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Las remasterizaciones, a diferencia de los remakes, le dan la oportunidad a los desarrolladores de ofrecerle al público la versión definitiva de cierta experiencia, sin la necesidad de modificar sustancialmente la historia, gameplay, rehacer el juego, o las tres al mismo tiempo. Con tan solo mejorar la resolución, rendimiento, el apartado gráfico en general, y ofrecer contenido adicional, cierto paquete bien podría convertirse en la forma en la que algún título debe experimentarse hoy en día. Esta es una práctica relativamente nueva. Previo a la generación del PS3 y Xbox 360, este tipo de trabajos eran raros, y los estudios se limitaban a realizar simples ports o remakes. Sin embargo, con la llegada del PS4 y Xbox One, cada vez hemos visto más y más entregas que se encargan de retocar aventuras que ya vivimos y, en teoría, no hay algo malo con eso.
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