Promover la violencia. Atentar contra los valores familiares y sociales. Enajenar las mentes infantiles. Distorsionar el idioma español (las palabras graves que terminan con "n" no se acentúan). Convulsiones y vómitos... El párroco de Pachuca, Juan Ramón Hernández Bautista, había convocado a misa como cada domingo, pero esta liturgia era especial. En el nombre de Dios había pedido a los padres recabar cada objeto que pudiera relacionarse con Pokémon: ropa, muñecos y, por supuesto, los míticos tazos. El objetivo era simple, aunque conciso: arder todo lo que dañe, de forma externa o interna, el crecimiento espiritual de niños y adultos. Sí, Pokémon fue acusado de alejar a los niños de su religión...
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