BioWare se mostró ocupado durante el último par de años. Después de darle un final a la trilogía de Mass Effect, fue evidente su enfoque a una saga que combina dos de los más grandes atractivos para los entusiastas de los videojuegos: el género de rol y la época medieval. Dragon Age: Inquisition no sólo retrata el aprendizaje del estudio con dos sagas increíblemente bien trabajadas, también nos entrega una de las experiencias más satisfactorias y duraderas de dos generaciones de consolas.
Después de horas y horas de profundizar en la tercera iteración de una franquicia que nació hace media década, me percaté de que BioWare no le teme al aprendizaje y a mostrar que puede abstraer lo mejor del género. Así me encontré con dragones tan intimidadantes como los de Dark Souls pero no tan absurdos como los de The Elder Scrolls V: Skyrim; Dragon Age: Inquisition toma lo mejor del genero en los últimos años y lo sintetiza en una aventura que sin perdernos con nimiedades, nos ofrece docenas de horas de entretenimiento e inmersión.
Tomamos el papel de un desconocido, un extraño que sin explicación alguna posee la llave para liberar al mundo de los demonios. Templarios y Hechiceros se han dado cita en una convención especial llamada “Conclave”, evento durante el cual se han abierto las puertas del mismo infierno para comenzar así una invasión de criaturas atemorizantes con la única finalidad de acabar con el mundo como lo conocemos. Nosotros, sin explicación aparente hemos sido marcados con una magia especial que nos permite cerrar grietas dimensionales de donde engendran los monstruos.
Así comienza nuestra historia por el mundo de Dragon Age: Inquisition, en el cual somos recibidos como prisioneros y terminamos liderando una entidad de guerreros en búsqueda de la salvación humana.
Aunque el sistema de creación de personajes no sea tan profundo como en otros títulos, si nos permite conectarnos con un protagonista real, mismo que posee una historia, emociones y una serie de habilidades con las que identificarse. Podremos elegir entre cuatro razas disponibles, tres que ya conocemos (humanos, enanos o elfos), y por primera vez los Qunari. Además, tres clases principales (guerrero, pícaro y mago) nos permitirán profundizar en el estilo de combate que utilizaremos a lo largo del juego, dando la posibilidad de interpretar más de dos decenas de roles que se adecuen a nuestro estilo de combate.
Por primera vez, la serie Dragon Age nos ofrece más que una aventura donde utilizamos a una pieza del “ajedrez” en el que participamos dentro de una historia predeterminada. Ahora formamos parte de una micro y macro gestión en la que si queremos, podemos tomar decisiones que cambien el curso de la historia o simplemente podemos decidir blandir nuestra arma contra todo lo que se nos ponga en frente durante todo el juego.
Gracias a la Inquisición, tendremos una base de operaciones a través de la cual tomaremos decisiones cruciales para el desenvolvimiento de la trama. Orlais y Ferelden serán nuestros campos de batalla, a través de los cuales hilaremos la historia de nuestra cruzada contra los demonios que intentan acabar con la civilización. En tan sólo unas cuantas horas de juego seremos líderes de una organización que nos obedecerá sin objeción alguna. A través de un centro de operaciones fungiremos como la cabeza de una organización con embajadores, capitanes de guerra, secretarios de economía y expertos en logística que nos aconsejarán constantemente sobre qué rumbo tomar para balancear mejor las disputas entre los Templarios, los Hechiceros y los demonios.
Si la política es demasiado para nosotros, siempre tendremos la opción de salir por la tangente y tomar las decisiones más obvias y fáciles, todo para adentrarnos en un gameplay que no carece de profundidad si de combate se habla. Cada clase tendrá sus árboles de habilidades, mismos que irán expandiendo el sistema de combate conforme desbloqueamos las habilidades del camino en el que decidamos profundizar.
Con un grupo de cuatro integrantes podremos avanzar por los mapas que si bien no presentan un mundo abierto como a los que nos acostumbra Bethesda Softworks con The Elder Scrolls of Fallout, sí nos ofrecen decenas de horas de misiones secundarias que para nada resultan insignificantes. Aunque no nos salvemos de los clásicos mandados por ir a eliminar a cierto número de criaturas, cada encargo, por muy secundario que sea, nos permitirá obtener puntos de influencia que representarán la moneda con la cual tomaremos decisiones sobre cada región.
Hablando del combate, el sistema táctico que conocimos en Dragon Age: Origins para PC está de vuelta, incluso en consolas. Con sólo apretar un botón podremos pasar de una vista en tercera persona a una vista cenital que con el juego pausado nos permitirá tomar decisiones tácticas sobre qué enemigo derrotar primero y en qué formación queremos posicionar a nuestro grupo. El juego puede ser tan hardcore o tan casual como tu elijas, y en cualquier momento podremos pasar de blandir nuestra arma machacando un botón a decidir estrategias complicadas sobre dónde posicionar a cada uno de los integrantes de nuestra empresa.
Nuestro centro de operaciones o “La Inquisición” irá creciendo conforme superemos las misiones de cada una de las regiones que visitemos. Soldados irán arribando para jurar solemnemente su servicio ante nosotros como Inquisidor, y con ello podremos cambiar a los integrantes de nuestro grupo. Cada personaje tendrá su propio árbol de habilidades, su personalidad y su desenvolvimiento en la trama que desembocará en diálogos únicos. Con ello, ningún gameplay será igual al otro y la experiencia variará totalmente dependiendo de las elecciones que tomemos.
Una vez que superemos las misiones principales de una región podremos movernos a la siguiente. No obstante, siempre existirá la opción de regresar, ya que en cada área existirán partes demasiado difíciles para nuestro nivel. Con esto me refiero a que los enemigos no se adaptarán a nuestro progreso, sino que tendrán su propio nivel de dificultad y nos harán saber que no somos lo suficientemente poderosos para enfrentarlos. La primera vez que veamos a un dragón (y a sus esbirros) será totalmente terrorífica, ya que con escasos cinco niveles de progresión veremos enemigos que nos doblarán en poder y nos ahuyentarán para hacernos saber que se quedarán esperando para derrotarnos. Dragon Age: Inquisition encuentra el balance perfecto entre la dificultad y la progresión.
Al ser un título con varios mundos abiertos y de tanta ambición, Dragon Age: Inquisition no se encuentra exento de errores. Con una cartera de bugs, glitches, texturas incompletas, físicas fallidas y demás detalles técnicos, nos enfrentamos a decenas de horas donde será fácil señalar dónde se encuentra el error a nivel tecnológico. No obstante, los posibles tropiezos no se comparan al nivel de gratificación y profundidad que ofrece uno de los proyectos más ambiciosos de BioWare, tomando en cuenta que entrega una experiencia sin igual para plataformas de generaciones distintas: Xbox 360, PlayStation 3, Xbox One, PlayStation 4 y PC.
El juego rebasa las convenciones que conocemos dentro del género de rol. Cada vez que subamos de nivel, evitaremos insignificancias como decidir a qué atributo darle prioridad para subir su puntaje. Fuerza, destreza, agilidad, fe, aguante y demás quedarán de lado para darle prioridad al árbol de habilidades, mismo que cambiará radicalmente la manera en la que nos desenvolvemos en combate.
Como dije anteriormente, BioWare no le teme al aprendizaje, y una muestra clara de ello es el apartado sonoro. Las entradas musicales que preceden a cada combate o a cada aumento de nivel nos recuerdan al emblemático Skyrim, sin perder la identidad del estudio y haciéndonos saber de manera solemne cada vez que se acerca un peligro inminente. Cada detalle auditivo acompaña de manera sublime a la acción que realicemos.
Las misiones secundarias no se harán esperar, y en cada mapa seremos capaces de ignorar por completo la historia principal para ponernos a buscar fragmentos de rocas mágicas, encontrar observatorios para participar en mini juegos donde tendremos que conectar puntos para así completar la imagen de una constelación, e incluso podremos dedicarnos enteramente a recoger plantas a lo largo del mapa para ganar mejoras en nuestro arsenal de pociones. Como mencioné anteriormente, Dragon Age: Inquisition podrá ser tan duradero como tú elijas.
Como era de esperarse por parte de Electronic Arts, las micro transacciones están a la orden del día, aunque solamente en el apartado multijugador. Este es por mucho extenso, y representa un modo de juego totalmente independiente y completo respecto a la campaña principal. Tomando elementos del legendario Mass Effect, el modo en línea para esta entrega nos permite explorar tres mapas para derrotar oleadas de enemigos, y así progresar y subir de nivel al personaje predeterminado que escojamos. No es de dudar que posteriormente existan expansiones para este modo de juego, ya que por el momento se encuentra bastante limitado respecto al abanico de elecciones. Pagar dinero real nos permitirá comprar mejoras de equipo y accesorios para nuestro personaje, aunque siempre permanecerá como una opción secundaria ante el soberbio sistema de progresión.
El sistema de diálogo toma los mejores elementos de la franquicia Mass Effect. A través de una ruleta podremos elegir qué actitud tomar ante cada situación que se nos presente. En nuestro grupo habrán personajes a los que no les agrade las decisiones que tomemos, y esto podrá desembocar en situaciones dolorosas en las que tengamos que ver partir a uno de nuestros héroes favoritos. Hablando de la meta historia, seremos capaces de cargar archivos guardados de las entregas anteriores para ver la influencia de nuestro personaje en el universo actual. Aunque esto no cambie radicalmente la manera en la que se desarrolla la historia, sí nos permitirá ver cómo nuestras decisiones en juegos anteriores alteran ligeramente el desarrollo de la Inquisición.
Dragon Age: Inquisition no sólo sintetiza un aprendizaje realizado a lo largo de dos franquicias más que exitosas, también toma elementos altamente enriquecedores de otras sagas que han aportado al crecimiento del género RPG. Un gameplay táctico y al mismo tiempo de acción es posible gracias a la nueva entrega de BioWare, que por más de cien horas nos tendrá enganchados en una historia donde la homosexualidad, la destrucción de pueblos, la procrastinación y la toma de decisiones serán posibles gracias a un universo incluyente, rico y por más entretenido. Una joya que ningún amante del RPG se debe perder.