Ahora que muchos de nosotros hemos terminado la campaña de Gears of War 4, incluso un par de veces, nos pareció interesante recordar los momentos más épicos que vivimos en esta nueva aventura. Sobra decir que el siguiente contenido cuenta Spoilers muy importantes de la historia, por lo que te recomendamos tomar precaución si es que no haz terminado este juego. Esperamos tus comentarios al respecto y por supuesto, que nos digas cuál de todos ellos es tu favorito o si es que agregarías alguno otro a la lista.
Sin lugar a dudas, el arranque de Gears of War 4 podría ser considerado como uno de los más intensos de toda la serie, pues nos sumerge en su mundo de una manera bastante especial. Ver y jugar escenas de cosas como las Pendulum Wars o del Emergence Day, fueron la introducción perfecta para lo que sería una aventura épica. Esos primeros minutos nos anticiparon una campaña llena de momentos especiales.
Prácticamente desde el primer juego de la serie no habíamos conocido a una nueva facción que de verdad se sintiera diferente tanto estéticamente, como en materia de gameplay. La realidad es que al principio fue bastante extraño entrar en combate con los famosos DeeBee, sin embargo, poco a poco nos fuimos enamorando de hacer pedazos a estas máquinas. Lo mejor es que en este primer encuentro, te puedes dar cuenta de que estos nuevos enemigos se comportan de una manera bastante distinta a los bien conocidos Locust, pues analizan de una manera bastante especial la forma en la que pueden acabar contigo y con tus compañeros.
Uno de los puntos más destacados de Gears of War 4 es el fantástico diseño de niveles, los cuales, encajan a la perfección con una atmósfera muy bien lograda en todo sentido. Una de las razones por las que se da esto, es gracias a la introducción de Windflares, tormentas sumamente violentas que azotan Sera. La primera vez que entras a uno de estos meteoros climatológicos, te puedes dar cuenta de lo especial que es este videojuego, pues estos momentos te hacen sentir que estás en medio de una especie de huracán que quiere matarte en todo momento.
Al ser una secuela directa de la trilogía que tantas alegrías nos dio en el Xbox 360, el fan service en Gears of War 4 está a la orden del día. Obviamente, uno de los momentos más importantes de este juego se da cuando el legendario Marcus Fenix hace acto de presencia. Volver a escuchar la voz de este héroe de guerra fue verdaderamente especial, pero todos explotamos de emoción cuando este saca su Lancer y parte justo por la mitad el robot que estaba usando Jinn para amenazarnos.
Los jefes siempre han sido una parte más que importante para todo el universo de Gears of War y en este nuevo juego, éstos simplemente no podían faltar. De todos los enfrentamientos que tenemos de este tipo en la campaña, nos quedamos con la batalla que sostenemos con el Swarmak controlado por uno de los comandantes del Swarm. La forma en la que tenemos que debilitar a este monstruo gigante para después atacarlo en sus punto débiles, lo vuelven uno de los combates más impresionantes de la serie.
A pesar de que podríamos decir que toda la campaña de Gears of War 4 es sumamente intensa, la cosa se pone de verdadera locura en su último acto. Después de encontrarnos con los tíos Cole y Baird, dos mechas gigantes llegan, lo cual, evidente mente nos hizo brincar de emoción ante la posibilidad de montarlos. Nuestro deseo se hace realidad y de pronto, nos encontramos piloteando un robot gigante muy a la Pacific Rim. Sin duda alguna, el momento favorito de muchos de nosotros, sobre todo cuando llega la hora de enfrentar al jefe final del juego.
Toda la historia de Gears of War 4 gira alrededor de las peripecias y eventos que tienen que pasar los Outsiders, sobre todo el grupo comandado por Reyna Díaz en el que se encuentra JD Fenix. Como seguro recordarás, al inicio de la historia, la líder de esta tribu es secuestrada por The Swarm y justo al final de la campaña, nos encontramos con su triste destino. El drama se hace una vez más presente en esta serie cuando Kate se despide de su madre al darse cuenta de que no podía hacer nada por ella.