Hace un buen rato que una película de terror no me provocaba cierta sensación de incomodidad. No hablemos de una sensación de miedo; el género me ha seducido a tal grado que me he hecho un poco insensible a los horrores que se pueden presentar en pantalla. Sin embargo, lo que esperaba fuera la precuela a una cinta bastante insípida –Annabelle, del director John R. Leonetti– me ha dado una grata sorpresa y después de verla estoy bastante satisfecho.
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