Una industria que se compara en su facturación con el cine; que genera emociones, recuerdos, nostalgia y sed de aventura, hoy se encuentra con una comunidad creciente y, por lo tanto, nuevos panoramas aparecen para convertirse en una industria mucho más inclusiva que antes.
Rompiendo los estereotipos a los que hemos estado acostumbrados todos los gamers en algún momento de nuestras vidas: “los videojuegos te hacen violento”, “seguro eres bien antisocial”, “las mujeres no saben jugar”, “ya sabes, el típico ñoño que juega videojuegos, así gordito, con lentes y barros”; la industria de los videojuegos tiene que abrirse no sólo culturalmente sino comenzar a ser más inclusiva con su nueva audiencia. ¿Lo peor? Nosotros mismos nos estamos comiendo unos a otros, cuando debería de haber lugar para todos.
Más allá de lo que sucedió en semanas anteriores con lo relacionado al #GamerGate, es un problema que va mucho más allá de las amenazas a un developer de videojuegos, comienza desde el momento en que un grupo de niños se sienta a jugar con su consola favorita y excluyen a su primita menor porque no sabe agarrar bien el control; sucede cuando alguien critica al otro por sus gustos de videojuegos (lo mismo que pasa en la música), sucede tan sólo cuando el decir “soy niña gamer” genera más revuelo que cualquier jugador amante de su título favorito.
¿A qué voy con esto? Internet ha ayudado a masificar todo, haciendo incluso que los videojuegos sean un canal de comunicación cada vez más importante y con mayor audiencia. Es normal que durante esta transición nos encontremos en una situación similar como la que sucedió en la industria del cine, en la cual en los 70s se cuestionó el papel de la mujer en las películas y justo una década después empezaron a surgir largometrajes independientes para tomar la narrativa desde una perspectiva diferente. No es la primera vez que sucede, sin embargo mientras yo puedo preferir The Devil Wears Prada y mi mejor amigo Fast and Furious eso no tiene absolutamente nada que ver con sexismo; son gustos, intereses y perspectivas diferentes. ¡Al final a ambos nos gusta el cine!
Lo mismo debe suceder en cuestión de los videojuegos. Yo sé que muchos estarán en contra del mobile gaming e incluso pueden discriminarlo por no ser similar a lo que hemos jugado desde que éramos niños: consola, control, un gameplay definido y ciertas horas de dedicación para llegar al fin del videojuego. Esta misma situación se repite con ciertos géneros de videojuegos y la integración de los indie games que a veces incluyen una estructura de narrativa interactiva más que un gameplay per se. Sin embargo, al final forman parte de una industria por la cual sentimos aprecio (por lo menos en mi caso y podría estar segura que en su caso, queridos lectores, también) y no hay nada más agradable que sentirse identificado con alguien por el cariño a esta industria.
Ahora, no importa de qué lado estés en esta industria, me refiero a si eres desarrollador o simplemente gamer, al igual que tampoco debería de importar el género a la hora de comenzar a jugar. Algunas veces resulta hartante las comparaciones entre hombre y mujer en esta industria, la poca credibilidad que se les da a las mujeres si suelen jugar un buen videojuego y también la contraparte, la forma en que algunas se segregan para crear sus comunidades de mujeres gamers. Considero que lo realmente importante es compartir esta misma pasión sin importar el género.
No estoy en contra de que haya mujeres gamers, al contrario, es padre compartir los mismos gustos pero creo que no es necesario estar especificando “soy mujer gamer” en lugar de simplemente decir “soy gamer”, el género no define los gustos ni el tipo de juegos que preferimos. Claro, existen habilidades en las que sobresalen los hombres y otra en las que sobresalimos las mujeres. ¿Lo dudan? Deberían ver la persistencia de muchas mamás al tratar de tener la mejor granja en Farmville y la organización de su tiempo en torno a este tipo de juegos.
La exclusión al género femenino en la industria gamer no fue algo que sucedió desde el inicio de los videojuegos, podemos ver incluso en comerciales del Atari como éste en que se incluía tanto niños y niñas jugando este videojuego; pero conforme pasó el tiempo y se lanzó el Super Nintendo Entertainment System podemos ver comerciales completamente dirigidos a los hombres. Aclaro, esto no se trata de ser feminista o machista, sino ser solamente gamers y compartir la pasión por serlo.
¿Quién al ser mujer y jugar videojuegos no se ha encontrado con personas cuestionando sus gustos y poniéndola a prueba sobre diferentes datos culturales acerca de la industria? ¿Pasaría lo mismo con ser hombre? Al igual, esto iría del otro lado, el ser hombre no implica que no te puedan gustar ciertos géneros de videojuegos o que el simple hecho de no ser tan bueno en algunos shooters termine por ser generalizado en los demás videojuegos. Si uno no quiere ser tratado como minoría entonces no deberíamos de comportarnos como minorías, sobre todo si partimos del hecho que por lo menos en Estados Unidos 45% de los gamers son del sexo femenino.
Estos son paradigmas de la industria de los videojuegos que, creo, deberían irse rompiendo, entender que el crecimiento de su comunidad ha permitido la integración de nuevos segmentos poblacionales que incluyen una gran diversidad de gustos e intereses al igual que en edad y género. No podemos estancarnos creyendo que los videojuegos son para unos cuantos cuando por fin se le está dando la importancia a esta industria como realmente merece.
A lo que quiero llegar es que finalmente estamos creciendo, somos una comunidad cada vez más grande, con mayor presupuesto, mayor diversidad y variedad de juegos, al igual que el lema de #NeverGrowUp debemos de incluir la apertura y la inclusión por todas las personas que así como nosotros disfrutamos de un gran videojuego que nos puede llevar al borde de las lágrimas, porque al final, todos somos gamers.
