Los modelos de negocio de los ahora famosos “juegos como servicios” ha demostrado ser una nuez muy difícil de roer. Con todo y que a pesar de que hace unos años, intentos como el primer Destiny o incluso el fenómeno que representó World of Warcraft, nos hicieron pensar que esta forma de gaming era el verdadero futuro. Posteriormente vino el boom de los free-to-play, el cual, sacudió a la industria entera y puso en entredicho un montón de arcanas que parecían inamovibles. El no pagar por jugar parecía un elemento lo suficientemente atractivo para formar una gran comunidad, pero claro, además de que ahora la atención del público se ha convertido también en un activo, las compañías desarrolladoras se rompen la cabeza a diario para ver cómo pueden monetizar trabajos que evidentemente, no se dan en los árboles. Hace ya seis años, Blizzard lanzó con mucho éxito Hearthstone, juego de cartas completamente gratuito que si bien, ha tenido sus altibajos, se mantiene dentro del gusto de una apasionada comunidad que no tiene planes de soltarlo pronto.
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