Los modelos de negocio dentro de la industria se han convertido en un auténtico caos. Para muchos directivos, el vender videojuegos a precios fijos ha dejado de ser rentable, mientras que la llegada de conceptos nuevos como el free-to-play, han puesto en jaque a grandes publishers por no saber cómo monetizar correctamente la entrada de usuarios a lo que más bien, se ha convertido en un servicio. El gran dilema de hasta dónde dar algo sin costo y cuándo es el momento de empezar a cobrar, está generando fuertes dolores de cabeza a quienes deciden aventurarse en estas formas de producir dinero, esto sin mencionar que algunos géneros ya son completamente asociados en que sus representantes serán completamente gratis, prueba de lo anterior el gigantesco fracaso que fue Concord. En 2013, un no tan conocido estudio llamado Grinding Gear Games, apareció para darle un giro a la manera en la veíamos al medio para abrir de nueva cuenta el debate antes referido.
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