Mientras los medios tradicionales dormían, México —a través del embajador Claude Heller— firmó en Japón el llamado Anti-Counterfeiting Trade Agreement (Acuerdo Comercial contra la Falsificación). Pero el Internet no duerme ni tiene días de asueto. En poco tiempo, los usuarios de redes sociales como Facebook y Twitter se alzaron en protestas de la mejor forma que saben hacerlo: distribuyendo contenido que se viralizó rápidamente sobre qué tan nefasto es este acuerdo. ¿Debería importarles ACTA? Por supuesto que sí. Pondré un ejemplo para mostrar mejor el punto: Imaginen que en un Atomix Live tarareamos la canción de una película (lo hemos hecho muchísimas veces). Una semana después, publicamos el episodio, pero —oh, sorpresa— los dueños de los derechos de la película reclaman a YouTube, quienes son obligados a retirar el contenido y cerrar nuestro canal. Y ése sería el peor de los males: ACTA también afectará a los medicamentos y, en general, permitirá que los gobiernos puedan controlar Internet según criterios muy vagos. Sigue leyendo.
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