Si tienes entre 22 y 30 años es imposible negar que cuando eras niño, jugaste Dragon Ball con tus amigos. Y por supuesto que no me refiero a los videojuegos de la serie, sino a salir a la calle a lanzar kamehamehas o genkidamas imaginarios con tus cuates. Ese quizá sea el factor más fuerte que tiene Dragon Ball Z Kinect. Darle la oportunidad a chicos y grandes de revivir esos momentos en los que te ponías en posición, acomodabas tus manos en la cintura y comenzabas a invocar el clásico “¡jame, jame, JA!”.
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