Dragon Ball Fest: El principio está en la Z

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The key of immortality is first living a life worth remembering

Bruce Lee

el-principio-esta-en-la-zpor Gablot ier Van (@Gablot_ier_Van)

Toda cultura necesita su(s) relato(s) fundacional(es) en donde revisar el reflejo de sus virtudes y defectos para que puedan (re)encontrar el camino de su destino o las explicaciones a fenómenos que rebasan su comprensión. Así como la antigüedad encuentra en la epopeya la explicación de su existencia junto con el propósito de la misma, y la modernidad hace lo propio en la novela, la posmodernidad no carece de textos fundacionales propios (a pesar de las declaraciones fatalistas sobre el fin de la historia y la muerte de los grandes relatos[1]); como cultura primordialmente visual y virtual es lógico que los halle en la imagen animada.

A mediados de la década de los 90, el anime tuvo un boom en México[2]. En ese tsunami de ojos gigantescos y peinados un tanto excéntricos, apareció Dragon Ball en el canal 5 de televisión abierta. En poco tiempo, la serie tuvo éxito: la transmitían en horario estelar para los niños, suficientemente tarde para que todos hubiesen salido de clases pero antes de las 20:00 hrs. Prácticamente, la generación nacida en los 90 (y sus aproximaciones), creció vi(vi)endo las aventuras de Gokú desde sus inicios pueriles (perfecto escudo para las insinuaciones de Bulma a cambio de la esfera de cuatro estrellas) hasta su partida montado en Sheng-Long (con todo y episodios cínicos de relleno, como la vez que Goku y Piccolo tramitan sus licencias de conducir).

dragon-ball-imagenes-TAo-Pai-Pai-by-JaviGarciaLa estructura de esta historia coincide con una versión extendida de la épica clásica. Oficialmente, la saga animada se compone de tres partes y sus subdivisiones, Dragon Ball, Dragon Ball Z y Dragon Ball GT, aunque ésta última siempre ha sido criticada por no estar basada en el manga. El primer momento de la saga corresponde con la infancia de Gokú, su crecimiento y concluye con la boda entre el protagonista y Milk (Chi-chi). Ese segmento, a pesar de contar con varios villanos y desafíos (Piccolo, Red Ribbon –la patrulla roja–, Tao Pai Pai) bien puede entenderse como unidad consolidada pues relata los inicios del héroe, su entrenamiento (es decir, su formación) y su entrada a la madurez (la boda). En otras palabras, Dragon Ball conforma una bildungsroman (novela de formación) que moldea al héroe. Allí radica la extensión a la épica tradicional que regularmente sólo muestra al guerrero dispuesto a una hazaña sin mostrar cuál fue el proceso mediante el que adquirió sus habilidades.

Un elemento emblemático de esta primera parte aparece en el “Torneo de las artes marciales”, el cual transformó la historia de una búsqueda en una exhibición de combates asombrosos. Sin embargo, no sólo funcionó como un agregado para obtener mayor audiencia, sino que allí ocurrieron, al menos, dos eventos importantes para el desarrollo de Son Goku como héroe: la pelea contra Roshi (disfrazado de Jackie Chun) y contra Milk. La primera es la confrontación del alumno versus el maestro, un paso inicial para probar cuánto ha madurado, y la segunda su compromiso de matrimonio, la entrada plena a la vida adulta.

dragon-ball-z-billsEn la segunda parte (Dragon Ball Z en el anime), la historia se desarrolla como una épica, que hoy día permanece. Similar a la Iliada y la Odisea, los combates se libran entre diálogos que permiten continuar al relato, completarse o rememorar los motivos de los contendientes (como la eterna batalla final contra Freezer en el planeta Namek); cuenta con la inclusión de valores arquetipos en los personajes dedicados a la salvación de sus semejantes (una característica medular de Gokú: la inocencia); también utiliza el recurso de las deidades, organizadas en una teogonía, que no se involucran directamente en el conflicto (Kami-sama, Kaio-sama, Kaio Shin y recientemente Bills) sino que entrenan a los guerreros Z, ello remite obligadamente a los dioses griegos y su influencia en las batallas, las travesías y el ánimo del campeón en turno; incluso existe un momento en que el héroe decide dejar su lugar a un heredero, su hijo, para que tome su puesto durante la pelea con Cell (sin hacer caso de la consternación de Milk), pero Gohan no disfruta del combate como su padre.

La última parte, una aventura que generó polémica pues muchos fanáticos consideraron(mos) que la serie debió terminar con la derrota de Boo, pero que en sentido simbólico posee un peso tremendo: la partida definitiva del héroe que lo convierte en leyenda.

Akira Toriyama creó no sólo una excelente historia shounen sino toda una mitología que marcó con sangre (sí, mucha sangre, a veces color chocolate), dolor y alegría, existencias cuyo único entretenimiento con “monitos” comprendía mayoritariamente las historias empalagosas de Walt Disney y las producciones de Hanna-Barbera, cuyo mejor logro consistía en el trolling maestro de Bugs Bunny[3].

imagenes-dragon-ball-01La búsqueda de las esferas del dragón rompió, al menos en México, más de un paradigma: el daño que sufrían los seres animados, antes algo gracioso, ahora resultaba en un acto más humano: dolía (al personaje y al espectador[4]), la violencia nunca resultaba gratuita: poseía una finalidad (salvar/destruir/conquistar al mundo), tu acérrimo rival podría convertirse en tu amigo o en tu familia más cercana (Piccolo, Ten-Shin-Han, Vegeta) con sólo entenderse un poco mejor, a veces no basta hacer todo bien para conseguir las cosas (la vez que Goku perdió el torneo de artes marciales), la muerte como algo inevitable, triste y, en algunas ocasiones, necesario (las incontables muertes de Krillin, el sacrificio de Vegeta durante la batalla contra Majin Boo y la del mismo Kakaroto), ser puro no es necesariamente ser un santo (Gokú siempre pudo viajar en la nube voladora, a pesar de golpear, tener sexo –¿de qué otra forma tuvo hijos con Milk?– enfurecerse y ser orgulloso –como cualquier saiyajin, pues–), etcétera.

Las ideologías personales se construyen de acuerdo al contexto en que se vive y a los productos culturales consumidos; esta serie, sin duda, afectó de manera profunda a su audiencia; otorgó una nueva cosmogonía en la cual sostener anhelos y emociones que sólo se desatan de manera seria durante la infancia, al punto de emocionar a los, ahora, adultos con las nuevas producciones cinematográficas[5].

En ese sentido, este anime fungió como parteaguas en muchos aspectos: mostró una concepción de mundo distinta al clásico binomio bueno-malo (al reconciliar rivalidades conforme avanza la historia) y una manera digna de habitarlo; en otras palabras, mostró una filosofía funcional de vida: el héroe no está predestinado a serlo sino que sus acciones (su voluntad) está orientada “naturalmente” a ello; tan sólo responde a las circunstancias que se le presentan. Así, esta creación de Toriyama se plantó en el mundo como un texto fundacional clave para muchos de nosotros, un gran relato de nuestra era.

Notas

[1] Francis Fukuyama y Jean François Lyotard

[2] Series como Sailor Moon, Los caballeros del zodiaco (Saint Seiya), Las guerreras mágicas (Magic Knight Rayearth), Pokémon, Meteoro (Go Go Racer), incluso Zenki y Beta X, se transmitían en televisión abierta, algunas en horario estelar.

[3] Si bien ya se transmitía algo distinto en cuanto animación y programas (Mazinger Z o Thundercats), el auge de la animación japonesa llegó después.

[4] Una de las críticas más fuertes que recibió la serie se debió a la cantidad de violencia mostrada. Algo incongruente si se considera que Bugs Bunny y sus amigos utilizaban básicamente cualquier cosa para golpearse unos a otros sin otra finalidad que molestarse.

[5] Cuando presentaron Dragon Ball Z: la batalla de los dioses, en la sala de cine había mayoritariamente personas de entre 20 y 30 años de edad. Ahora esperamos ansiosamente el estreno del retorno de F.

Conoce al colaborador

Gilberto A. Nava, “Gablot” (México, D.F. 1990). Estudió Letras Hispánicas (FFyL/UNAM). Como poeta es un excelente cuentista. Pambolero por herencia genética y cruzazulino por resignación; fanático de Zelda y fiel Testigo de Gokú. Mantiene el blog Infernáculo y la cuenta de twitter: @Gablot_ier_Van.

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