Por Melie Jutsu L. (@jutsu)
Los grandes fenómenos pop tienden a tener fuentes de éxito inexplicables, este es el caso de la aparición, y la célebre vida de la marca Hello Kitty. Como bien sabemos, hace 40 años la empresa japonesa Sanrio y su creadora Yuko Shimizu hicieron un poco de “alquimia mercadológica” y crearon al más adorable minino –o al menos eso pensábamos hasta hace poco.
La simplicidad magnética de su diseño y la kawaii personalidad de Kitty White ha hipnotizado por más de tres décadas a chicos y grandes, y lo sigue haciendo… aunque en pleno 2014 sus creadores afirman que a pesar de lo que nosotros hemos creído y percibido a simple vista, Kitty NO es un gato real, sino la personifización de un felino.
Los fans from hell de Kitty, sabemos de memoria que la “felina niña” White, es inglesa, mide cinco manzanas y pesa tres, tiene una hermana gemela llamada Mimmy, le encanta la tarta de manzana, disfruta de la música y su palabra favorita es amistad.
Dejando a un lado su feliz vida british, Kitty ha marcado la historia con su gran variedad de productos, desde su primer lanzamiento en 1974, la fábrica de ensueño en la que se convirtió el emporio Sanrio, no deja de idear nuevas formas para que Hello Kitty sea parte de la vida de todos los habitantes de la tierra.
Su primer producto fue un monedero bastante básico pero impactante, tanto que le valió a la empresa nipona la introducción de lo que sería el inicio de una gran fortuna y devoción hacia su recién creado personaje.
Para ese entonces las riendas del diseño de Hello Kitty las tomó Yuko Yamaguchi, quien siguió creando nuevas líneas basándose en la temporalidad y hechos importantes del cine, la moda y la televisión, haciendo de Kitty un icono en todas partes.
Con los años Sanrio fue acaparando géneros y edades; mantenía a niñas interesadas con los productos básicos como útiles escolares, bolsas, muñecos de peluche, stickers y las series de televisión; adolescentes adquirían laptops, celulares, electrodomésticos, instrumentos musicales y cosméticos; mientras adultos jóvenes se lanzaban a comprar esos tesoros vintage que les recordaban a su infancia, y al mismo tiempo iniciaban a sus hijas en la idolatría de este dulce personaje.
En nuestros tiempos todo se ha masificado y magnificado, Hello Kitty se podría comparar con un McDonald’s o un Starbucks, pues en cada rincón nos encontramos con su imagen, desde autos, bicicletas, patinetas, tarjetas de crédito, casetas de teléfono, autobuses, casas e incluso un hospital.
Si hay algo que ha caracterizado al personaje en los últimos años es su facilidad para relacionarse con franquicias y universos por mucho lejanos al suyo. Maestra en el arte de los crossovers, se le ha visto unirse con: DC Comics, Street Fighter, Sonic The Hedgehog, Neon Genesis Evangelion, Rurouni Kenshin, Tiger & Bunny, las Tortugas Ninja, entre otros.
Y es que nunca es suficiente, su tierna y linda estética hace que nuestros espacios y pertenencias adopten su etéreo optimismo e irremediablemente aparezca nuestro eterno consumismo (LOL).
Hay un impulso difícil de explicar en lo que a obsesión por Hello Kitty se refiere, es parecido a la euforia que expresamos al ir a un concierto, al conocer a tu artista favorito o al presenciar algún espectáculo que esperabas con ansias.
Kitty tiene una influencia infinita, me atrevo a decir que mayor a la de un rockstar o idol, es algo que no se agota ni por el correr de los años, pues ella siempre está en el lugar correcto, usando el outfit correcto y con la mejor actitud.
Tanta es la fascinación que despierta su delicada figura que la industria que explota este aspecto, –es decir la industria de la moda–, la elegido incontables veces como protagonista de colecciones que tienen el triunfo asegurado.
Marcas como Dr. Marten, Vans, Forever 21, Oysho, H&M, Simmons Jewelry Co. y Victoria Couture por mencionar algunas firmas, han sumado fuerzas con nuestra blanca amiga para obtener incontables ganancias.
Asimismo, en 2008, Kitty se convirtió en modelo para Vogue Japón, en una editorial en donde lucía diseños exclusivos de la casa de moda Dior; e incluso en nuestro país la revista Nylon México (2011) le dedico una portada, una editorial, artículos, un mixtape y una sección fan art.
Pero si pensabas que Kitty sólo es una imagen bonita y sirve de inspiración meramente decorativa, te equivocas, pues para la sociedad asiática y el mundo es un personaje bastante importante; tanto, que en el mismo año en el que se convirtió en un “it girl” para Vogue, también fue nombrada embajadora japonesa de turismo en China y Hong Kong. Y anteriormente, fue nombrada como “Amigo especial de los niños” por la UNICEF (2004).
Hoy en día el rol de Hello Kitty en la cultura popular japonesa sigue vigente: se mantiene entre los personajes de ficción favoritos en donde comparte la popularidad con otros personajes como Anpanman y el mismísimo Pikachu.
Kitty posee un rostro perfecto, aunque no tiene boca, y de ahí es que nace una serie de leyendas urbanas que involucran escenarios demoniacos, promesas y enfermedades en torno a la primera diseñadora. Pero si hacemos caso omiso de lo anterior y tratamos de imaginar a Kitty con boca es imposible lograr un equilibrio con sus demás elementos faciales, esa podría ser una respuesta lógica a la falta de este sentido.
Sin embargo, la diseñadora Yuko Yamaguchi declaró algo más preciso y preciosista acerca de este tema:
Es para que la gente que la mire pueda proyectar sus propios sentimientos en ella, ya que tiene una cara inexpresiva. Kitty parece feliz cuando la gente es feliz y parece triste cuando ellos están tristes. Por esta razón psicológica nosotros pensamos que ella no debía estar ligada a una emoción y ese es el motivo porque el personaje no tiene boca.
Y concuerdo bastante con ella, pues tal vez Kitty fue creada para contener y soportar nuestros propios estados de ánimo, es por eso que nos sentimos tan identificados y cómodos con ella, ya que nosotros mismos le damos el sentido a su cercana y kawaii existencia, que evidentemente nunca pasará de moda.