“All our dreams can come true if we have the courage to pursue them” – Walt Disney
Resulta curioso ver cómo los sueños de un hombre transformaron no sólo a la industria del entretenimiento como la conocemos hoy en día sino se convirtieron en un mensaje lleno de esperanza para el mundo. Al igual que muchos de ustedes me tocó crecer con las películas y series animadas de Disney, antes de mi, a mis padres también les tocó hacerlo; es increíble cómo lo que comenzó con un ratón animado a principios del siglo XX se convirtió en una industria que no respetó fronteras, ni razas, ni idiomas; un emporio de entretenimiento que cambió al mundo.
Muchos de los cuentos clásicos europeos como Blancanieves, Pinocho o Cenicienta llegaron a nuestras generaciones ya transformados con la imagen de las creaciones de Walt y sus estudios de animación, todos en algún momento tuvimos algún producto marcado con la famosa silueta de los tres círculos que nos recuerdan al ratón parlanchín más famoso del planeta.
Detrás de todo ese emporio hubo una persona llena de cualidades y defectos como todos nosotros, un hombre que veía vida en lo inanimado, un hombre al que no le importó que alguien ya hubiera inventado algo si sabía que podía hacerse mucho mejor, un hombre que empezó de la nada con un maletín lleno de dibujos incompletos y un abrigo como únicas posesiones persiguiendo un sueño en la ciudad donde se forjó la industria del cine como la conocemos el día de hoy.
Es difícil resumir en unas cuantas líneas la vida de uno de los mayores genios del entretenimiento del siglo XX, pero en el marco de la celebración de los 60 años de que se consolidó su sueño en forma de parque temático, lo recordamos principalmente por su legado a la industria del entretenimiento. No pretendo hacer un trabajo biográfico reducido, sino más bien destacar algunos de los puntos que marcarían la vida de Walt y se reflejarían en su trabajo, además de reconocer algunos de sus mayores aportes.
Racista, tirano, político, etc. Muchos podrán también inmediatamente atacar la imagen de Walt con argumentos bien consolidados, pero no es objetivo de este artículo resaltar esos elementos sino limitarse a aportes positivos del genio detrás de algunos de los éxitos más importantes de la animación en el siglo XX, y sobre todo cómo esos logros han sido inspiración para generaciones completas.
Todos vemos a Walt como un exitoso empresario y magnate del entretenimiento, pero eso no siempre fue de su vida. Walt nació el 5 de diciembre de 1901 en Chicago, Illinois como el cuarto de cinco hijos del matrimonio de Elias y Flora Disney. Su padre intentó triunfar en muchos negocios pero al no lograrlo cambió de oficio en muchas ocasiones –desde carpintero o granjero hasta repartidor de periódicos– lo que implicó también que se mudara con toda su familia constantemente.
Una etapa que marcó la vida de Walt durante su infancia fue cuando su familia se mudó a trabajar en una granja en el pueblo de Marceline, Missouri, donde convivió con la naturaleza y de esta manera quedaría marcado para siempre y tendría la tendencia a dar vida a los animales y otros seres vivos a través de sus animaciones.
También le tocó sufrir el peso del trabajo a muy temprana edad pues cuando su familia se mudó a Kansas City, Missouri, su padre adquirió una línea de repartición de periódicos donde el pequeño Walt trabaja de forma incansable desde las madrugadas todos los días, eso provocaría que descuidara sus estudios, un campo donde evidentemente nunca sería muy reconocido.
Entre todos esos contrastes de una vida difícil, Walt nunca dejó de soñar y realizar lo que a él le gustaba. Desde muy joven desarrolló un fuerte gusto por las cámaras fotográficas, el cine, el teatro y el dibujo, siendo que muchos de los que lo rodeaban reconocían su talento creativo natural que lo impulsaba plasmar sobre papel interesantes personajes.
Aunque su padre nunca lo impulsó a que explotara sus talentos artísticos –y por el contrario le advertía que eso no tenía futuro– Walt luchó colarse entre los caricaturistas de periódicos y soñó con hacer de sus dibujos algo de lo que pudiera vivir.
Durante su juventud también vivió la experiencia de viajar a Europa en tiempos de la Primera Guerra Mundial, y aunque no podía enlistarse en el ejército por su edad se unió al grupo de servicios médicos fungiendo como chofer de ambulancias; esa experiencia le ayudaría a madurar mucho y crecer como persona, siendo que a su regreso estaba decidido a perseguir sus sueños.
Fue entonces que descubrió el fascinante mundo de la animación, y se dio cuenta de la magia que había al dotar de vida lo inanimado. Después de trabajar para varias empresas e iniciar con su proyecto Laugh-O-Gram que quedó en bancarrota mientras estaba en Kansas City, se dio cuenta que lo mejor era cambiar de aires, lo que lo llevó a Los Angeles con nada más que sus sueños, una maleta y las ganas de triunfar al lado de compañeros inseparables como su hermano Roy, quien además de siempre brindarle su apoyo durante su niñez se convertiría en su socio de por vida.
En 1923 Walt y Roy fundaron el Disney Brothers Cartoon Studio y a través de Winkler Pictures –gracias a la confianza de Margaret J. Winkler– lograron publicar y volver populares sus Alice Comedies, una serie de cortos animados en los que la innovación era combinar sus dibujos animados con escenas live-action. No es que nadie lo haya experimentado antes que Walt Disney, pero supo darle un toque especial a sus cortometrajes que los hizo únicos respecto a todos los demás productos del mercado; una combinación de bromas muy calculadas procedentes del cine de la época, y sobre todo ese concepto de llevar a la pequeña Alice (Virgina Davis) a un fantástico mundo donde todo era posible lo hicieron notorio respecto a otros cortos similares.
Así fue como comenzó una carrera que florecería de forma sorprendente en los siguientes años.
Al tener protagonistas tan carismáticos como el gato que siempre acompañó a Alice el paso inevitable fue dotar de vida a un personaje que compitiera con otros dibujos de la época como Felix El Gato. Fue así que nació – dentro del ahora expandido Walt Disney Studio– Oswald The Lucky Rabbit quien entretendría a los espectadores con su humor especial y característico de los trabajos del estudio; desafortunadamente por problemas con su distribuidor el personaje les sería arrebatado y tendría que surgir una nueva propuesta después de 26 exitosos cortometrajes del conejo que no contó con tan buena suerte.
En un viaje a Nueva York con su esposa Lillian –a quien por cierto conoció y eligió entre los primeros empleados de su staff– a Walt se le ocurrió la idea de crear un ratón llamado Mortimer, aunque por sugerencias de su mujer se eligió mejor el nombre de Mickey. Presentó la idea a su colega Ub Iwerks quien refinó la idea inicial de Mickey y lo presentaría por primera vez en un cortometraje llamado Plane Crazy.
Nadie se imaginaba en ese entonces que ese sencillo ratón se convertiría en el dibujo animado más popular del mundo hasta nuestras fechas y en el ícono de una exitosa empresa que creció a pasos agigantados con el paso del tiempo.
El inquieto Walt no se conformó con lo logrado; ya había combinado a una actriz con dibujos animados y creado carismáticos personajes, era el momento de dar el siguiente paso y hacer algo que antes nadie había hecho: agregar sonido. Fue Mickey quien estrenó este nuevo formato su tercer cortometraje llamado Steam Boat Willie (1928) que se ha vuelto el ícono de los estudios de animación de Disney.
A partir de ahí surgieron cortos animados como los de la serie Silly Symphony que presentaban animales y muchos otros elementos naturales completamente llenos de vida. Walt y su empresa ya estaban listos para dar el siguiente paso y atreverse a hacer algo que nadie había hecho antes: un largometraje completamente hecho de dibujos animados a todo color y con sonido.
Fue así que en 1934 se comenzó la producción de Snow White and The Seven Dwarfs, una cinta que tardó tres años en completarse con el trabajo en equipo de un gran estudio que para la época ya tenía Walt Disney. Después de su exitoso estreno que le otorgó a Walt un Oscar –acompañado de siete estatuillas pequeñas– había suficientes fondos para financiar un estudio de ensueño que fue construido sobre un terreno de 210,000 m2 en Burbank, California.
Producciones posteriores como Pinocchio, Dumbo y Bambi en la década de los años cuarenta marcaron logros técnicos en para la historia de la animación con cada vez mejores trabajos gracias a avances positivos en las técnicas para su realización. Siempre la constante en estas primeras cintas estuvo la inspiración en antiguos cuentos infantiles europeos con la siempre presente tendencia de dar vida a los animales.
Mención especial merece Fantasia, que para la misma época llevó a otro nivel esa perfecta combinación del sonido con la animación que Walt explotó desde las Silly Symphonies y sus primeros cortometrajes.
El hecho de que el estudio de Disney tuviera buenos logros técnicos con sus películas eso no le garantizó que fueran rentables, todas estas producciones requerían de mucho dinero que fue muy escaso en tiempos de la Segunda Guerra Mundial que frenó la comunicación de Europa y así su éxito comercial. Llegó un momento en que la empresa mejor se dedicó a hacer propaganda bélica ante la situación mundial y el papel de Estados Unidos en el conflicto.
Después de la guerra vino otro momento de calma y recuperación económica en el que siguieron las producciones cinematográficas para finales de los cuarenta y principios de los cincuenta con obras inolvidables como Cinderella, Peter Pan y Alice in Wonderlands; una vez más la constante fue el regreso a los cuentos de hadas europeos llenos de los elementos que caracterizaban a la empresa que además contaba con un grupo sólido de animadores conocidos como “Los nueve” que darían continuidad a los trabajos desde el origen de la empresa de animación.
El interés por las películas live-action combinadas con animaciones siguió latente en Walt Disney dando así resultados como Song of the South o The Three Caballeros. Posteriormente también la empresa experimentaría con programas de televisión y películas completamente volcadas hacia el live-action.
En esas obras mixtas de live-action con animaciones se notó siempre un sueño de Walt por llevar al espectador realmente a esos mundos animados que nos presentaba en sus películas, si combinamos eso con su afición por los trenes tenemos el sueño de tener una inmensa caja de juguetes, un lugar donde chicos y grandes pudieran aislarse de la realidad y entrar realmente a esos mundos mágicos que su empresa le había mostrado al mundo.
El resultado fue Disneyland, el parque temático más grande y ambicioso del mundo que presentaría a sus visitantes las maravillas del pasado, presente y futuro con inspiración en los universos de Disney.
El parque fue abierto el 17 de julio de 1955 y expansiones futuras como una de 1959 agregarían avances tecnológicos nunca antes vistos en su país como el primer sistema de monoriel y la primer montaña rusa tubular del mundo (Matterhorn).
En 1964 la Feria Mundial de Nueva York le dio la oportunidad a Walt de seguir soñando con un parque que cada vez resultara en una experiencia mucho más inmersiva y rica para los visitantes, y creó algunas atracciones –It’s a Small World, Great Moments With Mr. Lincoln, Carrousel of Progress– que además de hablar de un futuro lleno de esperanzas para la humanidad presentaban avances tecnológicos sorprendentes para la época como la introducción de animatronics cada vez más avanzados y realistas.
Walt dejaría así entre sus Imagineers –las personas encargadas de innovar en los parques– el pensamiento de que sus parques jamás están completos mientras haya sueños por materializar y cosas por imaginar para seguirlos mejorando y expandiendo.
¿Qué seguía para un hombre que ya había alcanzado los puntos más altos de la animación, el cine y los parques temáticos? ¿Qué innovación seguía para sorprender al mundo y crear productos globales? ¿Cuál era el siguiente gran paso de Walt?
Ya con bastantes nietos y todavía con los sueños futuristas de la década de la exploración espacial, pensó en un lugar que fuera mucho más allá que un parque, una completa ciudad con la mejor tecnología en la que viviera armoniosamente una comunidad utópica autosuficiente.
Fue así que surgió el proyecto EPCOT (Experimental Prototype Community of Tomorrow) que en el estado de Florida buscaba reunir a científicos, empresarios y ciudadanos para crear una ciudad inspirada en la manera en que manejó su parque con zonas residenciales, jardines botánicos con cultivos y parques industriales/tecnológicos para que fuera autosuficiente. Esta utopía resultaba muy difícil de imaginar, pero no para aquel que durante toda su vida se la pasó persiguiendo y cumpliendo sueños; la muerte fue el único obstáculo para lograr este último objetivo que incluso en la cama de hospital donde Walt fue internado por complicaciones surgidas de su cáncer de pulmón seguía planeando.
Walt Disney falleció el 15 de diciembre de 1966 a la edad de 65 años, y lo que quedó de su proyecto EPCOT se convertiría en el complejo más grande de parques temáticos de su empresa conocido como Walt Disney World.
De este recorrido rápido por la vida de Walt podemos darnos cuenta cómo de los sueños de un niño que creció en el campo y la ciudad no precisamente de una manera cómoda surgieron ideas que siempre pensaron en mejorar algo que ya estaba hecho o innovar con nuevas ideas para los diferentes campos en los que emprendió con sus diferentes negocios.
El mensaje fue claro hacia la humanidad y nos queda en una colección de materiales audiovisuales que siempre transmitieron un mensaje positivo: así como Walt dio vida a lo inanimado y construyó un emporio de entretenimiento surgido prácticamente de la nada, todos los sueños pueden cumplirse con el suficiente coraje y esfuerzo para perseguirlos. Entrevistas, películas, documentales, cortometrajes; la finalidad siempre fue la de inspirar sobre todo a los más pequeños pensando en un futuro lleno de progreso y una utópica comunidad del futuro que aprovechando los avances tecnológicos podría vivir mejor que una sociedad que él conoció y que fue golpeada con crisis muy fuertes como las consecuencias de las guerras mundiales.
Al lado de ese mensaje tuvimos importantes avances en diversas áreas del entretenimiento que a la fecha muchos seguimos disfrutando.
Walt no fue perfecto y como mencionaba en la introducción podría haber muchos argumentos en contra de sus motivaciones, ideologías y pensamientos; independientemente de ello su paso por este planeta asombró a generaciones completas y dejó un mensaje positivo para muchos.