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Lo sabemos, la navidad es una invención gringa, pero no es como que el día del amor y la amistad se inventara en Oaxaca. No nos hagamos tontos, todos gozamos de esta bella y capitalista tradición de recibir regalos el 25 de diciembre, no importa si nos rendimos ante el gordito con traje color Coca Cola, o si nos mantuvimos lo más puristas posibles al tener un niño dios en el pesebre.
Más allá de discutir el origen de tan bella tradición, en el staff de Atomix decidimos compartir con ustedes de manera muy personal los videojuegos que recibimos en esas fechas. Gratos recuerdos hemos formado al destrozar las envolturas de las cajas para descubrir el juego que tanto estábamos esperando, o tal vez una sorpresa inédita que nos hizo el día.
Por mucho tiempo en mi infancia/adolescencia, mi juego se centró por completo en la PC, y vaya época dorada de los RTS que me tocó vivir en mi computadora.
Uno de los regalos de la temporada que más voy a recordar toda mi vida es la Collector’s Edition de Age of Empires, paquete que incluía los dos primeros juegos de la serie y sus expansiones. Cuando lo recibí ni siquiera tenía conocimiento de lo que estaba a punto de descubrir.
Bastó jugar un par de tutoriales para que el juego me atrapara por completo; sus campañas me hicieron apasionarme por la historia y querer descubrir más de esos héroes históricos que conocí no por las clases de la escuela, sino por uno de mis juegos favoritos de la infancia.
¡Qué bella edición era este paquete!, con manuales físicos tan anchos como cualquier otro tomo de mi librero, lleno de ilustraciones y consejos útiles; también incluía bellos árboles de habilidades impresos para tener siempre en cuenta las mejores estrategias.
Para mi Sonic ocupó el lugar hueco que en el corazón de la mayoría ocuparía Super Mario. Sí, jugué los clásicos de NES muy chico, pero ya en mi etapa de adicción videojueguil fue Sonic quien se ganó la mayoría de mis afectos.
Estrené mi Sega Genesis ya a destiempo, no recuerdo cuándo en realidad pero seguro que ya llevaba mucho en el mercado. Aún así para mi resulta incomparable el momento en el que saqué la consola de la caja y puse en ella el cartucho que incluía mi paquete: Sonic 3.
Incomparable el escuchar el canto “Sega” mientras el logo aparecía en la pantalla, y experimentar a toda velocidad su gameplay de plataformas tan peculiar en el que ya estaba tu fiel acompañante Tails con sus habilidades de vuelo.
Sonic 3 marcó mi infancia, y al descubrir los otros dos títulos anteriores de la franquicia unos meses después, me dejaría con un gusto incansable por los títulos de plataforma que hasta la fecha prevalece.
De mis mejores recuerdos del Super Nintendo está Tiny Toon Adventures: Buster Busts Loose!, título de Konami que trae a la vida a nuestros personajes favoritos de la caricatura. Ser niño y poder interactuar con los personajes que veíamos en la televisión era increíble. Además, fue mi primer acercamiento con el fútbol americano, mismo que se me hacía increíblemente difícil.
Hablando de dificultad, era un horror enfrentarse a los jefes con mecánicas complicadas como Dizzy Devil, a quien había que alimentar hasta el hartazgo.
La segunda fue mi generación favorita en toda la historia de Pokémon. Poder viajar al pasado, la mecánica de atrapar a los perros legendarios que corrían en el mapa y descubrir a los míticos Ho-Oh y Lugia me pareció increíble, aparte de que podía ver a mis Pokémon favoritos con una mejor paleta de colores que en Yellow.
El complemento perfecto para ser todo un entrenador Pokémon -antes de que existiera el Poké Walker- fue mi Pokémon Pikachu GS. Los Tamagotchi jamás se me hicieron tan atractivos, hasta que llegó por fin la oportunidad de llevar a Pikachu a donde quisiera. Gracias al puerto infrarrojo podía activar el legendario Mystery Gift e interactuar con las criaturas de mi party. ¿Poké Walker? ¡Ja!
Para mi, la navidad y los videojuegos son dos elementos que siempre han ido de la mano. Varios de los mejores recuerdos de mi vida están depositados en ese mágico momento de bajar en la madrugada con mi hermano a ver qué había traído el querido Santa Claus. Muy probablemente y a pesar de no ser mi Zelda favorito, The Legend of Zelda: A Link to the Past sea una de mis memorias navideñas favoritas.
El ver esa caja dorada en el pie de mi árbol sigue causando que el estómago se me hunda y que inevitablemente, sonría. Oler el cartucho nuevo para colocarlo en el SNES y comenzar con una de las aventuras más memorables en la historia de esta industria, es algo que simplemente jamás se me olvidará y que seguramente, seguiré contando cada vez que tenga la oportunidad. ¡Larga vida al formato físico!.
Se perfectamente bien lo especial que son cosas como Super Mario 64 (lo amo con locura), sin embargo, durante la navidad de 1997, recibí algo que me cuesta mucho trabajo describir. Desde su presentación en esa preciosa caja mucho más gruesa que la del resto (gracias a que incluía el rumble pack), supe que Star Fox 64 sería algo muy especial.
Éste juego, en mi opinión, representa lo mejor de esta industria que tanto amamos. Un gameplay increíblemente fino y divertido, con una atmósfera y personalidad que muchos títulos actuales quisieran. Tal vez mi amor por Star Fox 64 se encendió aún más cuando hace un par de años, me enteré que es el juego favorito de Shigeru Miyamoto, héroe mío y de muchos más.
De entre los pocos juegos (o juguetes) que solía recibir en navidad, uno de los que más me divirtió por horas, tanto sólo como en compañía de mi hermana, fue Chip n´Dale: Rescue Rangers de NES. Cómo solía ocurrir en la época, mis padres compraron un juego basándose solamente en la imagen de la portada así como en lo que estuviera de moda en ese entonces; en este caso, fue el título de los rescatadores desarrollado por Capcom, y, a decir verdad, me alegra mucho que haya sido ese y no otro.
Cuando abrimos el juego y lo colocamos en nuestro NES, de inmediato nos atrapo y divirtió. No, no por que fuese de una caricatura tan genial como Rescue Rangers, sino porque Capcom, durante la década de los 90, casi todo lo que tocaba lo convertía en oro y este juego no era la excepción. El título era sumamente divertido, retador, duradero y, aún más importante, permitía jugar de manera cooperativa; que mejor regalo para un par de hijos que uno que puedan utilizar al mismo tiempo.
Aún no se cómo fue que mis padres lograron conseguirlo puesto que el juego ya había salido desde hacía un par de años. Sea como sea que lo hayan logrado, aún les agradezco por haberme dado un título que logró hacer que mi hermana y yo nos divirtiéramos por horas, al mismo tiempo y sin tener que estar turnándonos vida y vida.
Nací en diciembre, muy cerca del día de navidad. Si bien se podría pensar que por las fechas uno podría recibir más regalos, esto no siempre es así.
En una ocasión mi papá decidió regalarme un solo juego para la temporada y con el cual pudiese abarcar mi cumpleaños y navidad al mismo tiempo. El juego en cuestión fue Super Mario RPG: Legend of the Seven Stars para SNES y, aunque el recibirlo me causó mucha alegría, recuerdo que en aquellos momentos no me fascinaban los juegos de consola tanto como los de Gameboy.
Lo jugué un rato, pero debido a la alta cantidad de texto en inglés, así como de las mecánicas que muy poco se parecían a la de los juegos clásicos de Mario, rápidamente lo descarté por un buen rato; como por un par de años o inclusive un poco más.
Los años pasaron y no jugué Super Mario RPG sino hasta un día de navidad. Recordé que tenía un juego de Mario que nunca había jugado más allá de 2 horas. Al estar de vacaciones de la escuela, y al ser el 25 un día de flojera total, me decidí por probar en serio el título; vaya joya fue la que me estuve perdiendo por mucho tiempo.
Lo que rápidamente comenzó como una sesión de una hora, pronto se convirtió en todo un día de navidad en el que me la pasé acompañando a Mario, Mallow, Geno y compañía salvando al Mushroom Kingdom. ¡Y aún así me faltó muchísimo tiempo para acabarlo!
Sí, tenía unos cuantos años más y un mejor domino básico del inglés, pero fue precisamente esa preparación, misma que me faltaba unos años atrás, la que me permitió conocer una joya que rápidamente se convirtió en una de mis favoritas.
Estos son sólo algunos de nuestros recuerdos más preciados de la navidad. ¿Quién no recibió la sorpresa bajar corriendo al árbol el 25 de diciembre?, ¿qué juegos les hicieron su navidad?