The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom es una hermosa aventura, a veces impresionante y a veces reconfortante, a través de un mundo de fantasía lleno de capricho y maravilla. Pero tiene un oscuro y profundo lado oculto. No, no estoy hablando de Ganandorf y la oscuridad que emana del abismo bajo el castillo de Hyrule. Estoy hablando de la tortura de los Koroks.
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