Cinco años antes de los eventos de Arkham Asylum…
Gotham City es, como de costumbre, un caos: delincuentes sueltos y cometiendo fechorías por doquier, policías corruptos encubriéndolo todo, ciudadanos aterrorizados que apenas viven una vida subnormal; señores del crimen asegurando sus futuros mediante fortunas multimillonarias a costa de extorsiones, torturas y asesinatos. Dos figuras emergen en este mundo sin esperanza para iniciar una búsqueda de verdadera y efectiva justicia: el teniente James Gordon, un policía honrado que intentará hacer lo que esté de su parte para cambiar las cosas; y Batman, una misteriosa criatura de la noche que enfrenta a los criminales con el mismo violento rigor con que ellos cometen sus actos.
El maestro del terror, y actual pez más gordo de Gotham, Black Mask, ha encontrado sus planes frustrados en repetidas ocasiones por ese rumor nocturno al que llaman “el hombre murciélago” y ya no está dispuesto a tolerar tales faltas al perfecto sistema de la ciudad. Por eso, ha contratado a ocho de los más temerarios asesinos a sueldo del mundo y, cual concurso de realidad en TV, los ha puesto a competir por una jugosa recompensa. La dinámica, simple: tienen una noche para matar a Batman.
Lo anterior es la premisa de el nuevo título de la serie Arkham, de Warner Bros. Games Interactive, y suena a que será todo una experiencia; no sólo por lo intenso de su planteamiento, sino por todo el ruido que se ha generado alrededor del título tras el éxito de las previas entregas. Arkham Origins tiene una reputación por la cual vivir, aunque tampoco es que tenga que demostrarle nada a nadie, pero si sienten que han inflado sus expectativas de más por él, quizá quieran relajarse y dejar escapar un poco de ese aire de hype antes de aventurarse del todo al juego.
Batman Arkham Origins es un juego que inicia asumiendo que todos estamos familiarizados con los dos anteriores juegos y es que, después de un par de minutos del mismo, te encontrarás conectando combos, usando gadgets y planeando por la ciudad como si nunca hubieras dejado de jugar Arkham City. Esto es bueno, porque el juego es leal a su propia fórmula y de inmediato te hace sentir como en casa; pero a la vez empieza a generar la duda de si no estamos jugando exactamente el mismo título de antes, y cómo nos hace sentir eso.
Estamos en Gotham y –en teoría– tenemos entera libertad de explorarle a nuestro gusto, aunque claro con objetivos predefinidos. El entorno es más grande que esos delimitados espacios que conocimos como la isla del asilo Arkham y aquel problemático reino criminal Arkham City; pero al mismo tiempo se siente más burdo y menos lleno de vida. La dinámica de planear está tan bien implementada como en el pasado juego, por lo que llegar de un lugar a otro eficazmente es fácil y hasta divertido. De inmediato tendremos activas también múltiples misiones cerca de cada punto visitado, misiones que nos harán divagar entre si salvar a ese rehén, ir a nuestro siguiente encuentro con cierto psicópata o ponernos a buscar los regalos que nos dejó un tal Riddler; todo a nuestro ritmo y en una presentación muy familiar… sospechosamente familiar.
Entre las secciones de esta enorme ciudad encontraremos muchos grupos de delincuentes llevando a cabo sus respectivas tareas. Podemos involucrarnos en enfrentamientos con ellos a cada momento y, de salir victoriosos, generaremos puntos para abrir nuevos movimientos y habilidades para Bats; pero también podemos ignorarles y actuar con sigilo para sólo ir a donde deseamos sin mayor contratiempo. El combate sigue siendo la delicia que los dos títulos anteriores perfeccionaron, fluido, estéticamente impactante y que hace honor a las proezas de combate que sólo el caballero oscuro puede lograr. Los enemigos tienen los comportamientos que también ya conocemos y podemos esperar, salvo quizá un nuevo tipo al cual hay que contraatacar dos veces seguidas antes de poder hacerle daño.
Por supuesto, también están otro tipo de dificultades especiales, como las áreas donde forzosamente habrá que pelear, o las batallas con los jefes, y también están de regreso esas secciones del juego que se pueden (o se deben) cruzar jugando al estilo depredador, en el cual usamos todas las artimañas que Batman tiene disponibles para deshacernos de un numeroso grupo de enemigos de manera silenciosa, uno a uno y sin dejar rastro. Haremos uso de los Batarangs, el gancho con cuerda retráctil, geles explosivos y demás tecnología Wayne al servicio de la justicia. Algunos de estos ítems cambiaron un poco de forma, nombre o funcionamiento, pero en general son todos los que recordamos y que ya vimos en los pasados juegos; de entrada, tenemos acceso a un buen número de ellos y otros los abriremos conforme al progreso en el juego.
Además del modo historia, el juego te mantendrá ocupado un rato con los desafíos y el multiplayer. Los primeros son los clásicos escenarios predeterminados que nos permiten pulir nuestras habilidades stealth o de combate para además tener un lugar en los rankings mundiales. Seguramente algunos extras se añadirán vía DLC después; de momento, algunas copias del juego incluyen el paquete de challenges de DeathStroke. El multijugador, en cambio, nos permite pertenecer ya sea a la horda de secuaces del Joker, a los seguidores de Bane, o bien jugar como el dúo dinámico con el objetivo de detener a los otros dos bandos; Interesante en papel, pero no es tan divertido como pareciera.
En cuestión narrativa, Arkham Origins también se presenta de la misma manera que sus secuelas predecesoras (…) con conversaciones y cinemas en tiempo real de los personajes o con la incursión de uno que otro video Full Motion que goza de una increíble producción. Lo interesante en este apartado es que nos cuenta cómo se forjaron rivalidades y amistades, más bien alianzas, importantes para la historia del hombre murciélago. El Joker también tiene un papel importante y el juego explora la dualidad del mismo ser que puede ser encontrada en ambos personajes. Hay que mencionar que para este título tenemos nuevas voces dando vida a estos dos legendarias figuras. Troy Baker hace un muy buen trabajo llenando los enormes zapatos de El Guasón; a Craig Smith, por otro lado, le queda algo grande la capucha del murciélago.
Es difícil encontrar un balance entre el punto en que la fórmula de un juego se respeta y dónde éste encuentra la zona de comfort de no intentar nada nuevo. Arkham Origins se encuentra tambaleándose en ese momento. No se trata para nada de un mal título pues trae de vuelta todo lo que ya conocemos y nos gustó del pasado, pero a la vez se va muy a la segura y decepciona un tanto desde el punto de vista de que no hace ningún progreso respecto a ese previo título. Es admisible por esta vez y por tratarse de un estudio distinto, pero si Warner piensa exprimir esta serie de juegos, más vale que un siguiente título realmente proponga un avance para la franquicia. Los juegos de Batman brillaron mucho esta generación de consolas, hecho que ya es un logro después de las muchas y malas experiencias previas con el personaje los pasados 15 años, por lo que no nos gustaría verle estancarse tan repentinamente.
