Nos encontramos a tan solo un par de días para que la mágica mañana de navidad llegue. La realidad es que para muchos de nosotros, el momento de bajar al árbol representa varios de los mejores recuerdos de nuestras vidas. La mayoría esperábamos ver videojuegos como regalo, no obstante, es innegable que los juguetes representaron parte muy importante de nuestra infancia.
Por dichos motivos, cada miembro del staff de Atomix puso manos a la obra para recordar aquellos objetos que más felicidad o mejores recuerdos le dieron en la que para muchos, es la mejor etapa en la vida de un ser humano.
Es difícil conocer a alguien que creció durante los años 90 que no tenga grandes recuerdos con los famosos G.I Joe. Probablemente, la navidad de 1993 es una de las primeras que recuerdo. Bajando a mi árbol recuerdo haber visto una preciosa caja con enormes letras que rezaban “Ghoststriker X-16”.
Esta preciosa pieza era una replica muy cercana a un F-16 real, pues además de contar con una cabina que se abría e iluminaba para poder meter al piloto clase Ace, su tren de aterrizaje era retráctil. Por si todo eso no fuera poco, el avión contaba con un láser real con diferentes figuras, mismo que servía para utilizarlo como mira gracias a la agarradera retráctil que tenía y a los misiles que se podían disparar. Grandiosos recuerdos los que tengo con este juguete.
La idea de ciudades y mundos en miniatura siempre me ha parecido fascinante por alguna extraña razón, muy probablemente se debe a que cuando más me podría impactar en mi vida, el siempre querido Santa Claus me hizo favor de regalarme la Micro Machines Super Van City, misma que cumplió el sueño de muchos.
Para cuando tuve este maravilloso juguete, ya contaba con varios Micro Machines, por lo que tener todo un playset para utilizarlos, me voló la cabeza. Como su nombre lo indica, la Super Van City era una ciudad completa que se transformaba en una camioneta gigante que por sí sola, también era un juguete. Aeropuerto, carreteras, súper mercado y hasta un autódromo, eran parte de las áreas con las que contaba esta maravilla.
Lo sé, soy un millenial. Jamás encontré atractivos los juguetes que no se movieran por si mismos. Lo más cercano que encontré al entretenimiento con figuras de plástico fueron las pistas de Hot Wheels, no los carritos, las pistas. Tener un juguete motorizado me resultaba de lo más fascinante, y lo más parecido a un videojuego. Algo en lo que sí encuentro bastante magia es en armar cosas, por lo que abrir la caja y sacar todas las piezas fue de lo más entretenido. Es una lástima que sólo me entretuviera por un par de días para terminar regresando al Super Nintendo. Creo que es hora de ir a buscar esa caja…
Con la fiebre de Tim Burton dirigiendo películas de Batman, quedé encantado especialmente con Forever, debido a su gran diversidad de villanos traídos a la vida en una mezcla de maravilloso con bizarro. De lo más atractivo que recuerdo en aquellas películas del Canal 5 está el batimóvil, mismo que se materializó debajo de mi árbol una navidad. Me encantaban sus luces azules que encendían y apagaban conforme empujaba el vehículo, además de que podía disparar misiles de plástico que en ese entonces resultaban espectaculares.
Aún recuerdo la navidad en la que llegó uno de los juguetes con los que más pase mi infancia divirtiéndome. Era la mañana del 24 y, como todo buen niño, me desperté temprano para ver si San Nicolás había dejado algo bajo el árbol. En medio de todos los empaques y bolsas que había con ropa, destacaba una caja enorme que, por su tamaño, se encontraba al lado del arbolito. Se trataba de un estacionamiento para cochecitos, uno de los juguetes con los que más solía jugar.
Cuando lo abrí me llevé una gran impresión, puesto que este venía desarmado. No, no me impacto que viniese por piezas, sino porque me emocionaba la idea de armarlo.
Todavía me acuerdo de que ese día. En medio del recalentado con mi familia, mi hermana y yo nos la pasamos armando el estacionamiento y, cuando terminamos de hacerlo, hasta mis padres se quedaron sorprendidos que lo habíamos logrado nosotros solitos. Fue un momento mágico y muy feliz.
Desde entonces y por varios años, el estacionamiento se convirtió en uno de mis juguetes preferidos, uno que solía siempre colocar en medio de las ciudades que armaba cuando jugaba con todos mis carritos.
Seré sincero, en mi familia no se acostumbraba mucho regalar o pedir juguetes en navidad y, en su lugar preferían dar ropa. No obstante y dentro de las pocas ocasiones en las que un juguete se llegó a colar entre los regalos, me alegro mucho que haya sido el estacionamiento uno de ellos, uno que todavía conservo.
Por alguna razón este juguete no lo recogí debajo del árbol, sino de una estantería en el centro comercial. No recuerdo si fue antes o después de Navidad, pero sólo sé que fue en vísperas decembrinas.
Mi familia y yo acudimos al supermercado por algunas cosas. Como a cualquier niño, lo primero que quiere hacer al ir por las compras es ir a ver los juguetes, cosa que hice acompañado de mi hermana. En el momento que mis padres nos pidieron que los siguiéramos para ir por lo que necesitábamos, tomé la caja de un carrito con muñecos que me había parecido genial.
Cuando mis padres me vieron con éste, me dijeron que no me lo iban a comprar. Sabía que me iban a decir eso, por lo que solamente les dije que quería ir viendo la caja hasta el momento en el que saliéramos del lugar. Aunque sabía que no iba a ser mío, me ilusionaba el simple hecho de tener una caja con un carro dentro en ese momento. Por lo menos me iba entreteniendo viéndola en lo que hacíamos el súper.
Cuando llegamos a la caja para pagar, me acuerdo que tome el carro y me dispuse a dejarlo en las repisas. Sin embargo, en ese momento me mamá nos tomó de las manos a mi hermana y a mí y nos llevó al carro en lo que mi papá terminaba de pagar. Cuando este regresó, lo primero que hizo fue sacar la caja con el auto y dármelo, diciendo que era por navidad; no saben la gran alegría que eso me causó puesto que daba por hecho nunca lo iba a recibir
Por cierto, aún conservó el carrito, el cual aún se encuentra entre mis juguetes favoritos.
Cine en casa, ¿Qué mas puede pedir un niño? Eso para mi era mi View Master, dispositivo que utilicé con una herencia que se remontaba a mis padres quienes me regalaron algunos discos que utilizaron en la década de los años 70.
El invento del View Master se remonta a la década de los años 30 del siglo pasado, lo que lo convierte en un artefacto que casi va a cumplir su primer centenario. Podríamos escribir todo un artículo especial al respecto, aunque por el momento basta señalar que era un visualizador de discos con 7 imágenes que podían mirarse en 3D estereoscópico.
En mi infancia me tocó estrenar discos de las películas de moda comoAladdin, hasta otros discos clásicos de Mickey Mouse, Pinocho entre otros.
La diversión se expandió cuando me regalaron el proyector de View Master que consistía en una lámpara con la que podían proyectarse las imágenes en cualquier lugar como si se tratara de mi propio cine particular que disfrutaba con mis hermanos.
Siempre fui adicto a los automóviles de juguete, cada que iba a un centro comercial trataba de convencer a mis padres de que me compraran un Hot Wheels o un Matchbox. Este gusto siempre hizo que para mi fueran atractivas las pistas y accesorios que tenían que ver con mi pasión por los coches de juguete.
Si a lo anterior le sumamos mi gusto por los juguetes que tenían que ver con agua (pistolas, esponjas, etc.) y una gran campaña publicitaria del año 1994, para mí fue irresistible el autolavado de Matchbox, una plataforma que incluía un mecanismo de agua para “lavar mis autos” con esponjas y una secadora con fuerza centrífuga que accionabas manualmente. Pueden ver más de mis juguetes favoritos en este enlace.
De esta manera terminamos de compartirles los juguetes que causaron más impacto en cada uno de nosotros o que al menos, recordamos con más cariño. Cuéntanos, ¿qué juguete era tu favorito de niño?, ¿sigues comprando de ellos? porque muchos de nosotros sí, y recuerden ¡#NeverGrowUp!.