El fantasma de Samuel L. Jackson no estará acechando en un cine cerca de tu casa. El actor de 74 años compartió recientemente en una entrevista de amplio alcance que no aprueba que los estudios utilicen inteligencia artificial para conjurar su imagen y se asegura de eliminar esa posibilidad de todos sus contratos.
El debate en torno a la inteligencia artificial en las películas se reavivó esta semana con el lanzamiento de la última serie de Marvel, “Secret Invasion“, que dependía de esta tecnología controvertida para sus créditos iniciales. Jackson, quien protagoniza la serie de Disney+, confesó que tiene límites estrictos con respecto a la inteligencia artificial.
“¿La gente recién empezó a preocuparse por eso? Yo pregunté sobre eso hace mucho tiempo. La primera vez que me escanearon para George Lucas, pregunté: ‘¿Para qué es esto?'” dijo a Rolling Stone, refiriéndose a su papel en la trilogía de precuelas de “Star Wars“. “George y yo somos buenos amigos, así que nos reímos de ello porque pensé que lo estaba haciendo porque tenía a todos esos talentos mayores en el ‘Episodio I‘ y si les pasaba algo, todavía quería ponerlos en la película”, admitió Jackson.
También compartió que el proceso de “escaneo” se ha vuelto una práctica común en Marvel Studios.
“Desde que estoy en el Universo de Marvel, cada vez que cambias de traje en una película de Marvel, te escanean”, dijo Jackson. “Desde que hice ‘Captain Marvel‘ y hicieron el proyecto Lola donde me rejuvenecieron y todo eso, pensé: ‘Bueno, supongo que pueden hacer esto siempre que quieran hacerlo si realmente lo desean’.” El ganador del Premio Honorario de la Academia ofreció consejos a sus colegas actores.
“Los futuros actores deberían hacer lo que siempre hago cuando firmo un contrato y tiene las palabras ‘en perpetuidad’ y ‘conocido y desconocido’: tacho esa m****a”, confió. “Es mi forma de decir: ‘No, no apruebo esto'”.
Vía: New York Post
Nota del editor: Antes pensaba que era interesante mantener vivos de alguna manera a los mejores actores pero, esto también podría cerrar las puertas a nuevos talentos o hacernos olvidar cómo actuaban los originales.