Desde sus primeros trabajos altamente reconocibles como las Alice Comedies, Walt Disney trató de ofrecernos mundos fantásticos en los que las personas se combinaron con las animaciones, ese espíritu de mezclar lo mejor de ambos mundos se mantuvo por décadas en sus estudios con producciones que recordamos con cariño. En Los Tres Caballeros (1941) vimos al Pato Donald, Panchito y José Carioca visitando países de latinoamérica coquetéandole a muy guapas actrices en una mezcla de colores con un sueño surrealista; posteriormente Mary Poppins (1964) con Julie Andrews y Dick Van Dyke nos hicieron soñar en el mundo de pinturas de gis y los tejados de Londres retomando una vez más la combinación de universos de animación con personas. Finalmente quizá lo que más recuerda la mayoría es el fabuloso Roger Rabbit (1988) donde además de mezclarse los mundos de Disney, Warner y otros dibujos animados que marcaron un siglo nos presenta uno de los mejores logros en esa combinación de actores con animación.
Quizá no sean muchos los que recuerden Pete’s Dragon (1977), una comedia musical con un espíritu similar al que tuvo la cinta protagonizada por Julie Andrews más de una década antes de su estreno pero no con la misma recepción ni los mismos recuerdos positivos; a pesar de lo anterior el dragón Elliot se convirtió en un personaje muy emblemático de la marca por varios años y hasta tuvo su representación gigante en uno de los desfiles más importantes de los parques de Disney.
Siempre que hablamos de remakes no es sencillo saber qué pensar ante lo arriesgado que pudiera sentirse enfrentar una nueva propuesta a los recuerdos clásicos; más cuando se pretende hacer algo completamente diferente a la obra original. Este es el caso de la nueva versión de Pete’s Dragon que se basa muy ligeramente en la comedia musical de los setenta, la nueva cinta dirigida por David Lowery (Ain’t Them Bodies Saints) toma una dirección completamente nueva en la que lo único que lo emparenta con la obra que comparte nombre sería que el centro de la fábula es la relación de un niño huérfano con un amigo dragón que pareciera imaginario. Claro, seguimos teniendo un personaje animado –aunque ahora no sea bidimensional toma todas las ventajas del CGI– y personas que interactúan con él, ese concepto que como hemos revisado anteriormente se remonta a los orígenes de la carrera del mismísimo Walter Elias Disney.
Vamos pues a revisar de manera breve qué impresión nos ha dejado la nueva aventura de Pete y su amigo Elliot.
La empresa de Mickey Mouse se ha caracterizado por entregar productos completamente familiares, es por ello que casi siempre nos encontramos con cintas con mensajes positivos fuertes, entornos fantásticos, aventuras inocentes y conmovedoras historias aptas para todo público. Pese a lo anterior, hemos visto cómo el cine de Disney se ha transformado fuertemente para atender las necesidades de la sociedad contemporánea y a públicos que quizá requieren que se toquen temas sociales que hace un par de décadas no influían tan fuertemente en las personas o introduzcan personajes que atiendan a nuevos modelos para ser llamativos.
Lo que más disfruté de Pete’s Dragon es la ejecución del toque clásico que decidió tomar David Lowery para la cinta provocándose que se sienta como ese cine familiar que ya no suele hacerse en la actualidad; una aventura completamente inocente e imaginativa que pareciera haber salido de un live-action de hace un par de décadas con la gigante etiqueta de que se trata de una película de Disney con todos los valores que acostumbran impregnarse en sus productos.
Pete’s Dragon nos lleva a preciosos paisajes filmados en Nueva Zelanda que pretenden retratar entornos campestres y boscosos que nos alejan del caos de la ciudades y una vida devorada por el consumismo. En ese entorno tranquilo y con destacable fotografía se desarrolla una historia de aventuras y una conmovedora relación de amistad, que se olvida quizá de la hilarante acción o los efectos visuales exagerados de la mayoría de las películas contemporáneas, para recordar el valor que tiene apreciar la naturaleza y la imaginación infantil inocente de un mundo sin la invasión tecnológica exagerada que nos llega a consumir en nuestros días.
Resulta pues muy acertado el entorno en el que se desarrolla Pete’s Dragon y las figuras generales que nos presenta como una película de aventuras con un sabor muy clásico que nada tiene que ver con la comedia musical en la que se inspira pero cumple al ofrecer esa película inocente típica de la marca.
Sin lugar a dudas algo que ayuda bastante a esa ambientación es la banda sonora de Daniel Hart que me parece entre lo más destacable que se ha hecho para un live-action de Disney contemporáneo con toques de country y notas que bien acompañan el toque clásico, campirano e inocente general de la cinta.
Si hoy me pongo a reflexionar lo que por décadas uno podía esperar al entrar al cine a ver “una película de Disney”, me parece que Pete’s Dragon mezcla muy bien todos esos ingredientes en una cinta que, como les comentaba anteriormente, parece habernos hecho viajar un par de décadas en el pasado por la manera en que se aborda la aventura en general que jamás abusa de acción o los chistes ocasionales.
Tanto en el clásico como en la nueva película de Pete’s Dragon, Pete es un niño huérfano de diez años que encuentra un dragón verde con la habilidad de desaparecer que se convierte en su amigo; la principal diferencia es que en la cinta de 1977 el protagonista escapaba de su malvada familia adoptiva y en la nueva cinta más bien tenemos un inicio trágico en el que Pete pierde a sus padres frente a sus ojos y es “adpotado” por un amistoso dragón que encuentra en el bosque.
Lo que resulta de lo anterior es que el nuevo Pete que más que ser simplemente un niño travieso adopta una personalidad muy similar a la de Mowgli de The Jungle Book o Tarzán al pasar la mitad de su vida en soledad con su amigo el dragón entre los bosques. El pesonaje del dragón sí mantiene un poco la personalidad de aquel Elliot que vimos en 1977 pero mucho más animal como un dócil canino bastante conmovedor.
Cuando el nuevo Pete encuentra a más personas tendrá que decidir entre la vida con una nueva familia o quedarse con querido amigo dragón; entre la trama vemos la manera en que reaccionan los humanos al saber que existe un dragón que pareciera haber salido de la imaginación de un niño y todo se impregna de un mensaje bastante ecológico y de respeto a todo lo que nos rodea.
La talentosa Bryce Dallas Howard (Jurassic World) toma el papel de la guardabosques Grace, aportando así su muy expresivo e inocente semblante que ahora se torna muy maternal al encontrarse a Pete intererpretado de forma acertada por el joven actor Oakes Fegley. El experimentado Robert Redford toma el papel del “abuelo tierno y sabio” como padre de Grace que siempre incita a los niños a creer en lo imposible. Al elenco se unieron los talentos de actores como Wes Bentley, Karl Urban y por supuesto la joven actriz Oona Laurence como amiga de Pete y compañera en esta encrucijada del niño por seguir en los bosques o buscar a una nueva familia.
Las actuaciones en general son bastante acertadas, lo mismo no podemos decir de los personajes pues aunque algunos se sienten bien desarrollados otros parecen bastante desaprovechados como una de las principales debilidades de la cinta.
En cuanto al guión podemos decir que cumple con ese sabor de aventura clásica del que hablábamos anteriormente pero incluye un par de momentos que no nos parece que tengan la resolución más adecuada. Al final la película cuenta con varios momentos sumamente conmovedores enfocados completamente al público familiar al que busca alcanzar y aunque la trama no es perfecta y llega a tener uno que otro hueco se ve bien librada con los aciertos de los que hemos hablado.
En general Pete’s Dragon me parece una agradable sorpresa inesperada en el catálogo de recientes películas live-action de Disney, pues aunque se separa por completo de la película clásica con la que comparte nombre, nos ofrece una propuesta que persigue fines muy distintos a la de aquella comedia musical pero termina resultando en una película familiar muy recomendable digna de la buena recepción general que tuvo en los países donde ya fue estrenada.
Me gustó mucho su ambientación, su música, su mensaje, la relación de Pete con el reimaginado Elliot mucho más animal y algunos personajes como Grace. Su inocencia general y estructura de película infantil sumamente clásica y conmovedora creo que la hacen destacable entre otras propuestas contemporáneas de Disney y me hacen recomendarla, sobre todos a los que deseen disfrutarla en compañía de los pequeños de la casa.
Nota: La película que en español será conocida como Mi Amigo el Dragón se estrena el próximo 16 de septiembre en cines de México.