2017 ha sido un año memorable para el medio. Prácticamente desde que arrancó, hemos sido maravillados mes con mes con grandísimos lanzamientos que dieron mucho de qué hablar en todo sentido. Las mecánicas de juego son parte central de todo videojuego, pero este elemento sería poco o nada sin un buen diseño de niveles que lo soporte. Los escenarios en los que nos desenvolvemos dentro de cualquier título van más allá de sumergirnos en cierta atmósfera o de poner en un humor específico. Su principal objetivo tiene que ver con que todo el núcleo de la experiencia en cuestión, haga sentido y funcione. Por tal motivo, un juego que se haga llamar bueno, forzosamente debe contar con un diseño de niveles digno que lo respalde.
En más de una ocasión hemos enlistado todos los atributos de The Legend of Zelda: Breath of the Wild como videojuego, pero la verdad es que en gran parte, esta entrega de Nintendo es tan especial por el maravilloso mundo en el que nos pusieron. Una de las mayores preocupaciones antes de su llegada, tenía que ver con que al presentar un mapa tan masivo, algunas de sus partes se sintieran vacías o no bien integradas. Tras cientos de horas con la nueva aventura de Link, podemos decir que estamos frente a una revolución de los llamados Juegos de Mundo Abierto, pues simplemente no habíamos visto nada como esta versión de Hyrule.
Lo más impresionante de los escenarios de The Legend of Zelda: Breath of the Wild es lo naturales y orgánicos que se sienten, tanto en la parte estética como en lo que tiene que ver con el gameplay. Ver la forma en la que se comportan todos los elementos que hay dentro de él es impresionante, esto sin mencionar que prácticamente cada uno de sus rincones está poblado por algún tipo de sorpresa que le saca una sonrisa hasta al más amargado. Lo mejor de todo el asunto es que nunca se nos dice qué podemos y qué no podemos hacer, solamente se nos suelta para que nosotros creemos nuestras propias historias. Este nuevo Zelda es uno de esos juegos que crea anécdotas gracias a su diseño de niveles, pues cuántas veces no te encontraste platicando con alguien más que también lo estaba jugando para descubrir que en realidad, cada quien estaba teniendo una experiencia con eventos diferentes.
De manera paralela a todo lo anterior, tenemos todo el tema de los shrines y Divine Beasts, los cuales, nos maravillaron con intrincados y muy bien pensados puzzles que tenían más de una solución. El diseño de los niveles de The Legend of Zelda: Breath of the Wild sin lugar a dudas será materia de estudio para todos a los que les interese desarrollar videojuegos. El único asunto que nos preocupa es que el estándar quedó tan alto, que el resto de los juegos de este tipo, se sienten como un claro retroceso. Esperemos que este título sirva para inspirar nuevas ideas y no para generar desconfianza entre quienes están buscando hacer un intento similar.