Era, creo, 1994. Pongamos que tu servidor, con 6 años, estaba leyendo una revista de la época. Como la Eres, pero sin la primera dama en la portada. La tapa con neopsicodelia y mezclilla rota. Jar of Flies, de Alice In Chains, en las reseñas de discos. A contrapágina la fotografía de Kurt Cobain cuando era niño, acompañada de la frase “una bala atravesó su atormentado cerebro”. Y, justo debajo de esa nota, la imagen de Beavis & Butthead haciendo headbanging.
Ese fue el día en el que me enteré que Mike Judge, residente de Garland, Texas, había dado vida a dos completos inadaptados sociales. Es, como pueden ver, el retrato más vivo que tengo de la década y uno de los momentos más representativos de una generación. Para bien y para mal.
Toda época está condenada a lidiar con sus jóvenes. No importa si es 1968, 1992 o 2014. La juventud termina siendo retratada como apática, distante de su realidad y desinteresada de la sociedad. Sin embargo, es la Generación X la primera en hacerse famosa por dicha etiqueta. Hijos de los hippies, educados por el consumismo ochentero, alimentados por la bonanza económica e indiferentes ante la escuela y el trabajo.
Quienes se apegaban más a este estereotipo eran conocidos como Slackers, sujetos cuya única preocupación era mantenerse frente a la TV. MTV, que en ese entonces aún era Music Television, era para muchos su hogar, niñera y compañía. Si bien el canal nunca fue un ejemplo de programación inteligente, a inicios de los 90 aún apostaba por ser el espejo de la cultura pop.
Entre los videos musicales, la emisora pasaba segmentos animados. Mike Judge, quien alguna vez programó sistemas para aviones de combate, creó un corto experimental para el cual generó desde la idea hasta las voces. Dos jóvenes apáticos, educados por una televisión que pretende venderte todo en todo momento, llevan su ocio al punto del absurdo y la crueldad.
Rock pesado, guitarras de aire y un humor estúpido que apuntó como dardo contra buena parte del público del canal. Era 1992 y, con Frog Baseball, Beavis y Butthead habían nacido.
Lo que empezó como un corto animado para llenar espacio al aire y darle variedad a la señal, terminaría por ser un fenómeno generacional. En marzo de 1993 este para de personajes tendría su propia serie, la cual no tardaría en convertirse en embajadora de MTV durante aquellos días. En ella veríamos como Beavis y Butthead se metían en líos, que iban desde malentendidos estúpidos hasta vandalismo en pleno, a causa de su ociosidad y falta de sesos.
Beavis, un chico rubio retratado principalmente de perfil, es considerado un sujeto de inteligencia cero por su creador. Pero esto no sería su único rasgo característico. Su psique impredecible lo hacía pasar por ansioso algunas veces, psicótico otras tantas y, con ayuda de sustancias aparentemente inofensivas, cedía ante su alter ego megalómano y abiertamente maniático: el Gran Cornholio.
Butthead parece estúpido al punto de lo inofensivo. Pero es, generalmente, quien planea la mayoría de los actos que el dúo realiza. Además, suele tratar a Beavis con la punta del pie… si bien le va. Y, para rematar, es plenamente sociópata. Eso sí, por más que lo parezca no había intenciones malévolas en sus actos. Eran sólo dos chicos aburridos con mucho tiempo libre y una casi absoluta ignorancia de su entorno.
No son los mejores ejemplos para la juventud, pero la audiencia no tardó en hacer click con los personajes. Como embajadores del canal, no tardaron en diseccionar el material audiovisual que daba nombre a la emisora. Claro, mientras más crudas fueran las imágenes y más distorsionadas estuvieran las guitarras, el clip era más épico para ellos. Esto llevó a momentos de genialidad como aquel en que hicieron headbanging ante una canción de Nirvana y se rindieron ante Kurt Cobain como su ídolo. El grunge, los noventa y la Generación X tienen pocas imágenes que muestren su apogeo tan plenamente como esta:
La serie fue criticada por el humor absurdo que transmitía en la superficie, aunque quienes pudieron mirar en él la crítica a toda una generación fueron los primeros en alabarla. El impacto de la saga alcanzó niveles poco esperados para una serie de su calibre.
Matt Stone y Trey Parker, dos animadores de Colorado, siguieron los pasos de Judge para construir su propio fenómeno de humor ácido: South Park. Fue en un disco conmemorativo en el que Nirvana lanzó una joya perdida que haría sentido con la muerte de Kurt Cobain: I Hate Myself and I Want to Die. Incluso, por qué no, presentaron un premio en los Óscares en 1995. Sí, pese a la pompa, solemnidad y glamour de la premiación.
La mesa estaba puesta para una película. Y, vaya, fue un gran acontecimiento. No sólo vimos cómo la calentura de estos dos los llevó a meterse en problemas tre-men-dos (con terrorismo amenazando a la nación antes de que Al-Qaeda lo volviera mainstream), sino por una banda sonora excepcional que incluía, sí, a AC/DC y Ozzy Osbourne.
Para ese entonces, Beavis and Butthead se convirtieron en celebridades tan importantes que Demi Moore, la pareja favorita de Hollywood, accedió a interpretar al matrimonio Grimes. No te quiero spoilear la película, por lo que te voy a dejar un mero dato: fue una de las más taquilleras de los 90. Cuando en la década estuvieron Titanic y El Guardaespaldas, algo de mérito era necesario.
Beavis & Butthead terminaron su primera etapa en televisión en 1997. Dos años más tarde de lo que Mike Judge hubiera deseado. Sin embargo, el universo se mantuvo vivo en MTV durante un buen rato más. Incluso alcanzando a un público que la pareja original nunca hubiera imaginado.
Muy lejos de Highland, la ciudad donde este par de idiotas vive, se encuentra Lawndale. Daria Morgendorffer, quien varias veces reaccionó con sarcasmo ante la estupidez de ambos, tuvo que mudarse a este lugar luego de que su barrio pasara por un incidente con material radioactivo.
Tan pronto como Daria, una adolescente nihilista y llena de humor negro, llegó a la preparatoria del lugar se dio cuenta de que no extrañaría al par de estúpidos con el que se dio a conocer. Y lo dijo alto y claro, en la única referencia a su serie de origen en todos los episodios.
Apodada Diarrea por Beavis y Butthead, el personaje fue creado por el guionista David Felton para poner a la pareja en su lugar. Así, logró llamar suficientemente la atención de los ejecutivos de MTV como para que se propusiera una serie propia para ella. Con la luz verde de Mike Judge, Glenn Eichler y Susie Lewis Lynn crearon el piloto Sealed with a Kick. El resto es historia pura.
En Beavis & Butthead el humor recaía casi exclusivamente en las andanzas ociosas de los protagonistas, sin requerir de muchos personajes de soporte. En Daria, el humor es diferente. Brota del drama adolescente, del choque ideológico que surge cuando el personaje principal se enfrenta al vacío de ideas y la excentricidad de quienes le rodean. Ya sea en su familia, sus amigos, compañeros de clase, y hasta el propio profesorado (porque hasta cuesta encontrar a un adulto medianamente cuerdo aquí).
La crítica a la Generación X subsiste en esta serie. Daria, si bien es más inteligente y consciente de su mundo, no deja de ser apática ante el mismo. Quinn, su hermana, es un reflejo del adolescente superficial que da cuerpo a la otra audiencia de MTV. Jake y Helen, sus padres, pecan de ser materialistas e incluso ausentes, aunque por un pelo se salvan de ser disfuncionales.
A esto hay que sumar a Jane Lane, aspirante a artista quien se convierte en compañera de Daria en su pesimismo cotidiano. Trent Lane, guitarrista de Mística Espiral, encarna al típico rockstar vago y sirve, de inicio, como un extraño interés amoroso de la protagonista. Y de ahí nos vamos a todo el alumnado de la preparatoria de Lawndale, que escala de lo estereotípico a lo increíble. Un elenco tan variado que, en ocasiones, termina por robarse el espectáculo.
No extraña que Daria se haya convertido, por méritos propios, en un éxito. Mucho menos que una buena parte de quienes siguieron la serie no se hayan enterado de su origen. Puede que un adolescente no se sienta identificado del todo con Daria, pero sí con sus vivencias. El lidiar, en una etapa tan particular de la vida, con un mundo que no termina de comprender. Y que, a la vez, se vuelve cada vez más superficial.
No extraña que el tiempo que la serie duró en MTV, la cadena diera espacio al ascenso definitivo de las Britneys y las Boy Bands. Tampoco que, justo después de que se transmitieran los últimos episodios, el canal se entregara plenamente a hacer de las adolescentes embarazadas y las cabezas huecas de Nueva Jersey, Newcastle, Valencia y Acapulco su bandera.
Sí, Daria tenía un humor más accesible que el de Beavis & Butthead. Pero eso no hizo que sus creativos se tocaran el corazón a la hora de señalar los absurdos de una generación, rematando con un comentario salpicado de ácido por la señorita Morgendorffer.
¿Qué los padres de hoy usan técnicas raras para educar a sus hijos? Bueno, Daria puede hacer que termine importándoles un bledo o menos a los pequeños. ¿Qué a su perfecta hermana se le antoja hacerse una cirugía plástica? Nada que un comentario caustico, acompañado con senos de silicón, no pueda arreglar. Incluso los traumas del campamento infantil fueron tacleados. Ante todo Daria es cruel y sabe que nadie tiene una vida justa. Pero no es malintencionada. Incluso, en más de una ocasión, se debatió a sí misma lo ético de sus acciones. Hasta el programa favorito de todos, Mundo Enfermo y Triste, sirve como recurso para burlarse de una realidad más que ridícula.
Rumbo al final de la serie, los episodios comenzaron a mostrar cómo Daria y los suyos se enfrentaban a la madurez. Hay quien insiste que allí fue cuando la serie saltó el tiburón, es decir, perdió su frescura. Vimos cómo Daria y Jane vieron comprometida su amistad por Tom Sloane, un chico lo suficientemente valioso como para que ambas lo tomaran como su pareja. Poco después incluso el tema del clasismo terminó por ser tocado, al ser Tom de una familia más acomodada. La relación nos dejó, también, ver cómo respondería la protagonista a un tema como la sexualidad
Si bien no llegó a la salas del cine, vimos dos películas de la serie. O, más bien, extensos episodios especiales. En “Is it Fall Yet?”, Daria y Jane deben sobrevivir a un verano brutal. Daria debe auxiliar al psicótico profesor DiMartino en un campamento infantil. Mientras tanto, Jane se enfrenta ante un grupo artístico lleno de snobs, con todo y experimentación emocional.
“Is it College Yet?”, en tanto, sirve como final de la serie. Las semanas finales antes de la graduación de preparatoria son escenario de una trama donde Daria debe enfrentar la tensión de elegir una universidad, mientras Quinn aprende la valía de la etapa que está viviendo, entre otras situaciones. Una despedida por todo lo alto que cierra círculos y concreta las vivencias que compartimos con los protagonistas.
Tanto Beavis & Butthead como Daria, luego de que MTV se convirtiera en un canal de realities, se convirtieron en emblema de lo que muchos televidentes extrañan del mismo. En 2011, Judge logró que su pareja de imbéciles volviera por un corto tiempo, aunque el impacto en la audiencia no fue el mismo. Vamos, la generación cambió.
Durante años se pidió el regreso de Daria, aunque llegó a complicarse su reedición en DVD. Esto, de acuerdo con MTV, debido a la licencia de los temas musicales que acompañaban las cortinillas y algunas escenas. Si bien apenas vimos su debut en DVD, no se ven expectativas reales de que la serie continúe en algún punto. Menos de la forma en la que cerró.
Una generación apática, distante, pero que al final supo conectarse con su realidad a través de un humor retorcido en un caso y sarcástico en otro. Esos mismos Slackers que, al final, se rebelaron en Seattle y fueron los primeros en oponerse a Bush. Toda época tiene sus líos con las nuevas generaciones. Daria y Beavis & Butthead nos mostraron que, al menos, la Generación X pudo identificar sus errores y burlarse de ellos.
¿Qué hizo esa generación luego de esa burla? Cada uno tiene su respuesta.