… y es que él es un personaje que goza de algo que sólo las obras maestras en cualquier ámbito tienen: la universalidad. Todos podemos entender perfecto a Mario porque no hay nada profundo que entender, sólo hay que correr y sortear peligros que cuando los dominamos nos hacen sentir verdaderos profesionales del gaming.
Seguramente en algún momento Miyamoto y su equipo se habrán preguntado si necesitaban hacer más complejo al personaje o darle matices que le dieran una personalidad compleja; sin embargo, la respuesta es visible. Decidieron que no había necesidad de hacerlo.
Este tipo de universalidad es la que gozan los personajes de Disney que no necesitan tener mucha complejidad, bueno en lo referente al ratón más famoso del mundo y sus amigos, porque ahora sus historias tienen muchos matices y con las versiones live action seguramente serán más complejos e involucrarán un mayor desarrollo de sí mismos.
Cuando me imagino cómo fue la entrevista en la que Miyamoto le dio un rango de edad a Mario me lo imagino más pensándolo al vuelo y no pensándolo con paciencia o reflexión… y eso no es malo por el contrario, porque esa es la misma actitud que ha tenido la serie toda la vida: el desenfado y la frescura de una respuesta que nos saca una sonrisa siempre.