Uno de los mayores beneficios de vivir con mis roomies es que además de ser mis amigos de la infancia, son también amantes de los videojuegos. Eso ha dado pie a que la mayoría de las noches la televisión de la sala sea el punto de reunión por default (y mejor aún si se acompaña con cervezas), a que sean mis guías cuando me atoro en algún videojuego y que casi nunca haya horas aburridas cuando se trata de estar en casa.
Sin embargo, compartir el espacio vital no siempre es cosa sencilla, sobre todo cuando se trata de dividir responsabilidades y manejar toda la logística -y el adulting se vuelve de las cosas que menos quieres en tu vida diaria-; por lo cual es inevitable que siempre se omita alguna que otra cosa o que la dinámica resulte extraña cuando se trata de llegar a un acuerdo. Así ha sido por un par de años hasta que de pronto un videojuego me hizo entender el perfil de cada uno, y de una manera que menos lo esperaría: hablo de Overcooked.
Me generó cierto impacto el saber que un videojuego que no sea un Massive Multiplayer puede lograr que uno entienda la forma en la que la gente se relaciona entre sí, las dinámicas que se van generando y lo importante que puede ser el trabajo en equipo hasta para las actividades más simples y nimias del día a día.
Overcooked es un juego co-operativo disponible para Xbox One, PlayStation 4, Windows PC (en Steam) y Nintendo Switch. El eje central del juego podría parecer un simulation game de alguna red social o algún juego móvil: dedicarte a preparar, cocinar y servir platillos con diferentes recetas antes de que el tiempo se acabe. Sin embargo, dista mucho de ser algo así -afortunadamente-.
La meta principal es crear la mayor cantidad de platillos en el menor tiempo posible para llegar a la meta (y lograr una buena propina). Por lo cual, no importa cuántos platillos hagas, mientras no se acabe el tiempo, siempre habrá más órdenes por hacer.
La parte divertida es cuando involucras a más de dos jugadores, ya que ahí comienzas a establecer roles de manera interna con el fin de mantener un orden en el juego: alguien tiene que dedicarse a revisar los pedidos, conseguir los insumos necesarios; mientras alguien prepara el platillo, lo cocina, lo sirve y después se dedica a lavar los platos.
Parece tarea fácil si omitimos que el no prever ni tener una buena organización, puede ocasionar que todo tu restaurante acabe en llamas -y tus amigos acaben enojados contigo porque fue tu responsabilidad mientras tú deambulas por todo el escenario tratando de buscar el extintor-, todo eso si además tomamos en cuenta el descontrol que puede generar tener a cuatro jugadores en una misma pantalla (¿Recuerdan Octodad? La dinámica es muy similar: si uno de los jugadores no trabaja en equipo ten por seguro que perdiste).
Algo que atrapa y logra que este juego no sea algo de sólo un par de horas, es que cada nivel es diferente: como puedes hacer pizza en uno, también puedes estar en un nivel donde diferentes barras de comida van moviéndose de manera aleatoria impidiendo que puedas preparar ciertos platillos, o puedes realizar un fish & chips mientras evitas caer en la lava (lo cual hará que pierdas segundos mientras haces respawn). Los niveles van cambiando conforme avanzas y tienes que conseguir una puntuación máxima para poder desbloquear nuevos niveles.
Las mecánicas son tan simples y el uso de los controles son tan sencillos que lo hacen parecer algo fácil (sin acercarse al realismo de preparar comida como lo harían otros juegos). Sin embargo, la clave es encontrar la dinámica más adecuada, mantener un orden y logística con los demás jugadores para que puedas llegar a la meta y continuar con los demás niveles.
La velocidad es una de las claves para lograr pasar los niveles de manera sencilla, pero si no memorizas bien las actividades que tienes que hacer y mantener una buena organización, da por hecho que te costará más de lo que esperabas. ¿Alguna vez han escuchado que las operaciones en una cocina de algún restaurante famoso puede ser como bailar un ballet tan preciso? Pues, esto es algo muy similar si encuentras la forma idónea de lograr los objetivos, ya que si no podría acabar como un slam.
El arte y los escenarios son de los puntos más sobresalientes de este juego, ya que estos últimos cambian por completo a través de cada nivel logrando que el orden que seguías en el nivel anterior cambie por completo (y tengas que planear todo nuevamente desde cero). Así que sin duda, no es un juego que te aburrirá por lo repetitivo.
Y después de describir este juego, ¿cómo es que esto influyó a entender a las personas con las que comparto mi casa? Solo bastó darme cuenta que necesitábamos que uno enlistara todo lo que se tenía que hacer para que no acabáramos deambulando haciendo lo primero que se nos ocurría en lugar de hacer lo que realmente se necesitaba (sí, planificación); también y por más cliché que esto parezca es que nos dimos cuenta que si cada quien hacía todo por su lado no lográbamos la meta, por lo cual teníamos que ayudarnos y sobretodo… comunicarnos.
Los primeros niveles fueron algo sencillo, pero conforme avanzamos nos dimos cuenta que en verdad teníamos que ponernos de acuerdo y no hacer las cosas sobre la marcha, muy parecido a nuestra convivencia diaria: El entender que cada uno tiene un perfil diferente: mientras uno es muy bueno para definir las tareas de cada uno, otro trabaja de manera rápida y el otro se enfoca en que las cosas no se salgan de control.
Por primera vez, lo que no pudimos hacer en la vida real por muchos años lo estábamos haciendo en un videojuego y resultaba bastante bien; claro, después de hacer que perdiéramos un par de veces debido a mi distracción y lograr que todo el escenario se incendiara de la manera más absurda posible.
Sé que no es el único juego de este tipo que existe, pero es una muy buena opción si estás buscando algo para el Nintendo Switch que además de ser multiplayer pueda ofrecerte muchas horas de diversión y que puede destruir o reforzar amistades así como lo hacen otros juegos.