“Yo lo conocía antes de que fuera cool”.
“A mí me gustaba antes de que fuera popular”.
Ambas son frases altamente famosas por esta tribu urbana popular conocida como “los hipster”, quienes destacan por regodearse de tener gustos súper alternativos e independientes de lo “mainstream”. Suelen aplicarse de manera aceptable con bandas de rock que se vuelven pop, películas de las cuales se desprenden infinidad de secuelas, música alternativa de Europa del Este antes de triunfar en Occidente y con muchos otros ejemplos que bien podrían desmenuzarse en un profundo debate sobre el tema.
En el caso de Bob Esponja ocurre algo curioso, sobre todo si apuntamos a la primera de las dos aseveraciones antes mencionadas. Bob Esponja comenzó siendo cool desde su génesis en 1999, y para muchos de los fanáticos originales terminó en 2005 con la tercera temporada.
¿Qué sucedió? Stephen Hillenburg dejó la dirección del programa después de la primera película. Posteriormente la serie continuó con un tono mucho más infantil, con canciones al más puro estilo de Disney de manera más frecuente y un humor bastante insípido.
Recuerdo que las primeras tres temporadas estuvieron llenas de humor ácido y ambiciosos chistes que coqueteaban con el doble sentido. ¿Cómo olvidar el episodio “Mi hermoso caballo de mar”? Aquí Bob Esponja se encontraba con una nueva mascota: Misterio, a quien dejaba “estacionado” fuera del Crustáceo Cascarudo. Dos transeúntes lo confunden con un tragamonedas montable y se desencadena el siguiente diálogo:
– Pez 1: ¡Mira! Don Cangrejo puso un caballo de juguete.
– Pez 2: ¿Y por qué no lo pruebas amigo?
– Pez 1: No veo por dónde meterle la moneda… ¡Ah, aquí está!
La escena termina con Misterio golpeando con las patas traseras al pez después de que intentó meterle la moneda por el orificio más obvio. El pobre sale volando y por supuesto, explota al caer.
Recuerdo a mi papá carcajeándose hasta las lágrimas con esta escena. Desde entonces, cada vez que nos veía a mí y a mi hermano atónitos con el programa, se nos unía. Incluso una vez, regresando de una fiesta lo encontramos con la televisión encendida y el show en sintonía.
Todos los episodios de las primeras tres temporadas estaban llenos de estos ejemplos, y al durar 11 minutos en promedio lograban condensar con maestría la mezcla entre humor y narrativa. Hablando de la duración de cada episodio, se mostraban increíbles ejemplos donde rompían la cuarta pared, como Calamardo quejándose: “¿Por qué cada 11 minutos de mi vida tienen que ser de intenso dolor y sufrimiento?”
Incluso cuando Bob Esponja y Patricio reciben una invitación real (no de caricatura) de Parche el Pirata para asistir a su fiesta en la superficie de la tierra, ésta llega toda arruinada, con la estrella de mar anotando lo siguiente: “Al parecer no están conscientes de las limitaciones físicas del mundo submarino”, terminando con la frase magistral: “¡Ahora tirémosla al fuego!”
Más allá del debate sobre la posible homosexualidad de los protagonistas, es indiscutible que durante sus inicios contaba con excelentes guiones y dirección. Es muy probable que si algún fanático declara actualmente que le gusta Bob Esponja, lo tachen de tonto debido a la mala fama 
que obtuvo la serie por su mala calidad a partir de la cuarta temporada en 2006.
Una serie que cuenta con la participación de los creadores de La Vida Moderna de Rocko, Recreo y CatDog se dio muchos permisos para apelar al público adulto, apareciendo incluso en canales con un tono más maduro como MTV. Al fin de cuentas, es importante destacar que de 50 millones de televidentes, 20 millones son mayores de edad, hasta la salida de Stephen Hillenburg.
Con la llegada de la segunda película Bob Esponja: Un Héroe fuera del Agua regresa Stephen Hillenburg para liderar el proyecto, y después de casi una década de lamentarnos por la ausencia del alma original de la caricatura, estamos en una ventana de esperanza para ver si tal maestría regresará.
Yo como fanático de la serie original, me encuentro en un constante conflicto por afirmar que me gusta la serie. No puedo decir que me gustaba antes de que fuera cool, tampoco que lo conocía antes de que fuera popular. La paradoja hipster me tiene en un eterno conflicto por saber cómo expresar que me siento privilegiado por conocer a Bob Esponja en su mejor época.
