Hands-on: Red Dead Redemption

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Apenas amanecía en Armadillo cuando instantáneamente supe que Red Dead Redemption no sería un juego normal. El nivel de detalle de aquel paisaje no solo revivía mis encuentros en el pasado con el Western, si no que también me hizo sentir de alguna forma que yo estaba ahí, entre el olor de los cactos y la tierra en una fresca mañana al campo abierto.

Fue suficiente un chiflido a mi caballo, para escucharlo o lo lejos galopar hacia mi, sus músculos eran definidos con las sombras que causaba la luz de un sol que nacía al horizonte.

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No había metas, no había objetivos, estaba montado sobre mi caballo y hasta donde mis ojos alcanzaban a ver, todo era mi caja de arena.

Decidí tomar el camino hacia unas montañas que se veían a lo lejos, en cuanto escuché el lejano grito de una persona, era un anciano que trataba de escapar de tres hambrientos coyotes que lo perseguían, mi reacción fue dispararle al más cercano, después de unos instantes el segundo estaba muerto y fue el tercero quien puso a prueba a mi caballo al tratar de escapar después de escuchar el intenso sonido de las balas, sin embargo el animal no tenia oportunidad contra mi pistola y en menos de un minuto su cuerpo yacía inerte sobre la tierra.

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Agradecido, el anciano corrió hacia mí para agradecerme no solo con unas palabras, sino también con algunas monedas y aunque sabía bien que tenía más dinero, no tuve el corazón para meter plomo a su cuerpo y robar todo lo que contenían sus bolsillos, después de todo decidí que de ahora en adelante seria una persona honorable.

Recorrí a pie las profundas pisadas de mi caballo para buscar los cuerpos de los coyotes y encontrarlos no fue difícil ya que varios buitres volaban alrededor de ellos.

Les quite la piel para después venderla en un pueblo cercano, monté mi caballo de nuevo y mientras cabalgaba al horizonte, las ondas de calor bailaban en aquel solitario paisaje, mis pantalones estaban llenos de lodo después de aquel encuentro con los coyotes y al consultar mi mapa, me di cuenta de que Chuparosa, un pueblo mexicano, estaba a unas pocas millas de distancia.

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Un pequeño mercado daba vida al medio día de aquel lugar, donde en unos instantes fui a parar a la cantina, para ver si encontraba en sus paredes algún cartel de “se busca”, ya que como bien saben, el dinero no crece en los arboles.

Todas las personas de aquel lugar hablaban español y portaban distintivos sombreros, me senté en una de las mesas, donde otras tres personas apostaban al Poker, después de algunas manos decidí ir a buscar un trago, el cantinero me advertía que no fuera a las montañas a causa de unos robos que habían sucedido ahí arriba esa última semana, por lo menos eso entendí con el poco español que yo hablaba.

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Salí cuando estaba apunto de anochecer de aquella cantina, me preguntaba si la mejor opción sería ir a la posada a descansar un poco, pero el relato de los ladrones no me dejaría descansar, así que decidí… ir en busca de ellos acompañado de mi caballo y la luz de la luna.

Y en la puesta del sol, me dirigí hacia las montañas… los aullidos de los coyotes y las estrellas eran mi guía para aquel peligroso encuentro.

A lo lejos pude ver una fogata, pero definitivamente faltaba un buen tramo para llegar a la montaña.

Sólo recuerdo que el ruido de una bala me dejó sordo por unos instantes, el denso humo que produjo el arma despues de los tiros delataban la posición de mi desconocido adversario.

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Todo se detuvo, fue ahí cuando pude ver claramente a mi adversario y fueron cinco tiros míos los que di en menos de un segundo, el primero a su mano que sostenía el arma, el segundo al sombrero, el tercero a su cuello, el cuarto a su cabeza y por último una buena bala al corazón.

Escuché los gritos de una mujer que estaba amarrada en el suelo a tan solo unos metros de la fogata, alrededor de ella había huesos tirados, al parecer mi atacante era un canibal, desaté a la mujer y ella agradecida me dio unas monedas, un caballo salvaje rondaba alrededor, así que decidí darle mi caballo para que ella volviera a Chuparosa.

Esperé a que el caballo salvaje se detuviera a comer un poco cuando sin que se diera cuenta subí en el, se retorció por unos minutos pero finalmente decidió cabalgar conmigo.

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Un camino nos llevaba a la montaña pero decidí que sería mejor llegar por donde no había camino, lo cual me tomó un poco más de tiempo pero finalmente pudimos ver una mansión en la punta.

Bajé del caballo y me escondí detrás de una puerta, había tres hombres afuera y no tenía idea de cuántos había en el interior.

El caballo salvaje relinchó, lo cual descubrió instantáneamente mi posición, varios disparos se estrellaban contra mi roca, varios gritos en español se escuchaban de afuera y del interior de la mansión.

Uno a uno fueron cayendo, mi rifle me permitía dispararles a distancia, pero perdí de vista a uno de ellos, volví a escuchar a mi nuevo caballo relinchar, cuando descubrí que precisamente quien estaba buscando lo montaba mientras rodeaba mi posición para tener el ángulo de un buen tiro.

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No me lo pregunten pero instintivamente un segundo antes de que me disparara al ver el arma apuntada hacia mi, chiflé como si llamara a mi viejo caballo.

El caballo salvaje levantó las dos patas delanteras y derribó a mi adversario, quien había perdido su arma, me acerqué hasta él, puse mi rifle bajo su mentón y a sangre fría disparé al hombre que en un volado perdió la vida contra mi.

Al parecer sólo quedaba uno de los ladrones y estaba dentro de la mansión, la cual estaba en ruinas, la luz de unas velas iluminaba aquel tétrico lugar, al fondo encontré varios cofres llenos de dinero.

Al subir lo que quedaban de las escaleras, vi una sombra correr por todo el pasillo de arriba hasta una habitación, para después sólo escuchar el ruido de una ventana quebrándose.

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Al llegar a ella, vi a aquel último hombre correr hacia una carreta, la cual rápidamente montó para escapar, dos caballos lo llevaban lejos de mi, chiflé para ver si el caballo salvaje estaba cerca, pero fue mucha mi sorpresa al darme cuenta de que mi caballo original fue quien respondió mi llamado.

Monté rápidamente con el caballo en movimiento, a lo lejos el ladrón estaba, mientras disparaba, hacia atrás al azar.

Apunté con mi pistola hacia él para derribarlo cuando descubrí que me había quedado sin balas, por lo que rápidamente tomé la soga.

El primer intento fue hacia él, fallé.

Una bala rozó mi cabeza y tiró mi sombrero… algo me decía que la segunda oportunidad sería mi última, por lo cual no apunte hacia él, sino a las patas de uno de sus caballos, el cual violentamente se tiró al suelo haciendo que la carreta se volteara por completo.

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Me encontré al líder de los ladrones aturdido en el suelo, lo amarré y lo cargué en mi espalda para llevarlo a Chuparosa vivo y dejar su suerte a los afectados por él.

Al volver la recompensa fue buena y aunque los cofres del botín contenían mucho más dinero, decidí montar mi caballo y cabalgar hacia el amanecer.

por Asher (@Aftasher)

Staff Atomix
Equipo de editores de Atomix.vg