Por: Joaquín Galván (@PrietoSmashero)
Videojuegos, mangas, películas, series, cartas, tiendas, juguetes, más videojuegos… durante 20 años sin parar. Lograr tal nivel de fama es difícil, pero mantenerlo lo es aún más. A pesar de esto, Pokémon se las ha arreglado para ser una moda permanente y consolidarse como un ícono en la cultura popular para más de una generación.
Todos conocemos el impacto que Pokémon ha tenido, vamos, hasta nuestras tías saben quién es Pikachu. Existe cierto encanto en ratas amarillas y dragones anaranjados que nos ha atraído a millones como tú y como yo. Ahora dejaré de escribir obviedades para hacerte una pregunta. ¿Te has preguntado qué es ese “algo” que hace a Pokémon lo que es? Probablemente. Me atreveré a intentar explicar la anatomía de este fenómeno partiendo se su origen, la saga principal de videojuegos. Para ello dividiré las razones en dos: El concepto o la parte emocional y la confección del juego.
El concepto de Pokémon
Existen videojuegos concebidos para ser experiencias nuevas que puedan ser experimentadas únicamente a través de medios digitales, como lo podría ser Super Mario Bros. o Pac-Man. De igual forma existen videojuegos concebidos como adaptaciones de algo que hacemos en la realidad, como los juegos de deportes o los de autos. Podrá sonar extraño, pero Pokémon entra en esta segunda categoría, pues surge de la idea de Satoshi Tajiri de llevar la práctica del coleccionismo y enfrentamiento de insectos al Game Boy. Surge de la experiencia de su niñez y la de muchos niños japoneses.
Partiendo de las bases del coleccionismo y la competencia se derivan otros elementos que aportan a la experiencia para crear toda una aventura. Ambas bases son instintos que muchos tenemos, y debido a la naturaleza de ambas surge un efecto inevitable. La socialización.
No es raro que un videojuego, como cualquier otro hobby, te haga socializar. Lo verdaderamente especial aquí es que han logrado crear una comunidad que convive (casi siempre) de manera sana y constructiva. Pokémon no va de trabajar en equipo con personas a quienes olvidarás en minutos, o de arruinar amistades mientras te mueves en un tablero. Pokémon, por más cursi que suene, logra formar lazos entre personas que buscan un bien común, ya sea completar la PokéDex o ser más fuertes en batalla.
Ahora que conocemos las bases y cómo desarrollarnos en ellas, ¿Qué sigue? Sigue el crecimiento, aquello que también funciona como estímulo. Pocas cosas te hacen sentir mejor que saber que te volviste mejor para algo, mejor que nadie más. Cada que capturamos una nueva bestia, cada que aprendemos de una derrota y la usamos para ganar el siguiente combate, estamos superándonos. Seguro recuerdas la primera vez que te volviste el campeón de la liga, o cuando por fin atrapaste a ese legendario que tanto buscaste. Recordamos esos momentos y todo lo que hicimos para llegar hasta ahí. A fin de cuentas, la superación es la mejor recompensa.
La anatomía del videojuego
Ya que hablamos de lo romántico del juego, debemos explicar lo que hay detrás de eso. Un buen concepto no puede trascender si la ejecución del mismo es mala. Hemos sido testigos de el nacimiento y la desaparición de docenas de clones de Pokémon. La base de la fórmula quizá no sea lo más singular, después de todo por eso ha sido infinitamente imitada. El valor dentro de los juegos de Pokémon se encuentra en ese balance que han ido perfeccionando a lo largo de los años. Es lo que asegura la calidad de la experiencia.
En una entrevista de 1996 a Satoshi Tajiri (de las pocas que hay) para la difunta revista Game Hihyou, el desarrollador explica que “como los videojuegos se han vuelto más y más complicados, la mentalidad de diseñador se ha vuelto necesaria.” Después, en la misma entrevista ejemplifica cómo en los juegos de pelea fue necesario crear la regla de restringir el espacio de la disputa para no crear un conflicto entre la regla de enfrentar al rival y la regla que dicta que puede ganar quien tenga más salud cuando el reloj llegue a cero (¿Cuántas veces dije regla?). ¿Por qué menciono esto? Porque nos habla de algo que quizá muchos no habíamos considerado, y es la complejidad de implementar un sistema de reglas.
El sistema de reglas en Pokémon es un verdadero logro de sus diseñadores. Consiguieron el balance que ha hecho de éste un juego capaz de apelar al jugador más inexperto y al más competitivo, al grado que un niño puede jugarlo a la vez que la escena competitiva crece rápidamente. Pokémon, como las cebollas, es un juego con capas, que te permite adentrarte tanto o tan poco como desees en sus mecánicas y lo seguirás encontrando divertido.
Que haya reglas no significa que se tenga el control total. Gran parte del atractivo del juego es la sorpresa. Como aquella vez que ganaste una batalla gracias al segundo Protect sucesivo exitoso, o cuando la quemadura de ese Scald arruinó a tu Garchomp. ¡O cuando de un huevo nació una cría shiny con buenos IVs!. Lo que conocemos como RNG es tu enemigo y tu aliado. Es aquello que le agrega intriga al juego. Permite la carga de tensión que hace a tu corazón latir. Aquella tensión que puede resultar en una decepción o en la alegría máxima.
Las bondades de este sistema de juego tienen una consecuencia, y esa es que pueda ser jugado eternamente. Bueno, es imposible que Pokémon sea jugado hasta el fin de nuestros tiempos, pero ciertamente es un juego que ofrece una cantidad de posibilidades amplísima y eventos irrepetibles. Tanto así que existimos personas que exprimen por cientos de horas cada versión y encontramos aún jugo qué sacarle. El hecho de combinar criaturas, movimientos, objetos, habilidades y demás permite que existan millones de jugadores constantes, cada uno con equipos únicos.
Este análisis cubre sólo la parte más básica de lo que hace a Pokémon. Es difícil describir un fenómeno tan amplio sin extenderse demasiado, pero creo que es un buen inicio. Ahora que estás consciente de cómo son las entrañas del juego, sabes que sin importar qué tipo de jugador seas, lo único que necesitas es una copia del juego y algunos amigos para pasar un muy buen rato.
CONOCE AL COLABORADOR
Joaquin “Prieto Smashero” (Saltillo, Coahuila). Padawan de diseño industrial con debilidad por lo ochentero y los dinosaurios. Sus pasiones videojueguiles consisten en Pokémon, Star Wars Battlefront y, por supuesto, Smash Bros. Actualmente se divierte en Twitter mientras incursiona en la creación de videojuegos. Futuro museógrafo o diseñador de juguetes.
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