Creo que hablo por muchos cuando digo que es imposible evitar sentir miedo cada vez que se anuncia que habrá una película live-action de un determinado anime o videojuego. Aunque es cierto que a muchos esto nos causa algo de emoción y alegría, por lo general dichas sensaciones se suelen ver rápidamente opacadas por una preocupación inmensa hacia la calidad que éstas tendrán. Y no es como si esto fuese un mero capricho de los fans; comparada con las adaptaciones de cómics o libros, este tipo de producciones suelen contar con condiciones que van de lo dudoso hasta lo mediocre, y sólo en muy contados casos alguna de ellas consigue ser rescatable. Vaya, el temor está más que justificado.
Ahora y aún y con este prejuicio de por medio, Netflix se atrevió a tomar el riesgo de realizar una adaptación de este tipo con Death Note, uno de los mangas/anime más exitosos y populares de la última década. Al contar con una historia que ha cautivado a millones y una premisa que de cierta forma no se siente ajena a la cultura occidental, la compañía de entretenimiento creyó que trasladar su premisa a un film con un perfil más norteamericano sería relativamente sencillo y brindaría grandes resultados.
Es así como ahora y luego de una inmensa oleada de críticas, nos llega esta polémica adaptación de la popular obra de Tsugumi Ohba con la firme intención de demostrar que el cine estadounidense es capaz de hacer buenas películas basadas en anime. Para su infortunio, a Netflix le salió el tiro por la culata ya que su dichosa apuesta acabó por convertirse en un caso que viene a fortalecer todavía más el mencionado e infame estigma.
Antes de explicar el por qué de esta temprana calificación, creo que es pertinente comentar primero de lo que trata Death Note. La premisa de la obra gira en torno a un cuaderno con poderes místicos y con la habilidad de matar a cualquier persona de cuyo nombre sea escrito entre sus páginas. En el manga original, dicha libreta es hallada por Light Yagami, un brillante estudiante de preparatoria que, tras experimentar con ella, comienza a ver en ésta un medio con el cual puede limpiar a la sociedad de todos los malhechores y gente despreciable que la han corrompido. Precisamente durante su colosal limpia sus planes se ven rápidamente interrumpidos por L, un detective internacional de inmenso intelecto que comenzará a retarlo y perseguirlo para encarcelarlo por sus actos homicidas y con el que librará una batalla en la que cada uno buscará imponer su versión de justicia.
Con esta breve introducción seguramente ya te estarás dando una idea de lo que va Death Note: es una historia compleja con tintes de thriller policíaco y psicológico, que juega inteligentemente con elementos sobrenaturales y en la que vemos a dos personajes sumamente interesantes y profundos combatir en duelos intelectuales en los que siempre se pone en tela de juicio la ética y moralidad humana. Lamentablemente, ninguno de los aspectos antes mencionado (salvo por el nombre de la cinta) son retomados o ilustrados fielmente en la película de Netflix.
Empezando por su trama, ésta fue cambiada y ajustada a un modelo que le fuese más conveniente al director y su equipo de producción. En lugar de mostrarnos una historia en la que vemos a dos hombres astutos desarrollarse y demostrar de lo que son capaces, vemos un drama juvenil en el que un grupo de adolescentes inmaduros e impertinentes usan el cuaderno para jugar a sentirse importantes y adultos. Pero eso no es todo ya que, por algún extraño motivo, ésta de desenvuelve de una forma tan extraña que acaba convirtiéndose en un relato policíaco carente de motivaciones e ideas claras en donde lo único que importa es ver acción sin fundamento. Sí, así de incoherente es.
Su narrativa es otro atroz aspecto. Ésta se desenvuelve a un ritmo exageradamente acelerado en el que apenas y se tocan ideas muy generales que son de gran trascendencia en la obra de la que se basa (como el rol de Ryuk con el cuaderno, las reglas para usar la libreta o el culto que se genera en torno a Light Turner/Kira) y en las que jamás se ahonda de la manera que es debida. Debido a ésto, muchos de sus momentos aparentemente “importantes” no son bien explicados y los sucesos que buscan justificarlos terminan siendo muy pobres.
Para empeorar aún más la situación, esta versión de Death Note se vale de múltiples clichés del cine estadounidense con tal de hacer de su de por sí endeble premisa algo funcional. Desde personajes que caen en los estereotipos típicos de la sociedad norteamericana (como el estudiante nerd, la porrista popular del colegio, el padre de familia que no comprende a sus hijos, por decir algunos), secuencias más que vistas en otras producciones, marcadísimos momentos de tensión, escenas con gore explícito muy predecibles, y mucho más. Prácticamente no guarda sorpresa alguna y los pocos vuelcos que tiene su trama acaban por ser insulsos a más no poder.
Algo que hacía fascinante a Death Note era que su premisa fantástica y paranormal siempre se mantenía a flote gracias a lo verosímil y real que ésta lucía; pese a contar con elementos sobrenaturales, ésta siempre era creible y se manejaba dentro del espectro de lo real y lo posible. En el caso de la película, los elementos fantásticos no son creíbles, se abusan a sobremanera y hacen ver todo como algo más que absurdo. Nada de lo que vemos resulta convincente y se vuelve estúpido al cabo de un buen rato.
Las actuaciones también son terribles, sobre todo en lo que respecta al elenco principal. El Light que interpreta el actor Nat Wolff es pésimo y sus actuaciones exageradas nunca terminan por convencer al grado de que jamás resultan creíbles sus intenciones, aún y cuando se quiere mostrar serio o decidido. De igual manera Mia, a quien interpreta la actriz Margaret Qualley, es un personaje plano, sin chiste, con motivaciones muy ingenuas y con una injerencia tan forzada que apenas y logra aportar algo significativo rumbo al final de la trama. En lo que respecta a L (Lakeith Stanfield), éste cuenta con una personalidad mejor trabajada y llevada que los otros, aunque su aceptable trabajo se viene rápidamente abajo a mitad de la película cuando su personaje se transforma radicalmente y de la manera más innecesaria posible.
Lo que hace aún más doloroso todo este asunto es que ninguno de los personajes principales se asemeja en lo absoluto a su contraparte del manga/anime. En lugar de ser un estudiante prodigio y digno de admiración por su intelecto, Light es un adolescente llorón, perdedor y sin un objetivo fijo que rija su manera de pensar y actuar; por su parte, Mia es la típica porrista aburrida que busca algo que le dé emoción a su vida y no una famosa modelo con moral retorcida que comparte los ideales de Kira y que está dispuesta a todo con tal de ver cumplidos los sueños del objeto de su admiración; y L es un detective que, aunque guarda cierta excentricidad de su versión original, se muestra inmaduro y terco con demostrar que tiene razón y no como alguien que disfruta de retar a Light hasta hacerlo caer en sus ingeniosos trampas mentales.
Irónicamente la actuación de Willem Dafoe como Ryuk, un personaje creado por computadora, es la única que sobresale y cumple con los estándares. Si bien es cierto que el shinigami al que da vida el actor carece un poco del sarcasmo de su versión japonesa, resulta difícil ponerle un pero a su actuación o encontrarle tantas fallas como al resto del elenco. Eso ya es decir mucho.
En cuanto a su producción general, la calidad de edición de la película es simple pero no sorprendente. La forma en la que ésta juega con los encuadres, tomas y escenarios no es sobresaliente y sólo se limita a narrarnos su historia de una manera que sea coherente. Eso sí, su apartado musical es pésimo y se compone de varias canciones populares que, más que complementar a la narrativa, acaba rompiendo con el ritmo de la misma y genera una interpretación opuesta a la que desea transmitir.
Como dato adicional, la película cuenta con opción para verla en español latino. En sí las actuaciones con las que fue dotada son excelentes y le brindan buena personalidad a los personajes. Es una pena que éste buen trabajo no baste para salvar un film tan pésimo como éste.
Voy a ser honesto. Como buen fan de la serie decidí darle una oportunidad a la película aún y pese a los temores, prejuicios y hasta opiniones negativas que circulaban en torno a ésta. Ciertamente quise darle una oportunidad, sobre todo porque sabía que Netflix – que suele entregar trabajos de gran calidad – estaba detrás de ella. No obtante y aún y con la mejor de las intenciones, me resulta difícil decir algo positivo de ella.
Death Notes es terrible, la peor adaptación en film de un anime que haya visto desde hace ya algún tiempo. Me parece atroz la idea de que sus productores creyeran que con el simple hecho de situar su trama a un contexto norteamericano menos “rebuscado” y compactando todas sus ideas principales a una produccion de hora y media bastaría para sacar a flote este fallido proyecto. Su historia es pésima y todo debido a que le removieron todos los elementos claves que hicieron de la obra de Obata algo magistral. De igual manera, los personajes que presenta no son interesantes, dan lastima, los motivos que conducen sus acciones son estúpidos y su riTmo narrativo es apresurado y aburrido. Ver la manera tan simplona y perezosa en la que acabó por convertirse esta película de Adam Wingard no hace más que reafirmar mi temor por producciones de este tipo que se hacen fuera de Japón. Es el ejemplo más claro y reciente de que el cine estadounidense no sabe adaptar nada que provenga del exterior; mucho menos de Japón.
Si eres fan de Death Note es fácil decirte lo que debes hacer: ignórala por completo ya que no merece ni que le des la más mínima oportunidad. Si por el contrario pensabas adentrarte a la franquicia con ésta, creo que te harías un mejor favor si lo hicieras por medio del anime (que por cierto está en Netflix), el manga o hasta de las películas que hicieron en Japón – incluso éstas últimas le son más fieles a la obra original -. Sí, es verdad que quienes no conocen la serie podrían encontrar la pelicula algo pasable, pero eso no le quita el hecho de que sea una adaptación mediocre.