2017 ha sido un año memorable para el medio. Prácticamente desde que arrancó, hemos sido maravillados mes con mes con grandísimos lanzamientos que dieron mucho de qué hablar en todo sentido. Después de un lapso de tiempo considerablemente grande pasando malos ratos, Nintendo por fin ha levantado de nuevo la mano, tanto en lo comercial, como en lo artístico. 2017 ha sido simplemente espectacular para los de Kyoto, pues su Switch va viento en popa, esto gracias en buena parte a las fuertes exclusivas que tuvo en su año debut. Decirte que decantarnos por uno de estos título fue difícil sería mentirte, pues a pesar de que todos los nominados son maravillosos, sabemos que uno de ellos destaca no sólo en esta categoría, sino entre todos los más grandes del año.
Hablar del pináculo de cualquier forma de expresión artística o medio de entretenimiento siempre es muy complicado. Pues a pesar de todos los lineamientos que existen y se aceptan para considerar si cierta es obra o no, siempre pesará el término “obra maestra”. The Legend of Zelda es indudablemente una de las sagas con más legado y sobre todo, con más aportaciones a la industria, sobre todo en términos artísticos, por lo que siempre que Nintendo lanza una nueva entrega de Link y compañía, los reflectores se pone sobre ella. El extenso proceso de desarrollo y visión de Breath of the Wild encendieron algunas alarmas, pues parecía que no había una visión clara de hacia dónde iba el asunto. Vaya golpe que se nos dio en cuanto comenzamos a explorar esa nueva versión de Hyrule.
The Legend of Zelda: Breath of the Wild no sólo es la consolidación de la franquicia a la que pertenece, también es el producto de años de estudio por parte de la Gran N sobre lo que se estaba haciendo en occidente con los famosos juegos de mundo abierto. El equipo de Eiji Aonuma y Hidemaro Fujibayashi tomaron todos estos elementos, los analizaron cuidadosamente y después los introdujeron en una licuadora. Una vez con la mezcla entre las manos, se dispusieron a meterla en un horno con la temperatura perfecta, dando como resultado a uno de los videojuegos más impresionantes de todos los tiempos.
Decidir qué elementos es el que hace tan especial a Breath of the Wild es sumamente complicado, pero probablemente tendríamos que elegir lo orgánico que es su diseño. El simple hecho de que se nos dé completa libertad para llegar a cualquier punto del mapa que podamos observar a la distancia fue suficiente para revolucionar a este subgénero, además de que claro, teníamos cosas como por ejemplo, la forma en la que funcionaba la temperatura del ambiente o clima y como es que esto afectaba de manera directa al gameplay. Lo más probable es que el Switch haya sido estrenado con el mejor juego que jamás verá en el tiempo que le quede de vida.