RESEÑA: Defiance

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Los humanos se encontraron hace pocas décadas con los Votan, una población alienígena pacífica que venía de vagar por las galaxias buscando refugio. Luego de recibir asilo y una reservación territorial en Brasil, las relaciones entre ambas especies se mantuvieron tensas durante años.

Como es de esperarse para todo lo que el ser humano toque, la guerra entre ambos mundos estalló en las Pale Wars. El conflicto, que duró siete años, terminó con la explosión de un arca Votan, incidente conocido como Arkfall. La tecnología que incluía cayó a la tierra, siendo utilizada como arma entre ambos bandos.

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Defiance es un campo de refugiados cercano a la ciudad de St. Louis, en Missouri. Pero eso lo cuentan en la tele. La tierra de otro santo, San Francisco, es la que disfrutaremos en Defiance, el videojuego, con todo y una serie de golpes que no se limitan a los que recibirá tu avatar.

Zona de Guerra

Jugamos Defiance en Xbox 360. De hecho, justo vale hacer algunas observaciones. De entrada, tanto la instalación como el parchado previos al inicio del juego pueden durar hasta una hora. Un poquito más si tu red es lenta. Mientras aguardas, podrás ver avances del capítulo o el evento online de la semana. Además, te lo aclaran de inmediato: necesitas Live Gold para jugar.

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Luego de la espera, a nosotros nos tocó un par de veces que la red no estuviera disponible y, por tanto, no pudiéramos participar de los tiros. Ojo, no quiere decir que sea injugable como se ha contado de lo que ocurrió con Sim City Diablo III, pero sí bajonea no poder disfrutarlo, mucho menos después de una larga espera.

Luego de los parches, a los que seguramente estás acostumbrado si sueles jugar MMO de PC, tendrás la apertura directa a un cinemático que te cuenta de forma escueta el planteamiento general, suponiendo que estás al tanto de la serie televisiva. Luego, te das cuenta que tu misión es naturalmente distinta a la del programa. Eres un Arkhunter que, a sueldo, debe cumplir diversas misiones mientras va armado como para aniquilar a un pelotón completo.

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Al mando está el millonario Karl Von Bach, cuya nave se estrella en territorio hostil. Tu primera tarea es encontrarlo, vivo de preferencia, mientras cazas Arktech, naves espaciales de origen Votan. También debes reconocer el territorio, lo cual significa, digamos, encontrarte con humanos mutantes y criaturas extrañas en una realidad que ha evolucionado.

Sin rastros de vida inteligente

Lo primero que harás es elegir tu raza: Humano o Irathient (una de las muchas razas Votan). Femenino o Masculino. Tienes cuatro orígenes (que podríamos definir como una equivalencia a la clase): Veteran, Suvivalist, Outlaw y Machinist. Las diferencias entre una es escasa, además de que todos reciben armamento similar de inicio. Cabe destacar que entre más uses un arma, más mejoras podrá recibir con el tiempo. Así que desde un inicio vale la pena decidirte por tu favorita, que puede ir de una pistola automática hasta un sniper.

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Luego de personalizar en un menú bastante limitado a nuestro personaje, nos lanzamos a la tarea de encontrar a Von Bach y lo que queda de la tripulación. Los controles básicos te recordarán a otros juegos de disparos en tercera persona: RT para disparar, LT para apuntar. Con B te agachas, con A saltas, con X interactúas con los objetos. Granadas con el bumper derecho mientras con el bumper izquierdo realizas un especial.

Este especial proviene del Environmental Guardian Online (EGO), un implante en la cabeza que además de servir de interfaz orgánica para el combate también te dota de habilidades. Puedes elegir camuflaje, una mayor potencia de disparo o crear un clon de energía para distraer a tu rival como tu especialidad de inicio. Cada una con ventajas particulares.

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Así, de repente, entramos a un San Francisco desolado. De hecho, más de lo habitual para un juego en línea, ya que no alcancé a ver a ningún otro jugador en la historia principal. Aunque el multijugador se destina a mapas particulares de los que hablaré más adelante, desanima tener que estar conectado en un mundo que bien podría guardarse para una experiencia offline. Juro haber visto a otro usuario los primeros minutos de juego, pero pese a las funciones de chat automático la interactividad fue nula y, de hecho, desapareció como si nada a los pocos segundos para recorrer el mundo por mi propio pie y sin ver vida inteligente sobre la tierra durante las siguientes horas.

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Las misiones, por otra parte, te las marcará un holograma al cual sólo podrás ver en cuanto lo tocas. Ahí, una voz automatizada te dirá qué hacer, normalmente llegar a un punto marcado en el mapa mientras evitas que te maten. Todo con diálogos pobres que terminas ignorando para seguir las indicaciones de tu misión.

Mientras realizas tus deberes, la sensación de soledad en el juego es agudizada por la inteligencia artificial. Verás tú, los pistoleros jalarán el gatillo a lo que se mueva sin mucha puntería, al punto de poder huir sin que te golpee un solo disparo. Para colmo, si usas el camuflaje durante una balacera es probable que le disparen al aire un tiempo. De una vez les cuento: nada de headshots. Esto funciona como un RPG de disparos, y forzosamente tienes que terminar con la barra de vida que flota sobre sus cabezas para aniquilar a tus oponentes.

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En las creaturas, la cosa se pone peor. Algunas de las que nos encontramos se lanzan contra ti con todo y una animación horrible, para después desaparecer y reaparecer como si nada. Si les das durante la embestida, explotarán en una nube de pixeles rojos para dejar una mancha cuadriculada en el piso que se desvanece de inmediato.

Si te toca llegar a un bastión aliado, más te vale no acercarte a sus tropas. Especialmente porque eres invisible para ellas: le dispararán o se moverán de un modo que parecen tener el evitar cualquier contacto contigo como premisa. Ni los comandos de chat funcionan e insisto, para ser un juego que promueve la interacción ésta resulta muy limitada. Eso sí, tendrás señuelos gratis para los enemigos que se acerquen.

Digamos que no te has aburrido lo necesario para dejar de jugar, y has llegado a un cinemático. Son lo mejor del juego, pero la animación se entrecorta y es imprecisa en los movimientos corporales, el nivel de detalle es pobre y, para colmo, la actuación de voz es mala. En resumen, todo parecería terrible hasta que, oculta en el menú de pausa, aparece la opción Matchmaking.

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Duelo al atardecer

En el multiplayer es donde se ve el verdadero potencial del juego. Por cómo funciona, parecería que el objetivo de las misiones es ganar experiencia con el fin de participar del matchmaking. Las opciones son Deathmatch (el enfrentamiento tradicional entre dos equipos por conseguir más muertes) y Shadow Wars.

El Deathmatch fluye casi perfecto y, de hecho, es ampliamente competitivo. Tu avatar, por cierto, deja su poco imaginativo vestuario para ponerse un uniforme que realmente lo identifique como parte de un equipo. Para eliminar a tu competencia debes agotar su línea de vida, aunque la resistencia de la misma depende de tu nivel de experiencia y del poder del arma que uses. Lo triste es que, de inicio, sólo puedes acceder a tres mapas para jugar.

Eso sí, a diferencia de otros títulos de disparos en tercera persona, el ritmo de juego es caótico. Vas a encontrarte posiblemente como lobo solitario ante la escasa interacción permitida por el juego y, por tanto, se convierte en una cacería colectiva en vez de un trabajo de equipo.

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Shadow Wars suena excelentemente bien. Tu equipo tiene que recolectar piezas desperdigadas en un mapa y llenar un marcador, lo cual suena atractivo y te habla de una mayor necesidad de interacción. ¿El problema? No pudimos jugarlo, pues la banda suele preferir Deathmatch y tardan en reunirse los participantes necesarios.

El juego, como propuesta, es enorme. Detalles como los eventos en vivo y el que el escenario cambie de un momento a otro, así como los eventos aleatorios del Arkfall, caídas de meteoritos con artefactos particulares que verás de vez en vez, son buenas ideas. Sin embargo, no terminan de concretar una experiencia sólida gracias a los continuos bugs que suelen encontrarse. De igual forma, es un título que necesita forzosamente de la interacción de otros usuarios para disfrutarse al cien y, sin ellos, no termina de funcionar.

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Jugable es, por supuesto, pero con tantas limitaciones técnicas y descuidos en el desarrollo hace que valga la pena preguntarse si realmente necesitamos un juego en línea con tan pobre interacción. Para reducir la experiencia online a un Deathmatch, opciones sobran en el mercado. Y, para engancharte con el argumento, la serie de televisión podría bastar.

Es triste, pero te seré muy honesto: más que pensar en lo que el juego puede ofrecer, sigo pensando en cómo otros proyectos, todavía más ambiciosos, implementarán sus ideas para no convertirse en este recorrido solitario en un mundo sin vida inteligente. En especial uno que se está gestando en el cunero del Master Chief. Mientras la pobreza de espíritu no arruine una buena idea, como era la que nos ocupa, todo estará bien.

Calificación: 5.0

Ernesto (Neto) Olicón
Colaborador en Atomix.vg. Amante de la pelea videojueguil, en cualquiera de sus presentaciones. Aventurero en mundos mágicos y contador de historias. Periodista de tiempo completo.