¿Qué hacer cuando una generación de consolas está por terminar, pero aún no hay suficiente base de usuarios en la siguiente? Hacer títulos robustos e integrales, que entreguen la experiencia esperada de un juego a su altura. Xbox 360 y PlayStation 3 ya llevan casi una década de existencia, y aún con la edad, son capaces de entregar características sorprendentes que nada le piden a los primeros pasos del PlayStation 4 y Xbox One. En el futuro cercano tenemos proyectos ambiciosos como Assassin’s Creed: Rogue o Escape Dead Island, exclusivos de la generación pasada.
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