Hay que agradecer a Justin Kurzel por su descarado atrevimiento al decidir adaptar una obra de más de 400 años, en una lengua que constantemente está evolucionando por lo que su comprensión e interpretación mutan a través del tiempo, y más aún con el valor agregado de uno de los literatos más representativos en la historia de la humanidad y el más importante en lengua inglesa: William Shakespeare.
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