Movie Review – Tokyo Ghoul

TRENDING

Las adaptaciones live action del animanga están viviendo un gran momento; si bien todo seguimos tomando como cúspide las tres producciones de Rurouni Kenshin hechas por Warner Bros. hace algunos años, lo cierto es que estas cintas van tomando forma en Japón. Sí, sabemos que los presupuestos y –lamentablemente- la cohesión entre estos trabajos podría no compararse a los blockbusters en occidente, pero se ha creado una escena de obras que, siendo relativamente nuevas, busquen su lugar entre la cartelera de Japón y nuestra región. Es bajo este principio que Tokyo Ghoul, el animanga de Sui Ishida-san, llega a las salas de cine en México, a tan solo un par de meses de su lanzamiento en Japón.

Entre la gama de anime y manga de los últimos 10 años, Tokyo Ghoul es un fenómeno que ha impactado a la sociedad japonesa; esta obra no solo abarca las clásicas secuencias de acción y crudeza que muchos buscan en el género, sino que nos muestra un lado que pocas franquicias quieren: el drama. Si bien Ishida-san saltó a la fama por su excelente trazo y la simpleza de sus viñetas, Tokyo Ghoul ya figura como una de las marcas más populares entre el público nipón, razón por la cual nos parece una decisión evidente el haberlo trasladado al live action.

Tokyo Ghoul (2017) se estrenó en cines de Japón el pasado 29 de julio, mientras que su apertura al público fue durante la Anime Expo a inicios del mismo mes; nos resulta interesante que, antes de llegar a las taquillas en la tierra del Sol Naciente, las grandes productoras como Kadokawa,Warner Bros. y Toei decidan mostrar sus productos de cine en países que hace algunos años, parecerían imposible. Y mejor todavía, que en México las disfrutemos a tan pocos meses de separación. La película es una adaptación casi al pie de la letra de los tres primeros tomos del manga de Tokyo Ghoul, obra en la cual se nos abren los ojos ante un mundo en el que existen los Ghouls, monstruos come-humanos que lucen como y viven entre nosotros; para ello, los gobiernos del mundo se han unido al crear agencias policíacas y de investigación que intentan mantener los asesinatos de humanos con al margen, pero la historia no se lleva de este lado, sino del de un chico que se comienza a convertir en un Ghoul.

LA DUALIDAD DE QUERER SOBREVIVIR

Ken Kaneki-kun es un jovencito quien, tras un accidente, le transplantan órganos de un Ghoul, lo cual lo lleva a una dualidad; no es humano, pero tampoco puede identificarse entre las voraces criaturas, así qué ¿adónde pertenece? Y es que Tokyo Ghoul es una historia sobre el dolor; sí, el dolor físico que Kaneki-kun experimenta al no poder alimentarse como un humano común, así como la transformación por la que su cuerpo atraviesa. También hablamos de dolor de la mente y del alma; Kaneki-kun no puede compartirlo con nadie, pues pondría en peligro a todos los que le rodean, ya que los Ghoul son objeto de una especie de cacería de brujas moderna, en la que vecinos, amigos y familiares rompen lazos una vez que se enteran quién es un Ghoul. Casi de inmediato, Kaneki-kun deberá enfrentarse ante la dualidad del instinto más primitivo: el de supervivencia.

Él, junto a Touka-san, una joven y brutal Ghoul, intentará descubrir qué hay detrás de la imagen que la prensa y el mundo en general tiene de los Ghoul; sus motivaciones, los rostros, la forma en que algunos buscan alternativas al asesinato de humanos, en fin. Cuando Ken-kun se adentra entre las líneas de Anteiku, conoce una organización que busca estar en paz con los humanos; aunque tiene la fachada de una cafetería, realmente es un santuario para Ghouls que han quedado desprotegidos, los que se inician como estas criaturas o que están en pro de una cacería controlada, en la cual no necesiten cometer actos atroces para seguir con vida. Nuestro protagonista deberá aceptar su instinto, pero lo hará a su modo, pues su sentido de pertenencia se irá desarrollando en los cerca de 100 minutos que dura la película.

Kaneki-kun deberá enfrentarse ante la dualidad del instinto más primitivo: el de supervivencia.

Nos agradó mucho el hecho de que la cinta sea casi una copia exacta de los enfoques y viñetas que tenemos en el manga original; de verdad, escenas claves que vimos en papel y tinta como la primera vez que Ken-kun presencia un asesinato o devorar un plato de carne humana son prácticamente idénticos. Si ustedes son fans del animanga, entonces se sentirán como pez en el agua, pues esto no deja lugar a dudas sobre las circunstancias y entorno de muchos de los Ghouls en esta etapa tan temprana de la obra.

Por otro lado, esto crea una serie de inconsistencias en el flujo de la película; verán, existen ciertas viñetas del manga o escenas del anime que son posibles debido a que no se está calculando el espacio y el movimiento en un escenario; al final del día, el lector se deja llevar por la perspectiva de Sui Ishida-san. Pero una vez que estás en un escenario de dimensiones reales, algunas secuencias se sienten “extrañas” pues la cámara no siempre logra crear los planos a los que uno estaría acostumbrado. La misma regla termina por afectar a las secuencias de acción, pues, mientras unas lucen bien en ciertas etapas, otras simplemente se sienten extrañas y no fluyen de la manera en que uno quisiera. A comparación de Gintama (2017) Tokyo Ghoul falla al afinar estos detalles a lo largo de toda la película; sí, incluso en las batallas más importantes en este arco del animanga.

EL PRESUPUESTO NO LO ES TODO

Es en la ambientación y caracterización de los personajes que encontramos el lado más amable de la película, pues todos ellos se retratan fielmente al diseño de vestuario y expresiones de Ishida-san; por ejemplo, las proporciones para la ropa de Ken-kun están plasmadas como una calca, mientras que el malhumor de Touka Kirishima-san está llevado de una manera excelente por la actriz Fumika Shimizu. Los que sean fanáticos de Kaneki-kun se llevarán un buen sabor de boca con la interpretación de Masataka Kubota, quien realmente entiende la esencia de su personaje; la timidez de su humanidad, pero también la ferocidad una vez que da rienda suelta a sus instintos de Ghoul. Nuestra actuación favorita es la de Yo Oizumi en el papel del frenético y violentísimo Kureo Mado, pues sin duda transmite esa locura por querer eliminar a los Ghoul sin importar sus circunstancias.

Realmente nos gusta la sinergia que el Anteiku logra transmitir en la pantalla, con los momentos de tensión que nos brinda Hinami-chan y su madre, Ryouko-san, aunque se puedan ver opacados por la falta de calidad en las animaciones CGI en sus transformaciones. Sí, sin duda Tokyo Ghoul se ve afectado a lo largo de la cinta por problemas técnicos, pero nunca de actuación o caracterización, mucho menos de incongruencias respecto a lo que los lectores y espectadores de la obra ya conocen; su director Kentaro Hagiwara-san logra mantener el espíritu entre su fandom.

TOKYO GHOUL RESULTA SER UNA ADAPTACIÓN NOTABLE, A PESAR DE TENER POCO PRESUPUESTO

Con tantas producciones que educan la pupila, es difícil pasar por alto los problemas en CGI que Tokyo Ghoul tiene. Por supuesto que eso no es un pecado, especialmente cuando la película denota que el presupuesto fue sumamente austero; empero, su director Kentaro Hagiwara-san logra sacar lo mejor del elenco y crear una oda fiel a la visión de Sui Ishida-san.

Tras esta cinta (que esperamos no sea la única) a la franquicia le augura un buen camino entre el público amante del animanga, pues tan solo se llegaron a representar los primeros tres tomos, así que ¡material hay! En verdad, Tokyo Ghoul tiene una gran fortuna de que el presupuesto haya sido el mayor de sus problemas.