Por: Iván Román (@YvannR_olvera)
Antes de empezar les quiero decir que no voy hacer de esta colaboración el diario del niño que un día fui y que le encantaba jugar pokémon porque era parte de un todo en la época en la que mi niñez transcurrió. Más bien, les pretendo contar una historia que me lleva al punto donde hoy nos encontramos y que fue el inicio de mi pasión por los videojuegos.
Esto no fue hace tanto tiempo como ustedes pueden pensar, y quizás con esta narrativa sean capaces de descubrir mi edad y muchas otras cosas. El caso es que un día llegó a mi vida el Gameboy Advance SP, una de mis consolas favoritas, y con ella llegó Pokémon Rubí. Fue una época donde parecía que pokémon gobernaba el mundo, si bien es cierto que para este punto la serie ya llevaba varios años de éxito, no sólo en videojuegos sino en todos sus productos, para mí fue encontrarme por primera vez con la serie de videojuegos porque ya conocía la serie animada que narra las aventuras de Ash… pongámoslo así, de niño fui tan fan que aún tengo un pikachu de peluche que llegó un día de reyes cuando yo tenía 6 ó 7 años, así que las películas y series ya tenían un espacio muy especial para mí; sin embargo, jamás había podido jugar un título de la serie… hasta que llegó el día que mis padres me regalaron un Gameboy Advance Sp – y ahora que lo pienso parece que fue en un México muy distinto al de hoy… hoy tenemos tiendas especializadas en cada centro comercial, pero en aquellos años había un mercado gris que tenía una importancia colosal sobre el consumo local… aún recuerdo con mucho cariño y hasta melancolía la tienda de Nintendo que había en plaza Tepeyac, ubicada en el norte del entonces Distrito Federal. Cuando la compra se produjo en un local de mercado gris, el vendedor me ofreció hacerme un “paquete” con el juego que yo quisiera de un estante que tenía a la vista y ¡adivinen qué!… por supuesto que sin pensarlo señalé Pokémon Rubí – sonrío cuando escribo esto último porque viene a mí la música. La grandiosa música que marca el inicio.
No sé exactamente qué sucedió en aquella época, pero todos mis amigos de primaria de pronto se hicieron con un nuevo Gameboy y con las mismas versiones de pokémon, parecía una reacción en cadena… como si de pronto el mundo hubiera conspirado para que yo fuera parte de algo más grande, pasamos de los recreos pateando una pelota o corriendo a recreos de intercambio de información y sesión de juego obligada, muy a pesar de las monjas que no permitían los videojuegos. En esos días disfruté por primera vez las clases de inglés diarias porque el juego venía en ese idioma y es obvio que me forzó a aprender para poder entender totalmente lo que hacía… y las monjas que no se cansaban de repetir que no dejaba nada bueno jugar.
Como ya están intuyendo fue un tiempo donde el internet no lo era todo y los mitos de los juegos pasaban de boca en boca y así había niños que afirmaban conocer a alguien que tenía un pokémon nivel 101 o que había un truco con el que podías capturar a ambos legendarios en una misma versión. Pero también había otros con hermanos mayores que nos enseñaban las versiones de Gameboy y Gameboy color, las cuales veíamos como verdaderos tesoros. Un día en que nada particular sucedía me encontré con un Pokémon Yellow tirado a la salida de la escuela… fue mi tesoro más valioso durante varias semanas en las que no pare de jugarlo y sacarle todo el provecho que pude.
Fueron días muy especiales en mi vida porque no sólo desarrollé amistades o habilidades como el comprender otro idioma, sino que desarrollé una pasión por los videojuegos que me ha llevado por muchos lugares, no me refiero a viajes sino a otros lugares. Fue el inicio de un interés que me trajo hasta ustedes para comunicarles que los videojuegos son algo más que un entretenimiento y que tenemos la oportunidad de ayudar a que la industria se consolide como arte o algo parecido.
Yo sé que Pokémon es generacional y que cada juego está destinado a nuevos niños que conocerán un mundo en un cartucho… descubrirán y viajarán por lugares que los harán crecer y pensar. Mi etapa de mayor amor a la serie fue con las versiones Diamante y Perla, en mi adolescencia y ese juego me trae muchos recuerdos de cómo fue crecer y cambia… Luego me alejé de la serie, pero siempre llevo la enseñanza de que un videojuego es un viaje y sobre aspectos de las mecánicas de juego que la serie ha perfeccionado.
Nunca se sabe a dónde lleva el camino y pokémon a mí me llevo a la tecnología y la filosofía… ¿a dónde te llevó a ti?