Algo que suele suceder de manera bastante común en el desarrollo de videojuegos, tiene que ver con un exceso de ambición por parte de los autores que normalmente se convierte en procesos de creación absurdamente largos que se salen de control. Al inicio, Simon Stafsnes Andersen, artista noruego amante de Nintendo, tenía la intención de hacer un pequeño juego en un par de semanas que fuera gratuito, sin embargo, conforme iba aterrizando ideas, se dio cuenta que su proyecto tenía un mayor potencial. Prácticamente 10 años más tarde y ya con D-Pad Studio instituido, este verdadero soñador por fin entregó Owlboy, el cual, ahora está llegando a consolas para deleite de quienes no suele encender su computadora para jugar.
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