Voy caminando a paso firme por la ciudad. Nada puede detenerme cuando cae la noche y las luces neón se reflejan en los charcos oscuros llenos de cigarros agonizantes. La oscuridad transforma la urbe en una jungla desalmada infestada de seres humanos adictos a la heroína, prostitutas masoquistas, robots que desobedecen las tres leyes de la robótica, geishas con una amabilidad mortal y uno que otro vendedor de droga enojado por no tener suficiente dinero para cumplir la cuota del señor que todo lo ve, pero no dice nada. Ésta es mi ciudad: una que parece siempre estar de fiesta, una celebración con telarañas de luz por las cuales se asoman fantasmas recordándome peleas del pasado. Esto... esto ya me ha pasado antes... no es la primera vez que aparece un cerdo musculoso y se roba el ángel de cabellos dorados que ilumina mi mundo. Ésta es la reseña del súper cool Double Dragon Neon.
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