Durante las últimas semanas, los titulares sobre el “retorno” del anime a la TV abierta han acaparado los sitios de entretenimiento en general para nuestro país. Pero dicho “retorno” no es uno como tal, sino sólo el de viejas licencias, específicamente de Toei Animation, a las dos televisoras más grandes de México.
Y es que el anime siempre ha estado presente en la televisión mexicana, pero ha sido durante los últimos 10 años que su presencia en las señales más sintonizadas tuvo un enorme declive y el causante no es más que la transición de los contenidos a Internet. Fue a inicios de la década anterior que los consumos de las series anime en los canales tradicionales pasaron a un segundo plano tras la explosión de los fansubs, el almacenamiento en línea y la distribución de los mismos; los fans ya no teníamos que esperar a que nuestras súplicas fuesen escuchadas, ¡probamos las mieles de la inmediatez!
Pero ésta trajo un precio muy alto por el cual empezamos a pagar muy pronto: las licencias dejaron de fluir hacia nuestra región y, de ahí en adelante, ver anime en la televisión abierta fue desplazado. Las televisoras lo resintieron y sus anunciantes todavía más; el anime dejó de ser rentable, la televisión abierta empezó a estar en crisis.
La situación es más compleja de lo que se piensa, pues como ya lo mencionamos, el regreso de Sailor Moon, Los Súper Campeones (Captain Tsubasa), Dragon Ball, Los caballeros del zodíaco (Saint Seiya) y la llegada de Pokémon X/Y a señal abierta, por mencionar algunas, se hace en un momento en que México se sitúa como el segundo mercado más importante para Netflix a nivel internacional. Así es, con casi 100 millones de usuarios registrados formando parte del proveedor número uno en contenidos de streaming en el mundo, somos el segundo mercado.
Y no solo el segundo mercado, sino que entre nuestros hábitos de consumo (esto a nivel Latinoamérica) se encuentra, efectivamente, el anime. Es como si en México y el resto de la región tuviéramos una especie de predisposición genética al anime. Tomando esto en cuenta, ¿por qué las cadenas Televisa y TV Azteca habrían de retomar algo que parecían haber desechado? A nuestros ojos no se trata más que el resultado de varias circunstancias.
No es ningún secreto que ambos titanes de la televisión se encuentran en crisis desde hace varios años; ahora y más que nunca los hábitos de consumo recaen en la inmediatez, la portabilidad y la selección de los contenidos de manera personal, sin estar a la deriva de una programación en vivo. Y en el caso del anime la regla se sigue cumpliendo.
Veamos el caso de Crunchyroll, la cual hace unos meses celebraba su primer millón de suscriptores bajo el programa Premium: Crunchy cuenta con 20 millones de usuarios registrados. Lo cual sólo quiere decir que el 5% de sus usuarios son los que pagan por una mejor calidad de video y contenidos casi en sincronía con Japón. El resto de sus ganancias hasta el momento viven en las sombras, pues los demás episodios de sus series las captan a través de anuncios en la plataforma.
Ahora, hagámoslo desde la perspectiva de un gigante de la producción, distribución y comercialización de anime como lo es Toei Animation; con base en los acuerdos con una plataforma como Crunchyroll (especializada) Netflix y Amazon Prime Video (por mencionar las más representativas en México) pueden vender sus licencias sin tener que lidiar con problemas como los altos precios que manejan, la apertura de nuevos mercados y la incertidumbre de qué tanto lleguen a verse.
Si lo analizamos como una televisora de TV abierta, ésta se queda casi de inmediato en desventaja por la misma naturaleza del anime: la mayoría de las series que conformaron la llamada Época dorada en México a mediados y finales de los años 90, tuvieron que ser censuradas y adaptadas a nuestra región y, por si fuera poco, llegaron como una especie de efecto dominó. No hace más falta que recordar por qué Los caballeros del zodíaco contaban con ese peculiar opening español, que no era más que un indicador de que la serie fue consumida primero en Europa (específicamente por Francia) quienes adaptaron el nombre y posteriormente a España. No somos los pioneros que muchos creen que somos.
En el caso de Dragon Ball, la extrema cercanía de nuestro país con los Estados Unidos ha sido pieza clave desde su llegada, pues la serie fue adquirida de primera mano por Cartoon Network en los Estados Unidos, para luego ser vendida a Televisa; otra vez, es algo que ya se había probado que funcionaba y con nosotros solo llegó como ósmosis. El caso de Dragon Ball Super es casi una calca de esta situación: a inicios del año 2016, Cartoon Network ya negociaba el pago de derechos para Super en su segmento Toonami y, al consolidarse a mediados de julio, su llegada a Latinoamérica era más que evidente que sería a través de un canal de televisión de paga. El resto ya lo saben.
Y es que traer anime a la televisión abierta es más complicado de lo que muchos piensan, empezando por el precio de las licencias, anunciantes, posible exhibición, programación y por supuesto el doblaje. Uno de los capítulos más oscuros nos recuerda al doblaje “alternativo” que recibió Dragon Ball Z Kai y que fue prácticamente víctima de linchamiento social por parte del público en general. ¿Alguien recuerda cómo fue adaptado Bleach o One Piece? ¡Y para lo que cuesta una de sus licencias! En la Internet ha estado el rumor durante los últimos cinco años que para España, Toei comercializaba cada episodio de la obra de Eiichiro Oda en 142 euros, usualmente en paquetes de 60 episodios. Si una televisora quisiera comprar los cerca de 970 episodios que la serie tiene en la actualidad, la suma se aproxima a los 2.75 millones de pesos.
En situación de crisis, ¿quién quiere apostar por algo así de complicado? Ciertamente Televisa y TV Azteca, no, pero otras señales lo han seguido haciendo sin tener el reconocimiento que merecen. Según el sitio de la Japan Foundation, Japón En La TV, en Nuevo León pueden ver Ping Pong; en la CDMX y Michoacán una de las obras maestras de Osamu Tezuka, Phoenix, así como Gintama; en señal nacional (a través de Canal 22) Yama no Susume; por queretanos pueden ver YAT: La patrulla espacial; en Veracruz tienen Hakushon Daimao; Yucatán a Black Jack; Durango y Jalisco incluso están transmitiendo el arco final de InuYasha que tanto sonó hace casi tres años. ¡Quién lo diría!
A lo que quiero llegar es que hay alternativas también en la televisión abierta, pero no todos somos el público al que éstas pueden llegar; las series que mencionamos, todas, han logrado hacerlo gracias a una cooperación entre canales y la Japan Foundation. Pero la situación tampoco puede mejorar si los horarios son difíciles de seguir (muchas veces cambian la programación sin previo aviso) censura, el costo del doblaje y anunciantes que no confíen en el anime.
En la TV de paga el panorama no es tan desalentador, pero han quedado muy atrás los años en que Locomotion (y posteriormente Animax) nos trajeron grandes series y prácticamente las dieron a conocer a un público más amplio a través del cable como Neon Genesis Evangelion, Aa! Megami-sama, Cowboy Bebop y más, hasta grandes hazañas como las del Canal 22 con sus doblajes y subtítulos para Hellsing, Serial Experiments Lain y Ghost in the Shell. ¿Quién no se acuerda de Unicable con DoReMi y Jigoku Sensei Nube? Y el ya desaparecido Fox Kids (posteriormente Jetix) marcando a una generación con Digimon y Shaman King.
Así que, cuando Televisa y TV Azteca ponen anime en sus segmentos de programación por la tarde, es porque funciona como una manera de pagar poco, por contenido que funciona, y que apela a la nostalgia. Son series prácticamente a prueba de todo fracaso; fáciles de comercializar y que apelan tanto al público que creció con ellas como a los que puedan iniciarse en el anime. Admitámoslo, terminaremos viendo un episodio de cualquiera de éstas, por los viejos tiempos.