Por Zaravasty Luna (@Elbereth2982)
Hablar sobre el final de esta serie emblemática es una misión con un nivel de dificultad ‘HARD’, pero aquí estoy, aceptando el reto y después de haber dejado de leer el manga, retomarlo y encontrarme con su curioso epílogo. Aunque tampoco suena a que sea su final, Masashi Kishimoto nos ha prometido que volverá.
Posiblemente seas de los pocos que hasta hoy no han leído ese final, por eso advierto que si sigues leyendo te vas a encontrar con algunos spoilers. Aclarado el punto podemos continuar. Las referencias que voy a tomar son de los 10 últimos capítulos aproximadamente, no voy a regresarme tanto.
¿Qué esperar de la batalla final? Estamos en el clímax del desenlace, la última pelea de una renacida Kaguya, apoyada (o más bien influenciada) por Black Zetsu, contra el dúo conformado por Naruto y Sasuke. En un principio los reconoce como sus hijos, Hagoromo y Hamura, sin embargo, en realidad son las reencarnaciones de sus nietos, Asura e Indra, ambos ligados por el destino.
Después de tanto drama vemos a Naru/Sasu uniendo fuerzas contra un enemigo común (algo típico en un shounen), pero las situaciones tensas no terminan. Somos testigos del final de Obito, quien a manera de redención ayuda a localizar a Sasuke en la dimensión que Kaguya lo encerró, y Sakura yendo detrás de él… ejem… quiero decir siempre dispuesta a ayudar al último Uchiha. Kakashi se siente un poco inútil, viendo como sus alumnos están dando todo y él es un simple espectador, pero la cosa se pone tierna cuando Sakura se une para dar el golpe final. El equipo 7 llegó para salvar el día y así Kaguya es completamente derrotada.
Esa emotiva despedida entre Namikaze y Naruto, las palabras del chiquillo hacia su madre cuando los Kages desaparecen son realmente conmovedoras y uno como lector puede darse cuenta de qué tanto ha madurado ese ninja revoltoso hasta convertirse en el héroe que salvó al mundo.
Si realmente creían que ese era el final de los conflictos, Kishimoto dejó como cereza de su shinobu-pastel el enfrentamiento final entre los dos pilares de la serie. Sasuke se tenía bien escondidas sus verdaderas intenciones: crear un nuevo orden mediante una revolución; eso incluye matar a Naruto (inserte grito de terror). El mismo Kishimoto ha dicho que ése era el final que planeó desde el principio, un duelo entre ambos personajes, tal vez el contexto fue cambiando conforme avanzó la serie, pero la esencia prevaleció.
Me tocó leer algunos comentarios cuando Sasuke le da un golpe a Sakura para dejarla fuera de combate (sabiendo que ella se interpondría entre ambos), que daban por muerto el shipper Saku/Sasu, fans desgarrándose las vestiduras y quemando en leña verde al mangaka. Curiosamente al momento en cada uno de los personajes va recibiendo una pareja también hay otros fans que han reaccionado de la misma manera y consideran que es un típico ejemplo de relación destructiva. Miren que terminar con una persona que durante la mayoría de los 700 capítulos te ignoró no es muy sano, pero cada quien con su locura.
Y así paso a hablar del epílogo… tengo sentimientos encontrados y voy a tratar de ser objetiva, sin embargo últimamente me ha tocado leer finales en los que se complace enteramente a los fans y son dignos de un buen fanfic (no sólo hablando de manga, me ha pasado lo mismo con determinadas sagas literarias y una que otra serie). Yo sé que al final nos deben mantener contentos, pero esa complacencia pareciera ser un poco absurda. Para que me entiendan, abran alguna página de fanfics y escojan el que quieran (no incluyan los yaoi/yuri o cualquier forma de -cest que se les ocurran), la mayoría se enfoca a escribir quien termina con quien y en algunos casos leemos las aventuras de los hijos de los protagonistas, pues hasta aquel que sólo apareció un par de veces le ha tocado pareja (hay gente que se pregunta quien fue lo suficientemente valiente para tener un hijo con Rock Lee).
Posiblemente voy a sonar tradicionalista, pero tomando como ejemplo el final de Yuu Yuu Hakusho, a pesar que Yuusuke le planta tremendo beso a Keiko (¿o fue al revés?) no necesité de un epílogo meloso que me dijera quienes se casaron, divorciaron o cuántos hijos tuvieron. En el género shoujo te puedo aceptar ese tipo de finales, son completamente necesarios, pero en el shounen debo decir que salen sobrando (¡Por favor Tite Kubo, no hagas eso con Bleach!).
Entiendo que el gancho de Kishimoto es darnos introducción a la siguiente generación de ninjas, aquellos que seguirán el camino de sus padres. Presentarnos a Bolt (Boruto), tan igual a su padre, y dejarnos ver que Naruto al fin consiguió su sueño de ser Hokage. Generar expectación para la próxima película y preguntarnos cómo fue que Hinata (¡al fin!) le echó el lazo al Jinchuriki (morbosamente yo veré la película por eso).
Me quedo con el capítulo 699 que también deja abierta la puerta para continuar la historia, ese Sasuke convertido en viajero solitario buscando la manera de enmendar sus acciones del pasado, pero sobre todo conmovida por la explicación que da al decir que Naruto fue su meta a seguir, considerarlo un verdadero rival a pesar que era un paria de la sociedad de Konoha, siempre supo salir adelante. Por eso el manga debía terminar con un enfrentamiento épico entre ambos.
Movida por la curiosidad, me dan ganas de leer una vez más el manga desde el principio y disfrutar la historia de manera diferente, ya no tener que esperar las actualizaciones semanales y morderme las uñas esperando leer una continuación (eso hace una lectura más fluida). El universo de Naruto es interesante, lleno de leyendas y personajes llamativos, y va a seguir dando de qué hablar. Nos queda esperar el desenlace del anime, la próxima película y las nuevas aventuras de Bolt Uzumaki.