En estos tiempos es muy difícil encontrar películas de terror que en verdad paralicen e invadan nuestros cuerpos de intriga, desesperación y, lo más importante, que nos provoquen miedo, haciendo que nuestro cuerpo lo exprese con pequeños saltos, la piel se nos erice o, como sucede con algunas personas, no querer mirar la pantalla. Por suerte, también encontramos películas que en vez de inspirarnos miedo nos hacen pasar un tiempo agradable (o divertido) con escenas exageradas, con tramas ridículas y actuaciones que dejan mucho que desear.
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