Por fin, luego de poco más de un semestre y de esperar unos cuántos episodios, la primera saga original de Dragon Ball Super ha entrado a su momento cumbre: el esperado torneo de las artes marciales de Champa. Si tú eres de los que se ha aguantado hasta este momento para ver la serie, entonces vete preparando, ya que a partir de ahora las cosas se van a poner muy interesantes.
En comparación a resúmenes previos, a partir de ahora se abordará información totalmente nueva que, probablemente, no has visto hasta ahora y que podría arruinarte la trama. Si no has visto nada nuevo de Dragon Ball después de la película de La resurrección de Freezer, entonces te advertimos que procedas con cautela.
Luego del peculiar capítulo que fue el de la semana pasada, las cosas por fin regresaron a la normalidad dentro de la serie. ¡Y vaya que lo hicieron de una forma rápida y contundente! Y es que durante toda la duración de éste, nos llovieron detalles y secuencias que no dudamos hicieron emocionarse a más de uno. Pero vayamos por partes que en verdad hubo muchos que fueron sumamente interesantes.
Como tal la primera parte del capítulo se dedicó en mostrarnos como fue Wiss y Bills comenzaron a juntar a todos los guerreros y acompañantes que asistirían al torneo. En un inicio vemos como el misterioso asistente del dios acudió a la Tierra para recoger a Gokú y sus amigos, sólo para posteriormente llevarlos a su planeta donde se reuniría con el destructor y el último integrante de su equipo.
Aunque la primera mitad del capítulo se enfoco solamente en esta travesía que culminó con el arribo de todos al lugar de la justa, durante ella se nos ofrecieron varios detalles, algunos de ellos importantes, otros un tanto intrascendentes pero difíciles de ignorar.
Por un lado dentro de ésta parte por fin pudimos conocer a Monaka, el misterioso ser del cual Bills decía era el ser más poderoso con el que ha peleado. Al presentárselo a Gokú y sus amigos, aprendimos un poco más sobre la personalidad de éste y nos percatamos de cómo, pese a su debilucha apariencia, el dios de la destrucción demostraba sentir un profundo respeto hacia él.
A la par de ello pudimos ver algunos detalles que consiguieron llamar fuertemente la atención pero que, como tal, no resultan ser tan importantes o trascendentales para la trama. El más curioso de todos estos fue saber el hecho de que a los saiyajin de raza pura también les crece el vello facial si es que no se cuidan y asean con el paso tiempo. Si bien es cierto que este aspecto ya se había abordado en Dragon Ball GT, al ser ésta última una serie no canónica, muchos pensaron que esto ya no sería considerado como parte de la anatomía de los guerreros. ¡Oh sorpresa! A Toriyama le gusto mucho este aspecto como para dejarlo de lado.
Así mismo, durante esta mitad se presentaron detalles que, de nueva cuenta, denotaron el poco cuidado y atención con la que los creadores están produciendo la serie. El más llamativo de todos volvió a recaer en la animación, misma que por momentos expuso secuencias e ilustraciones muy mal dibujadas. Otro aspecto negativo fue el exceso de comedia, la cual por momentos se llegó a sentir forzada o ajena a la propia esencia de Dragon Ball.
La segunda mitad siguió una estructura un tanto similar que la primera ya que en ella, aunque se nos expusieron los preparativos para el torneo, también se nos mostraron detalles importantísimos.
Cuando los guerreros Z y sus amigos llegaron a la estrella del torneo pudimos percatarnos de que entre los espectadores se encontraban los supremos Kaiosamas de ambos universos. Para sorpresa de muchos durante esta parte se nos reveló que el buen Kaioshin, quien durante la saga de Majin Buu se fusionó con su asistente Kibito, había conseguido separarse de su compañero. Éste detalle dejó entender que las fusiones con argollas que se nos presentaron de DBZ no eran permanentes como se decían y que podían ser deshechas aunque no sin la ayuda de algún poder tan inmenso como el de las esferas del dragón. Una vez más, un detalle intrascendente pero que resultó imposible de ignorar.
Ya pasando a los preparativos del torneo como tal por fin se presentó el momento que todos habíamos estado esperando desde que se reveló el tema central de esta tercera saga. Previo a la competencia, Gokú y sus compañeros de equipo acudieron al lugar donde se realizaría el examen previo al torneo, mismo que se organizó por sugerencia de Vegeta. Al llegar al lugar, los guerreros conocieron a los peleadores que Champa había elegido para representarlo, mismos entre los cuales se encontraron algunos seres que les resultaron sumamente curiosos, misteriosos y hasta familiares.
El primero que logró llamar su atención fue Frost, un ser de apariencia idéntica a la del temible Freezer. Su apariencia no dejó de causarles inquietud y hasta sospechas, aunque éstas rápidamente se disiparon luego de ver cómo es que éste, en contraste a su famoso némesis, desprendía un aura más amigable y menos perversa.
El segundo de ellos fue Cabba, un joven proveniente de la raza de los saiyajin del sexto universo y quien, tras entablar contacto con Gokú y Vegeta, les reveló las diferencias entre su especie y la de ellos. En la otra dimensión, los saiyajin todavía vivían en su planeta natal, Salad, y en lugar de robar planetas fungían como guerreros que luchaban contra los seres más perversos de su universo. Estos detalles provocaron que nuestros héroes se mostrasen interesados por conocer más de ellos, aunque prefirieron dejar la charla para mejor ocasión.
Finalmente y no menos importante se encontraron los otro tres peleadores de apariencia más que llamativa. Estos fueron Botamo, un ser que se asemejaba a Winnie Pooh un oso; Magetta, peleador inmenso con apariencia robótica: y Hit, el más misterioso de todos y el que, a primera vista, asemeja ser es el más fuerte de todos.
Tras realizar la pesada prueba de la que, dicho sea de paso, Majin Buu no pudo aprobar debido a que se quedó dormido a la mitad de su realización, los miembros restantes del equipo de Bills se trasladaron al ring de combate. Una vez ahí y tras finalizar la ceremonia de apertura, pudimos conocer a los primeros combatientes del torneo: Gokú y Botamo. Es así como, tras subirse a la arena de combate y saludarse entre ellos, concluyó el capítulo al sonar del gong que marcaba el inicio de esta primer y esperada pelea de la competencia.
Como sentimos que el episodio fue bueno, incluso por arriba del promedio. Sin embargo eso no evitó que se sintiera extraño o diferente en varias ocasiones. Como ya lo dijimos, algo de los aspectos que más nos gustó respecto ocasiones previas fueron todos los detalles mínimos que se abordaron en este episodio. Aunque sabemos que casi todos estos no serán de suma importancia para la trama, en verdad nos agrado ver cómo, pese a todo, Toriyama sigue jugando con los elementos del universo que él mismo creó.
En lo que respecta a fallas, percibimos que la comedia utilizada fue un desacierto general. En varios momentos vimos bromas muy simpáticas que, pese a todo, se sentían fieles al estilo de la obra de Toriyama. No obstante, hubo otras más que se sintieron ajenas a la serie y que fueron metidas a la fuerza y para dotar al capítulo con ese estilo amigable que han querido plasmar en DB Super desde su inicio. Todas éstas, en conjunto, hicieron sentir al capítulo con un exceso innecesario que bien podría haberse complementado con más momentos serios que buena faltan le hacen a la serie.
¿A ustedes que les pareció el episodio? ¿Les gustó ver toda esa lluvia de momentos, situaciones y detalles? ¿Emocionados por el inicio del torneo y por observar a Gokú y compañía medirse frente a los mejores del sexto universo? No olviden compartirnos sus opiniones en la sección de comentarios.
¡Nos vemos la próxima semana dragonboleros!