El mundo de los videojuegos aunque realmente es un tipo de entretenimiento, a lo largo del tiempo nos demuestra que nos puede dejar algo más allá de perder el tiempo en cuestión de ocio. Y justo ahora que estamos en el día del maestro, nos gustaría compartirte cinco enseñanzas que nos han dejado algunos títulos que realmente no buscan dicha misión.
Lo primero que nos enseñan es que la imaginación de una persona no tiene límites, razón por la cual los desarrolladores crean diversos mundos para que podamos cruzarlos en una historia concreta. Así hemos viajado desde el reino de los hongos hasta un paraíso distòpico en el que la tecnología ha alcanzado niveles que nunca nos hubiéramos imaginado.
Este punto va en concreto para latinoamérica, pues desde que los videojuegos llegaron a estos lados solo lo hacían en el idioma inglés, abarcando décadas completas hasta que en la segunda mitad de los 2000 – 2010 todo empezó a localizarse. Mientras tanto, nuestro diccionario de Larousse era nuestro mejor amigo, sobre todo en los JRPG de la época.
Para quienes normalmente juegan experiencias de tácticas, saben que realmente mandar las unidades a pelear no es la mejor idea, puesto que así el usuario perderá todos sus soldados en un par de turnos. Entonces, aprender cada mecánica es esencial para salir victorioso. Sin duda, quien logra perfeccionar esto, ya está del otro lado en este tipo de juegos.
Normalmente cuando se toma un videojuego se da a entender que las partes más llamativas son el inicio y final del mismo, pero hay personas que han aprendido a ser más pacientes y disfrutar cada detalle. Eso va más para los títulos de mundo abierto, los cuales nos brindan tanto contenido y hacen que justamente gocemos más el viaje que la conclusión en sí.
El elemento más importante de un juego es aprender de sus mecánicas y eso usarlo a tu favor, entonces si hay un obstáculo hay que hacer lo que esté en nuestra mano para poder resolverlo. Esto aplica desde una puzzle en Zelda en el que podemos pasar horas descifrando su secreto, hasta un jefe de Dark Souls que nos exige perfeccionar cada ataque.
Está claro que los videojuegos son realmente para entretener, pero sin querer nos han enseñado grandes lecciones. Por lo que podríamos considerar a sus desarrolladores como profesores hasta cierto punto.
Vía: Nordeus
Nota del editor: Los videojuegos sí enseñan algunas cosas, como por ejemplo la capacidad de alguien para resolver un problema en poco tiempo y hasta la toma de decisiones. Por supuesto, su fin es generar dinero, pero a la vez dan una lección a sus clientes.
