2015 fue el año en el que definitivamente Xbox One remontó en cuestión de catálogo y características atractivas para el gamer. Después de varios tropiezos que tenían que ver con el uso de Kinect y el bajo rendimiento técnico en comparación a la competencia, este año la consola dejó atrás las frustradas necesidades de convertirse en un centro de entretenimiento todo en uno para darnos lo que realmente nos interesa: videojuegos.
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