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tobyfox
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15/01/2016
Se extraña esa época en la que la ola indie explotó gracias a maravillosos juegos creados por equipos muy pequeños, incluso con proyectos desarrollados por ejércitos de un sólo hombre. Ya sea por suerte, virtud, o una afortunada amalgama de ambas, hemos visto en el último par de años un puñado de videojuegos independientes que logran resaltar y acaparar la atención del mundo entero, tal es el caso de Undertale.
Creado casi en su totalidad por una sola persona, este título de tobyfox ha logrado trascender y convertirse en un juego de culto por salir de las convenciones del género RPG y conmover hasta al más distraído con una narrativa que deja en ridículo a grandes producciones que buscan sin éxito que las decisiones del usuario afecten significativamente su experiencia con un videojuego.
Inicialmente, comenzó como un proyecto de Kickstarter con sólo $5,000 dólares como meta, logrando recaudar 10 veces esa cantidad y multiplicar tres veces su duración gracias a los casi tres años de desarrollo. Finalmente llegó a PC y Mac con sus gráficos inocentes creados en GameMaker, que nos llevan en un viaje visual que comienza con el Spectrum y termina con un estilo muy similar al de un Super Nintendo; todo acentuado con bellas melodías que aunque suenan avanzadas para el estilo visual, complementan la atmósfera que se nos muestra de manera magistral.
Con inspiración de distintos juegos como Earthbound, Shin Megami Tensei, Super Mario RPG y Mario & Luigi: Superstar Saga, Undertale nos pone en la piel de un niño que ha quedado atrapado en la olvidada región de Underground, donde los monstruos fueron desterrados después de una guerra contra los humanos hace mucho tiempo. Así es como comienza esta aventura en la que debemos encontrar el camino de regreso a la superficie, a nuestro hogar.
Undertale es un juego que combina de manera impecable la trifuerza de los videojuegos: las mecánicas, el arte y la narrativa. Su creador no dejó ni un cabo suelto y cada elemento con el que interactuamos está ahí por una razón; es decir, se nota la atención al detalle en cada fase del desarrollo. Se trata de una experiencia casi mágica en la que frente a nosotros se va desenvolviendo una gran aventura mientras se construye nuestra propia historia.
Un enemigo de #Undertale se llama Papyrus, y sus diálogos salen en esa fuente. pic.twitter.com/3hyJEMW7C6
— Jorge Diaz (@CyanideCoke) January 4, 2016
La ficción me recordó a mis años de niñez cuando leía La historia interminable, en la que un muchacho caía en mundo de fantasía y aunque no pertenecía ahí, se sentía como en casa; eso sin contar las partes en las que la obra rompía la cuarta pared de maneras tanto hilarantes como escalofriantes. Igualmente, la experiencia se me figuró a caricaturas como Hora de Aventura, en la que los acertijos, las misiones, los diálogos y los pintorescos personajes mantienen al espectador distraído de la narrativa densa, oscura y perturbadora que envuelve al mundo a gran escala.
Navegamos por una región inexplorada por los humanos en la que los monstruos viven el día a día esperando eventualmente regresar a la superficie. Nos envuelven tramas mundanas en la que descubrimos cómo es que los monstruos celebran la navidad aún cuando no hay Santa Claus -puesto que es humano-, nos toma por sorpresa el hecho de que a los habitantes de Underground les da asco la idea de comer como los humanos debido al repugnante funcionamiento del sistema digestivo, nos aturde nuestra falta de sentido común al pedirle un vaso con agua a un barman hecho enteramente de fuego, y nos conmueven los problemas a los que algunos monstruos depresivos se enfrentan, como la monotonía de la vida, la sobrepoblación y la obvia escasez de luz solar, entre miles de ejemplos más.
Al mismo tiempo, vamos descubriendo una trama inquietante que tiene que ver con la fuerza del alma humana y su persistencia aún después de la muerte, poder altamente envidiado por los monstruos que habitan Underground. Sobre la marcha descubrimos que todas y cada una de nuestras acciones cuentan para el desenlace de la historia, lo interesante es que la mayoría de estas decisiones no tienen que ver directamente con ser moralmente bueno o malo.
Desde el principio del juego somos desafiados para contestar preguntas mundanas que tienen que ver con qué tipo de comida preferimos, cómo vamos vestidos, qué pensamos de cierto personaje, y demás cuestiones que a primera vista parecen insignificantes. No obstante, cada respuesta desemboca en que se desbloqueen ciertos diálogos, que peleemos contra ciertos enemigos o más a largo plazo, que tengamos un final agradable o uno aterrador en el que peleamos contra un villano que pudimos haber eludido de haber tomado caminos diferentes.
Podemos evitar el combate con todos y cada uno de los enemigos a los que nos enfrentamos en este RPG. En nuestras manos está la opción de aniquilarlos a todos en un divertido e innovador sistema de combate, o hacernos sus amigos a través de distintas opciones de diálogo en minijuegos inspirados en aventuras gráficas. Estas decisiones también influyen en el desenlace de la historia.
En cuanto al combate, no pude dejar de sentirme de nuevo jugando maravillas como WarioWare, cada enfrentamiento es un microjuego en el que en vez de dar comandos de “Ataque” o “Magia”, controlamos a un corazoncito y evitamos tocar balas y otros elementos en dinámicas inspiradas en los bullet hell de antaño. Si somos pacifistas, cada enemigo tiene opciones de diálogo con las que podemos descubrir qué los aflige y convertirnos en sus amigos si decimos las palabras correctas. En vez de dañar físicamente a un caballo de mar vigoréxico, lo reté a una competencia de flexiones. En vez de lastimar a un monstruo-pecera misofóbico, lo ayudé a limpiar exhaustivamente cada centímetro de su alrededor para que se sintiera a salvo. Aunque no nos otorgan puntos de experiencia, el camino pacifista podrá ser el correcto para muchos.
Aunque hay equipo como armas y cierto tipo de armaduras, este no es un RPG convencional en el que tengamos que pasar largas horas subiendo de nivel. La manera de recuperar nuestra barra de salud es a través de puntos de guardado o comiendo dulces y otras golosinas, nuestro equipo de defensa tiene más que ver con prendas que usa un niño en sus juegos (bandanas, gorras) que con verdadero blindaje. Esto no quiere decir que el juego sea fácil, ya que en ocasiones puede ponerse muy complicado superar ciertas batallas si lo nuestro es el camino de la violencia, además de que hay secuencias de persecución en la que se pondrán a prueba nuestros reflejos con el mando para salir vivo.
Otro punto en el que Undertale poner a prueba nuestras habilidades con los videojuegos es en los puzzles. Existen ciertos desafíos bastante complicados con los que nos romperemos la cabeza para avanzar; ya sea activando sensores en el orden correcto, alineando bloques logrando hacer líneas de cuatro o recordando secuencias para caminar sin caer al vacío, el título siempre tiene un reto para el jugador.
Si bien nos encontramos frente a un juego de progreso lineal, Undertale está construido para ser jugado en repetidas ocasiones. Terminar el título después de 6 horas no hace más que hacernos desear regresar a Underground a ver qué podemos hacer diferente, además de que los personajes y enemigos recuerdan nuestras acciones en la partida pasada y actúan con base en ello, en algunas ocasiones provocándonos reacciones inquietantes. Con varios finales disponibles, es casi seguro que regresaremos a ver qué otras sorpresas nos deparan en este océano de posibilidades.
Por más perfectos que luzcan cada uno de los elementos del juego, me hubieran encantado más opciones para controlar al personaje, ya que tener únicamente las flechas para desplazar al protagonista y botones específicos para dirigir sus acciones resultó molesto y cansado en ocasiones, sobre todo después de partidas largas. Finalmente, podría no parecer mucho, pero estar atado a una herramienta de creación de juegos con opciones hasta cierto punto predeterminadas tiene un impacto en los visuales del título; en repetidas ocasiones me encontré brincando de un estilo de arte a otro y repitiendo ciertos escenarios que pudieron ser mucho más coherentes de ser desarrollados desde cero.
Undertale hace impecable lo que contados videojuegos logran: amalgamar sin error mecánicas de juego sólidas y divertidas, una historia profunda tanto a gran escala como en cada microentorno, y un universo consistente y congruente consigo mismo. Ninguno de estos tres elementos tendría sentido por separado, y juntos hacen uno de los videojuegos más extraordinarios que hemos visto en los últimos años.