Diciembre, oh maravilloso último mes del año, su solo nombre nos remite a ponche, posadas, romeritos, árboles de navidad, ensalada de manzana, tiempo en familia y el típico nacimiento de tu tía en el patio (?).
Para los latinoamericanos la época navideña es una de las más esperadas a lo largo del año, es una costumbre muy arraigada a nuestra cultura que llevamos celebrando por siglos (según los historiadores desde 1492). Pero, ¿qué pasa cuando adoptas una tradición de otra cultura?
Japón es un país que se caracteriza por adoptar una gran cantidad de festividades occidentales, desde el Día de San Valentín hasta la Navidad, sin embargo a pesar de hacer un espacio en sus calendarios para estas fechas no pierden la esencia de lo que son como sociedad y cultura.
Este “arte” de apropiarse de otras expresiones sin perder las raíces es algo muy japonés y la verdad lo hacen bastante bien, aunque en ocasiones choque completamente con lo que estamos acostumbrados, el ejemplo más claro y en el que nos centraremos hoy es: Navidad.
Japón es un país cuya religión dominante no es el Cristianismo/Catolicismo, por lo tanto la Navidad no tiene el mismo significado que para los latinoamericanos (sí, les guste o no es una festividad que nace de la religión, pero si no, no tendrías ponche).
Para empezar la época navideña es sólo una excusa para generar consumismo en el país, y puede que parezca triste, pero al ser una idea adoptada de otra cultura tienen derecho a establecerla como mejor les parezca. Eso sí, en Japón celebran a lo grande todo el mes de diciembre como ahora lo veremos.
Una vez finalizadas las fiestas de Halloween el país se transforma en un paraíso de luces navideñas, apenas llega diciembre y las plazas, centros comerciales y lugares públicos son decorados con lo que se denomina “Christmas Iluminations”. En ocasiones estos espectáculos de luz vienen acompañados de música, lo que es todo un evento para la sociedad japonesa, a tal grado que hay especiales en la televisión nacional dedicados sólo a ellos.
Para nosotros es muy común pensar que estas fiestas las pasaremos en compañía de la familia y seres queridos, sin embargo en Japón las cosas son diferentes. Si has visto suficientes animes románticos sabes para dónde me dirijo.
Si bien los japoneses tienen el día de San Valentín marcado en sus calendarios para demostrar amor a esa persona especial, Navidad es el momento idóneo para pasar tiempo con tu pareja, tener una cita, cenar en un lugar caro y acurrucarse en las frazadas, por lo que se podría decir que esta fecha es algo así como una extensión del 14 de febrero.
Y no es broma, durante la Navidad es común ver parejas paseando por las ya mencionadas luces navideñas, además de que los hoteles y restaurantes normalmente están al tope de su capacidad con reservaciones y eventos especiales, esto es porque todas las parejas en Japón quieren pasar un día “romántico”.
Sin embargo esto se presta a una práctica de “usar y desechar”, pues como los jóvenes japoneses no son muy sociables entre ellos, semanas antes del 24 de diciembre se forman parejas efímeras sólo para tener alguien con quién pasar el día, y si de plano hubo alguien con nula suerte para encontrar una pareja, bien puedes “rentar” la compañía de alguien para las festividades. Un poco triste la verdad, pues una vez finalizada la celebración regresan a la vida de solteros sin ningún problema.
Como vemos los japoneses no son muy adeptos a la Navidad, por lo que hay jóvenes que intercambian sus horas de trabajo con aquellos que tienen una pareja o planes con amigos durante la noche.
Pasa algo muy curioso durante Navidad en Japón, como se menciona es común que los jóvenes enamorados pasen la velada en un restaurante caro disfrutando un delicioso banquete, pero también se encuentra el otro lado de la moneda, en la que los japoneses hacen pediods desde octubre para tener un paquete de pollo frito, así es, en el país del sol naciente hacen filas afuera de los KFC.
Durante las fechas decembrinas el restaurante se abarrota de japoneses que desean comprar uno de los paquetes navideños para pasar un tiempo con sus amigos o familias muy cercanas, parece irreal, pero de verdad hay gente que pasa horas esperando por un bote que pollo.
Esta reciente tradición llegó a los hogares japoneses en 1974 cuando un grupo de extranjeros pasaban nochebuena en el país y al no encontrar pavo o algo similar a una cena navideña se vieron en la necesidad de reemplazarlo por pollo frito.
Sin embargo lejos de convertirse en una anécdota triste Japón vio en esto una oportunidad de mercado, con la campaña publicitaria de “Kentucky para Navidad” el restaurante se posicionó como un referente para la nochebuena en Japón, a tal grado que es el día con más ganancias del año para la franquicia. Y nosotros gastando en banquetes costosos de pavo y romeros.
Hablando de banquetes hay algo que simplemente no puede faltar, el postre y Japón lo sabe muy bien.
Durante estas épocas es común ver en las vitrinas de los centros comerciales el clásico pastel de vainilla con fresas, pues al parecer los nipones lo han asociado con la Navidad. Sin embargo también se aprovechan de esto y los pasteles que se exhiben normalmente se encuentran en precios exorbitantes, a pesar de que dicho bizcocho se puede encontrar el resto del año.
Ya que Japón no es un país cuya religión le dé un gran peso a las festividades navideñas, es común ver a las personas trabajando los 24 y 25 de diciembre, sí suena descabellado, inhumano y grinch, pero también tiene sentido.
La Navidad entró a Japón después de la Segunda Guerra Mundial y ya que un mínimo porcentaje de la población es cristiana, no se le da mucho peso a la festividad, así que el 25 de diciembre todos los japoneses se levantan a trabajar normalmente. Sin embargo hay un pequeño poblado en Nagasaki en donde la las festividades son muy similares a lo que hacemos en Latinoamérica.
Otra cosa curiosa que sucede en Japón durante estas fechas es que una vez pasada la Navidad en el calendario todo rastro de ella se elimina de las calles, esto con el fin de comenzar las festividades de año nuevo, el cual es sumamente importante en el país.
A diferencia de 25 de diciembre, año nuevo es sinónimo de pasar tiempo en familia, comidas especiales y rituales que se han preservado por generaciones.
Entre los rituales comunes de los japoneses para terminar y recibir el año se encuentran el “Osoji” que consiste en limpiar la casa en profundidad, para una purificación física y espiritual. Es una manera de expulsar la mala suerte para comenzar el año con el alma “en paz”.
Una vez realizado la limpieza se adornan las casas con “Kadomatsu” (ramas de pino) que se colocan en las entradas de las viviendas. Representa longevidad y no se retiran hasta el 14 de enero.
Después de celebrar la cena de fin de año es tradición escuchar el “Joya-no-kane”. Son 108 campanadas que se realizan en los templos budistas. Muchas familias se acercan a ellos a rezar por el año nuevo y la buena fortuna venidera.
Como ves Japón es un país que no para de sorprender a los extranjeros, pues si bien adoptaron una festividad occidental esta se adaptó al estilo de vida japonés, lo cual para los latinos nos parece hasta irreal en ciertos momentos, pero bueno, incluso en esta parte del mundo la Navidad se festeja de diferentes maneras.
Por cierto si te lo preguntas en Japón también se acostumbra dar obsequios en Navidad, pero esto no sucede en las familias, más bien entre parejas o amigos, así que no, Santa Claus no pasa por allá.